España Franquista: Relaciones Internacionales, Estructura del Estado y Autarquía
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Relaciones Internacionales y Evolución del Régimen
La Segunda Guerra Mundial y la Hegemonía del Nacional Sindicalismo
Franco mostró su apoyo a las potencias del Eje. Sin embargo, España no se hallaba en condiciones materiales de involucrarse en una guerra, por lo que Franco declaró la neutralidad.
En la política interior, la Falange Española Tradicionalista y de las JONS tuvo un papel hegemónico en el nuevo Estado nacionalsindicalista. Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco, desempeñó un papel predominante en esta tarea y en las relaciones con el Eje.
La No Beligerancia
La victoria alemana sobre Francia motivó el paso de la neutralidad a la no beligerancia, situación que implicaba un claro apoyo a las potencias del Eje. Alemania e Italia sondearon las posibilidades de integración española en el conflicto y Franco se entrevistó con Hitler y con Mussolini. Franco planteó compensaciones económicas y de expansión territorial. Pero España no entró en guerra, aunque colaboró enviando material estratégico y aportó una unidad de voluntarios (División Azul) que fue enviada a la URSS para combatir junto a las tropas alemanas.
El Retorno a la Neutralidad
La guerra empezó a ser desfavorable para las potencias fascistas. Los gobiernos británico y americano presionaron al régimen de Franco para que se distanciara formalmente del Eje. Ello llevó a la estricta neutralidad.
El discurso oficial presentó al régimen como católico, conservador y anticomunista. Esto comportó la marginación del falangismo y el abandono de la nomenclatura fascista (ej. el saludo oficial del brazo en alto).
Los Años del Boicot Internacional (1945-1947)
El fin de la Segunda Guerra Mundial supuso aislamiento y rechazo internacional para España. Esto se puso en manifiesto cuando las Naciones Unidas condenaron explícitamente al régimen de Franco.
El gobierno de Francia cerró la frontera con España y un acuerdo de las Naciones Unidas recomendó la retirada de los embajadores de Madrid. La condena internacional fue presentada por el régimen como una maniobra para desprestigiar a España y llevarla a una nueva guerra civil.
La persistencia del franquismo tuvo un enorme coste económico y político. España no pudo beneficiarse del programa de ayuda norteamericana a Europa (Plan Marshall) y fue excluida del Tratado del Atlántico Norte.
Reconocimiento Internacional y Predominio del Nacionalcatolicismo (1947-1953)
La configuración de dos bloques antagónicos (URSS y EEUU) y el inicio de la Guerra Fría alteraron la situación internacional, dando paso a la aceptación del régimen franquista.
EEUU se negó a imponer nuevas sanciones a España y presionó para que la ONU no ratificara su condena del año anterior.
Franco decidió proceder a una remodelación del gobierno que le permitiese conseguir algunos éxitos en política exterior. El nuevo gabinete abrió una etapa en el franquismo caracterizada por el predominio del nacionalcatolicismo, que daba un mayor peso a los católicos. Carrero Blanco fue nombrado subsecretario de presidencia.
Franco obtuvo el reconocimiento internacional del régimen con la firma de los acuerdos con EEUU y del Concordato con la Santa Sede. Los acuerdos con EEUU abarcaron aspectos de carácter defensivo y económico. España cedió a EEUU el derecho a establecer una serie de instalaciones militares en territorio español. A cambio, España recibió material bélico y ayuda económica y técnica.
Los Primeros Intentos de Apertura (1953-1959)
La situación económica era muy difícil: la producción aumentaba lentamente y el nivel de vida era muy inferior al del resto de los países europeos. Las ayudas americanas eran insuficientes. Se produjeron una oleada de protestas obreras y los primeros movimientos de disidencia en la universidad.
El régimen aumentó la presión de los que defendían un cambio en la orientación económica. Eran conscientes de la necesidad de acabar con la política autárquica y de liberalizar la economía. De este modo, se obligó a Franco a un nuevo cambio de gobierno.
