Evolución del Franquismo: Relaciones Internacionales y Cambios de Régimen (1939-1959)

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Relaciones Internacionales y Evolución del Régimen Franquista

La Segunda Guerra Mundial y la Hegemonía del Nacionalsindicalismo (1939-1945)

Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, el franquismo mostró su apoyo a las potencias del Eje. Sin embargo, España no se hallaba en condiciones de involucrarse en una guerra, por lo que Franco declaró la neutralidad del país. La Falange Española Tradicionalista y de las JONS tuvo un papel hegemónico en el nuevo Estado nacionalsindicalista. Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco y gran simpatizante de Alemania, desempeñó un papel predominante en esta tarea y en las relaciones con las potencias del Eje.

La no beligerancia

La victoria alemana sobre Francia motivó el paso de la neutralidad a la no beligerancia, situación que implicaba un claro apoyo diplomático y económico a las potencias del Eje, que en aquel momento se perfilaban como vencedoras de la guerra. Alemania e Italia sondearon las posibilidades de integración española en el conflicto, y Franco se entrevistó con Hitler y con Mussolini. En las entrevistas, Franco planteó una serie de compensaciones económicas y de expansión territorial que hicieron pensar al dictador alemán que el precio exigido era demasiado alto. Finalmente, España no entró en guerra, aunque colaboró en el esfuerzo bélico enviando material estratégico (como el wolframio) y aprovisionamientos. Además, una unidad de voluntarios, la División Azul, fue enviada a la URSS para combatir junto a las tropas alemanas, y unos 10.500 españoles fueron enviados a trabajar a Alemania.

El retorno a la neutralidad

La guerra empezó a ser claramente desfavorable a las potencias fascistas. Entonces, los gobiernos británico y americano presionaron al régimen de Franco para que se distanciara formalmente del Eje. Esto llevó a la disolución de la División Azul y el regreso al estatus de neutralidad. Con la derrota de Alemania, el discurso oficial empezó a presentar el régimen como católico, conservador y anticomunista, que podía evolucionar hacia una monarquía en el momento adecuado. Esta nueva fase comportó la marginación del falangismo y el abandono de la nomenclatura y de los aspectos del ritual más claramente fascistas, como la supresión del saludo oficial con el brazo en alto.

Los Años del Boicot Internacional (1945-1947)

El fin de la Segunda Guerra Mundial supuso para el franquismo una etapa de aislamiento y rechazo internacionales. Las recién creadas Naciones Unidas condenaron explícitamente el régimen de Franco. Además, el gobierno de Francia cerró la frontera con España, y un acuerdo de la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó la retirada de los embajadores de Madrid en 1946. Sin embargo, Franco y los grupos que lo apoyaban mantuvieron siempre el firme propósito de perpetuarse en el poder, y la condena internacional fue presentada como una maniobra extranjera para desprestigiar a España y llevar a los españoles a una nueva guerra civil. La persistencia del franquismo después de la guerra mundial tuvo un enorme coste económico y político. Como consecuencia del aislamiento internacional, España recibió unas ayudas bastante reducidas en términos comparativos. Franco no pudo beneficiarse del Plan Marshall, iniciado en 1947, y fue excluida de la nueva alianza defensiva occidental, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), constituida en abril de 1949.

Reconocimiento Internacional y Predominio del Nacionalcatolicismo (1947-1953)

La configuración de dos bloques antagónicos (la URSS y EE. UU.) y el inicio de la Guerra Fría cambiaron el panorama internacional. En este contexto, era más importante para EE. UU. y los países occidentales contar con un buen aliado en la lucha contra el comunismo, el gran enemigo, que presionar al régimen franquista. Aunque las condenas verbales al franquismo se mantuvieron, poco a poco se dio paso a la aceptación internacional del régimen. En 1947, Estados Unidos presionó para que la ONU no ratificara su condena. Franco decidió proceder a una remodelación del gobierno que facilitase su acercamiento a las potencias occidentales y le permitiese conseguir algunos éxitos en política exterior. Se inició una etapa de predominio del nacionalcatolicismo, que daba un mayor peso a los católicos en detrimento de los falangistas e impulsaba a figuras no tan comprometidas con los principios más autoritarios. Luis Carrero Blanco fue nombrado subsecretario de Presidencia. En 1953, Franco obtuvo el definitivo reconocimiento internacional del régimen con la firma de los acuerdos con Estados Unidos y del concordato con la Santa Sede. El Vaticano exigía a cambio el restablecimiento explícito de la confesionalidad del Estado y privilegios para la Iglesia católica. Ambos países se comprometieron a la ayuda mutua en caso de conflicto. Los estadounidenses obtuvieron de España el derecho a establecer y utilizar una serie de instalaciones militares en territorio español. A cambio, España recibió material bélico para modernizar sus fuerzas armadas, así como ayuda económica y técnica. Los acuerdos con Estados Unidos sirvieron para regularizar las relaciones diplomáticas y comerciales de España con los países del bloque occidental.

Los Primeros Intentos de Apertura (1953-1959)

La admisión de España en el contexto internacional había dado un respiro al franquismo, pero muchos de los problemas interiores seguían sin resolverse. La producción aumentaba lentamente, y el nivel de vida en España era muy inferior al del resto de países europeos. Las ayudas americanas no eran suficientes para salvar la situación de crisis. Se produjo una oleada de protestas obreras en algunas ciudades y los primeros movimientos de disidencia en la universidad. Dentro del régimen aumentaba la presión de los que defendían la necesidad de un profundo cambio en la orientación económica. Estos dirigentes eran conscientes de la necesidad de acabar con los vestigios de la autarquía, liberalizar la economía y proceder a su apertura al exterior para reorientar un Estado que se hallaba al borde de la quiebra. Franco realizó una nueva remodelación del gobierno, apartando a los falangistas y promocionando a los sectores católicos. Entraron como ministros hombres procedentes del Opus Dei. Esta nueva generación de políticos, la mayoría de los cuales no habían participado en la Guerra Civil, protagonizarían la etapa siguiente del franquismo, caracterizada por un intenso crecimiento económico en la década de 1960.

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