Evolución Histórica de la Península Ibérica: Desde los Fenicios hasta los Reinos Cristianos

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Colonizaciones en la Península Ibérica: Fenicios y Griegos

Griegos

Los griegos se expandieron por la parte norte del Mediterráneo hasta llegar a la península, donde fundaron dos colonias: Emporion y Rodes (Ampuria Brava y Rosas). Por otro lado, a través del comercio se formó la “liga fenicia”, que constituiría “Fenicia”, aunque eran estados independientes.

Fenicios

Los fenicios se expandieron por la parte sur del Mediterráneo, creando colonias y llegando a la península en busca de estaño. Fundaron colonias desde el sur hacia el Atlántico, como Cádiz, Málaga y Alicante. Como eran un pueblo comerciante, establecían factorías, pequeñas ciudades para los comerciantes, y atraían a la población nativa para comercializar con ellos.

Los Visigodos en la Península Ibérica

En un principio, los visigodos dominaron toda la Península Ibérica excepto el Reino de los Suevos (Galicia). Tenían un sistema de monarquía electiva: cuando el rey moría, el pueblo elegía a otro rey, que podía ser cualquier hombre entre los 20 y 50 años. Este sistema funcionó bien hasta que llegaron a Hispania, donde empezaron a surgir problemas. Para solucionar la dispersión resultante, se estableció que el rey fuera elegido por una institución: el Aula Regia. El Aula Regia tenía la misión de aconsejar al rey y elegir al nuevo monarca. Normalmente residían en Toledo, pero se desplazaban con el rey.

La cultura visigoda tenía una base romana.

El Periodo de las Taifas en Al-Ándalus

Las taifas eran pequeños reinos independientes en los que se dividió el territorio de Al-Ándalus. Inicialmente había 39 taifas, que se fueron anexionando y reduciendo en número, quedando las más importantes como las de Toledo, Zaragoza, Badajoz, Valencia, Granada, Córdoba y Sevilla. Cada taifa tenía su propia corte y palacio. Esto llevó a un empobrecimiento de las taifas, aunque gozaban de un gran esplendor cultural. Políticamente eran muy débiles, al igual que militarmente. Esta debilidad fue aprovechada por el reino de Castilla y León, a través de las parias (tributos que pagaban las taifas a los cristianos a cambio de seguridad y defensa). No solo las taifas limítrofes con Castilla pagaban parias, sino también las demás. La taifa de Zaragoza, por ejemplo, pagaba parias al reino de Aragón. La debilitación de las taifas provocó un aumento de las parias. Sin embargo, los cristianos no se conformaron con las parias y comenzaron a conquistar las taifas. Alfonso VI, en 1085, conquistó la taifa de Toledo, lo que aumentó el poder cristiano y llevó a Alfonso VI a proclamarse emperador del reino sucesor del reino visigodo. La conquista de Toledo generó miedo en las demás taifas, que pidieron ayuda a los almorávides del norte de África.

Almorávides y Almohades: Guerreros del Norte de África

Los almorávides eran monjes guerreros que proclamaban las guerras santas. Hacia 1070, constituyeron un imperio en el norte de África, basado en los principios del Corán. Llegaron a la península para ayudar a las taifas y, tras enfrentarse a Alfonso VI, regresaron a África. Sin embargo, fueron llamados de nuevo años más tarde y, esta vez, no se marcharon, sino que comenzaron a conquistar territorios. En 1090, conquistaron todas las taifas e integraron Al-Ándalus en el imperio almorávide, frenando la expansión cristiana.

Este imperio enfrentó dos problemas: en la Península Ibérica, la difusión del Corán fue rechazada por la población de las taifas; en el norte de África, los almohades acabaron con los almorávides, destruyendo su imperio africano. Al perder este apoyo, los almorávides de España se debilitaron. Esta debilidad fue aprovechada por las taifas para rebelarse y resurgir. Este segundo periodo de taifas no duró mucho, ya que los almohades las invadieron. Entre 1145 y 1147 desaparecieron las segundas taifas. Los almohades permanecieron en la península hasta la batalla de las Navas de Tolosa (1212), donde fueron derrotados por los cristianos. Tras la desaparición de los almohades, surgieron los terceros reinos de taifas, que serían los últimos, ya que no habría más conquistadores del norte de África. La batalla de las Navas de Tolosa marcó el fin del poder musulmán en la península. En ese momento, había cuatro reinos cristianos: Portugal, Aragón, León y Castilla. La única influencia musulmana se mantuvo en Granada, mientras que las demás taifas fueron ocupadas por el reino castellano-leonés, el reino catalano-aragonés y el reino portugués.

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