Franco realizó una nueva remodelación del gobierno apartando a falangistas y promocionando a los sectores católicos. Entraron como ministros miembros del Opus Dei, los llamados tecnócratas. Esta generación de políticos, que no había participado en la Guerra Civil, protagonizaría una etapa de intenso crecimiento económico.
La Estructura del Nuevo Estado
Las Leyes Fundamentales
El establecimiento de unas leyes políticas que organizasen el Estado franquista se inició en la Guerra Civil y concluyó con la Ley Orgánica del Estado.
El primer rasgo del nuevo Estado fue la concentración de poderes. Franco era Jefe de Estado y Generalísimo de los tres ejércitos. Era Jefe de Gobierno, presidía el Consejo Nacional y gozaba de poderes excepcionales para promulgar leyes. Se estableció el Fuero del Trabajo, de clara inspiración fascista.
Tras la derrota de las potencias del Eje, Franco promulgó leyes para congraciarse con los aliados. Se instauró el Fuero de los Españoles, que aparentaba que los ciudadanos gozaban de libertades políticas.
La Ley de Sucesión permitió a Franco nombrar un sucesor a título de rey. También se promulgó la Ley de Principios del Movimiento Nacional, que reafirmó el Movimiento Nacional como único partido.
La Democracia Orgánica
Para la construcción del nuevo Estado se inspiró en el Estado corporativista italiano, que organizaba la participación popular a partir de tres unidades básicas: la familia, el municipio y el sindicato.
El sistema fue denominado democracia orgánica, con este nombre se pretendía dar al régimen una cierta legitimidad.
La representación popular en las instituciones del Estado se reguló a partir de la Ley Constitutiva de las Cortes, que definía a las Cortes como el órgano superior de participación. Todos sus representantes (procuradores) estaban formados por ministros y miembros del Consejo Nacional del Movimiento y de la Organización Sindical. Se trataba de una representación corporativa por tercios: el sindical, el de entidades y el de administración local. A partir de la Ley Orgánica surgieron los procuradores por el tercio familiar.
Las Cortes franquistas no eran elegidas democráticamente. Se trataba de un órgano de colaboración con la Jefatura del Estado, ya que Franco controlaba el poder legislativo y tenía derecho a vetar las leyes.
El poder de gobierno se transmitía mediante la institución de los gobernadores civiles. En cada provincia se instituyó un gobernador militar. Se restableció la estructura militar de las Capitanías Generales. Los alcaldes eran elegidos por el gobernador civil.
Los sindicatos verticales dependían de un secretario general con rango de ministro. La Ley de Unidad Sindical establecía que empresarios y trabajadores se integrarían en un mismo sindicato por ramas de producción.
El Estado dictaba las condiciones laborales, que eran extremas, con salarios bajos y amplios beneficios empresariales.
Autarquía y Racionamiento
La Autarquía y sus Efectos
El principal objetivo económico del régimen era conseguir la autosuficiencia (autarquía). Se propugnó el aislamiento exterior y la intervención del Estado en la economía. La política autárquica tuvo tres grandes ámbitos de actuación:
- La reglamentación del comercio interior: Las importaciones y exportaciones pasaron a estar controladas por el Estado. El resultado fue el encarecimiento de los productos que el Estado debía importar (petróleo) y una escasez de bienes de consumo. El desabastecimiento afectó a las materias primas y al suministro eléctrico, lo que provocó un descenso de la producción industrial.
- El fomento de la industria: Para asegurar la independencia militar y política se proclamaron leyes para favorecer la creación de empresas públicas. Se fomentó la industria de bienes de equipo, que recibió ayuda pública. Se nacionalizaron las compañías de ferrocarriles y se creó la Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles (RENFE). Se procedió a la nacionalización de la Compañía Telefónica de España.
- Sector agrario: Los bajos precios oficiales provocaron un descenso de la producción y una disminución de la productividad por hectárea.
El resultado de la política autárquica fue un estancamiento económico. Supuso un freno a las tendencias modernizadoras y comportó una ampliación de las diferencias con los niveles de bienestar de los países de Europa occidental.