Éticas eudaimonistas, estoicismo y epicureísmo

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ÉTICAS EUDAIMONISTAS

Las éticas eudaimonistas plantean que la característica de una vida buena es la felicidad. La felicidad para ellos es un bienestar continuado a lo largo del tiempo: por eso no podemos decir que “somos felices”, sino que sólo podemos evaluar esa felicidad al final de la vida, cuando estamos a punto de morir. El problema es cómo conseguir ese bienestar continuado. Distinguimos así la felicidad del placer (disfrute momentáneo) y la alegría (emoción que aparece como respuesta a un acontecimiento).

Los factores que influyen en nuestra felicidad pueden ser internos a nosotros o externos. El factor externo son las circunstancias que nos rodean: la fortuna que hemos tenido. Los factores particulares nuestros son nuestras tendencias y nuestras acciones. Las tendencias de nuestro carácter, como la fortuna, son cosas que no elegimos. Sin embargo sí podemos elegir cómo actuamos. La felicidad debe depender, entonces, de nuestras acciones. La acción que nos acerque a la felicidad es la acción virtuosa.

Con el fin de que podamos afirmar haber sido felices en el momento de nuestra muerte, es necesario que sea nuestra razón la que dicte nuestras acciones, ya que es nuestra razón la que evaluará si hemos sido felices o no, si estamos satisfechos con nuestra vida o no. Por eso debe ser la razón la que decida si una acción es virtuosa o no y por qué. Teniendo en cuenta que cada uno de nosotros tiene unas tendencias concretas (el carácter de cada persona), la razón no puede obligarnos a actuar siempre en contra de nuestras tendencias, puesto que eso nos provocaría muchos disgustos. (Recuerda que, aunque el placer no sea idéntico a la felicidad, la felicidad está formada en parte por momentos placenteros, y reprimir constantemente nuestras tendencias sería el equivalente a renunciar a todo placer, y como consecuencia se reduciría nuestra felicidad). Debemos encontrar un punto medio entre nuestras tendencias y su opuesto, de modo que la acción sea acorde con nuestro carácter pero también buena para nuestro bienestar a largo plazo. Por ejemplo, si tenemos tendencia a la tacañería, nuestra acción virtuosa no sería la acción de derrochar dinero, sino el ahorrar para el futuro pero tener en cuenta nuestras necesidades, las de nuestros familiares y amigos y las de nuestra comunidad.

ESTOICISMO

Los estoicos describen la felicidad como ataraxia, un estado de paz interior relacionado con la ausencia de sufrimiento. Los estoicos desean eliminar cualquier sufrimiento, para lo cual defienden que nuestra paz espiritual o felicidad no debe depender de acontecimientos u objetos que estén fuera de nuestro control (ya que si están fuera de nuestro control pueden llegar a hacernos daño). No aprueban que el bienestar dependa de objetos materiales (que pueden desaparecer) o de personas (que pueden cambiar). Intentan encontrar en sí mismos la calma para afrontar esas cosas que escapan a nuestro control. Consideran que el placer no es importante, ya que cuando disfrutamos algo nos arriesgamos a que el dolor por la pérdida sea mayor que el disfrute.

EPICUREÍSMO

Para los epicúreos la felicidad es la presencia continuada del placer. Reconocen que a veces entregarse a un placer provoca un sufrimiento posterior. Es necesario entonces maximizar el placer y minimizar el sufrimiento. Los epicúreos reconocen que a veces compensa disfrutar de algo aunque luego haya un pequeño sufrimiento, pero no creen que merezca la pena excederse en un placer si luego va a acarrear un sufrimiento igual o mayor. Por eso, para los epicúreos los mejores placeres son los placeres sencillos producidos por cosas accesibles: una buena conversación, aprender algo nuevo, contemplar algo bello… Entre los placeres también está el cuidar de las relaciones personales y sociales. Es importante, para los epicúreos, vivir en armonía con las personas que nos rodean. Cuanto mejor tratemos a nuestros semejantes, mejor nos tratarán a nosotros, por lo que disfrutaremos más de la compañía de más gente y así seremos más felices.

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