Etapas políticas del franquismo, oposición al franquismo y transición en España entre 1975 y 1979

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1. Etapas políticas del franquismo

Definido ideológicamente el franquismo por su anticomunismo, el antiliberalismo, el antiparlamentarismo, el nacional catolicismo, el nacional sindicalismo y el tradicionalismo, entre 1939‐1950 se caracteriza por la construcción del nuevo orden institucional e ideológico, la represión de los vencidos, el racionamiento, los maquis, la autarquía y el bloqueo internacional. Durante los años cincuenta finaliza el aislamiento internacional, se inicia la liberalización económica, llegan las ayudas económicas internacionales, aparecen las primeras protestas, se establece la Ley de Principios del Movimiento Nacional y se descoloniza Marruecos. En el período 1959‐1975 se renuevan los dirigentes del régimen, se produce la expansión económica, al mismo tiempo que van apareciendo significativos cambios sociales. Se produce, igualmente, una tímida apertura política que, sin embargo, tiene que hacer frente al escándalo Matesa dos años después de que se promulgase la Ley Orgánica del Estado, mientras se intensifica la oposición al régimen. En África continúa el proceso de descolonización. Síntoma de desintegración del régimen fue el deterioro físico de Franco, el distanciamiento progresivo de parte de la Iglesia y la capacidad movilizadora de la oposición. La crisis de la dictadura también se agravó durante los últimos años a causa del terrorismo de ETA y del FRAP. Poco antes de la muerte de Franco, tras la llamada “Marcha Verde”, España se desprende del Sahara Occidental.

Oposición al franquismo

La dictadura franquista practicó una fuerte represión cuyo objetivo era dar un escarmiento colectivo, mantener viva la legitimidad de la Guerra Civil, el recuerdo sobre los vencidos y anular cualquier tipo de disidencia. La primera oposición careció de organización por las condiciones de clandestinidad y los altos costes que suponía cualquier resistencia. Ésta fue llevada a cabo, sobre todo, por parte de los comunistas, partidas de guerrilleros que operaron en algunas zonas hasta 1949. La oposición fue introduciéndose a través de resquicios que el régimen dejaba: los ámbitos universitarios, sindicales y laborales. Poco a poco las huelgas se convirtieron en la forma más efectiva de protesta política. A partir de los años 50 el movimiento estudiantil se convirtió en el símbolo de oposición al franquismo. En los años 60 se produjo una creciente movilización social y política, que se manifestó en tres frentes: el movimiento obrero, la contestación estudiantil y el movimiento urbano. La reunión de Munich en 1962 fue el acto político más importante de la oposición moderada de los sesenta. Durante los años finales del franquismo se intensificaron las manifestaciones de oposición al régimen gracias a la decadencia física del dictador y al creciente aislamiento internacional. Las acciones terroristas de ETA y el FRAP, las crecientes demandas políticas y laborales, la ascendente relevancia de los partidos más importantes de la clandestinidad o la creación de la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia Democrática pusieron de manifiesto que la oposición al franquismo vertebraba a diversas clases sociales. Las manifestaciones culturales y la división de la Iglesia socavaron todavía más la legitimidad de la dictadura. Se acudió con frecuencia a los estados de excepción y a la represión, y aunque la dispersión y la falta de unión de la oposición imposibilitaron una movilización amplia y decisiva contra la dictadura, sí que la erosionaron significativamente.

Transición en España entre 1975 y 1979

Dos días después de la muerte de Franco, Juan Carlos de Borbón es proclamado rey; mantiene en el gobierno a Carlos Arias Navarro. Sus planteamientos reformistas del todo insuficientes provocan la formación de la llamada Coordinación Democrática partidaria de la ruptura democrática, movilizaciones que reclamaban las libertades democráticas, la amnistía para los presos políticos y el incremento de conflictos laborales. Tras su dimisión accede Adolfo Suárez que promueve la Ley de Reforma Política, aprobada por las Cortes y después en referéndum. Supone el reconocimiento de los derechos fundamentales de las personas, la potestad legislativa en la representación popular y prevé un sistema electoral democrático. Varios decretos sobre libertad sindical, legalización de partidos políticos o una amplia amnistía preparan el camino a las elecciones generales, que se celebran el 15 de junio de 1977, una vez legalizado el PCE. Concurren a ellas, entre otros, los partidos de la izquierda que habían vertebrado la oposición al franquismo, grupos y partidos de tendencia nacionalista, Alianza Popular, partido a la derecha fundado por Manuel Fraga Iribarne, o la Unión de Centro Democrático, liderada por Adolfo Suárez, que gana las elecciones. Se inicia el desarrollo de las preautonomías. La crisis económica internacional, a causa de la subida del precio del petróleo, incide gravemente sobre la economía española a partir de 1975, cuando a los problemas económicos se suman la incertidumbre política y el retraso en adoptar medidas contra la crisis. En octubre de 1977 se firman los Pactos de la Moncloa que contienen un plan de actuación jurídica y de reforma y saneamiento económico. Las Cortes surgidas del proceso electoral acometen la elaboración de una constitución democrática, cuyo texto es sometido a referéndum popular el 6 de diciembre de 1978 y aprobado por amplia mayoría. Con la Constitución de 1978, que define a España como un “Estado social y democrático de derecho” organizado como una monarquía constitucional, finaliza el proceso de transición a una democracia, que se enfrenta a problemas tan graves como el terrorismo, la amenaza de involución militar o la crisis económica.

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