España entre tradición y renovación: Una visión poética del cambio
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La crítica de Machado a la España tradicional
Por un lado, Machado fue siempre políticamente progresista. Esto no quiere decir que no admirase ciertas tradiciones españolas, pero sí es cierto que frecuentemente abogó por una nueva España (“la España del cincel y de la maza”) opuesta a aquella otra caracterizada por la miseria, el atraso, la codicia campesina o la envidia.
La España de Machado habría de ser fuerte y trabajadora y tendría que recuperar las virtudes de aquella “eterna juventud que se hace / del pasado macizo de la raza”.
Machado aporta su visión crítica sobre los problemas del país, como sus compañeros de la generación del 98. Para él, no es admisible la permanencia en lo caduco, en las devociones falsas, en las supersticiones o en la vaciedad (como podremos comprobar, todo ello está presente en este poema). Por el contrario, hay que recuperar las virtudes del trabajo y del esfuerzo, abandonar la acomodaticia y hallar la esencia de una España renovada.
Todos estos asuntos se presentan de la siguiente manera:
- La “España de charanga y pandereta”, atenta tan solo a lo divertido e intrascendente.
- La España de “cerrado y sacristía”, falsamente devota, obtusa y dada al secretismo y a la inmovilidad.
- La España que divide su devoción entre los toros (Frascuelo) y las romerías (María).
- La España que no sabe pensar (usar la cabeza): “la España inferior que ora y bosteza,/ vieja y taur, zaragatera y triste; / esa España inferior que ora y embiste,/ cuando se digna usar la cabeza”.
La esperanza de una España renovada
Esta España está condicionada a la próxima, pero no inmediata, muerte (su mármol y su día aluden a la lápida y al día de mañana, infalible, de la muerte). Pero todavía habrá tiempo para un “luengo parto de varones / amantes de sagradas tradiciones / y de sagradas formas y maneras”. Todavía queda tiempo para que florezcan “las barbas apostólicas,/ y otras calvas en otras calaveras/ brillarán, venerables y católicas”. Pero ese mañana, vacío por haber sido engendrado por un vano (insustancial) ayer, solo será pasajero (a decir del poeta, ¡por ventura!). Su cantor y su poeta será igualmente vano y vacío: “lechuzo y tarambana,… especialista / en el vicio al alcance de la mano”.
Frente a tal vacío y efímero mañana se alza otra España y el esfuerzo del vano ayer será, en efecto, en vano. Será otra España, cuyas raíces irán más allá, hasta un pasado mucho más sólido (macizo), que representa los valores más esenciales de la raza. Tal España, anciana y joven al mismo tiempo (“con esa eterna juventud que se hace / del pasado macizo de la raza”), será dueña:
- Del cincel y de la maza (trabajo y esfuerzo).
- Será implacable (con el vano ayer) y redentora de los vicios que la han asolado reiteradamente.
- Será distinta (el nuevo amanecer: “España que alborea”, frente a ese atardecer que, “como la náusea de un borracho harto”, aparece como un rojo sol de heces turbias “en la tarde pragmática y dulzona”). Esta idea relaciona el texto con la idea del compromiso y hace de Machado un poeta social, opuesto a todo totalitarismo o fuerza opresora.
- Será dueña de la idea (el pensamiento), es decir, sabrá usar la cabeza no solo para embestir.
Recursos poéticos y estructura del poema
Asimismo, como ya hemos podido entrever en las líneas arriba expuestas, Machado se sirve de numerosos recursos poéticos para intensificar el valor de sus palabras y reforzar la imagen antitética de las dos Españas que describe. Tal imagen antitética estructura el texto en dos partes claramente diferenciadas: la España nueva del presente (vv. 1-34) y la España redentora del futuro (vv. 35-42).
Existen numerosos símiles y metáforas que sirven para describir paródicamente la España de la que reniega o reforzar la imagen de aquella que desea. La metáfora del atardecer y del amanecer también refuerza esta idea de lo que se va sin remisión y lo que está por llegar. Tal antítesis se encuentra en los versos siguientes: “como la náusea de un borracho harto / de vino malo, un rojo sol corona de heces turbias las cumbres de granito… en la tarde pragmática y dulzona./ … otra España nace, del pasado macizo de la raza./ Una España implacable y redentora,/ España que alborea…”
Otras referencias, de orden metonímico, sirven también para que el poeta nos avise sobre ciertos aspectos: María o la sacristía simbolizan al amplio mundo de la Iglesia católica; Frascuelo, al mundo taurino…; las sagradas formas y maneras representan todo lo que de vetusto y caduco estima hay en la España de su tiempo; las calvas sobre las calaveras dan idea de lo muertos que ya están sus poseedores…
Todo el poema presenta abundantes esquemas paralelísticos, muchos de ellos de orden antitético; otros, simplemente redundantes en la misma idea. El poeta vacío se describe doblemente; dos veces se afirma la inutilidad del vano ayer por engendrar un hueco mañana; dos son las Españas inferiores, etc.
Por último, cabe destacar el hábil uso que del tiempo interior del poema realiza Machado. Es sabido que el tema del tiempo representa una de las principales ocupaciones del poeta. Para él, todo transcurre en el tiempo y el tiempo no ha de transcurrir. El escritor es consciente de este paso, lo que le lleva a preocuparse por los problemas de su época. En “el mañana efímero” se hace referencia a esta cuestión: un mañana que será pasajero dada su vaciedad. Junto a tal futuro efímero existe un ayer próximo e igualmente vano que se opone a un pasado sólido y macizo y que, a su vez, representa la esperanza para el futuro, un futuro no ya efímero, sino firme y consistente.