Esculturas y Pinturas de la Inmaculada Concepción: Montañés y Murillo

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La Cieguecita de Juan Martínez Montañés

Clasificación: “La Cieguecita”, 1630; talla en madera policromada y estofada, Juan Martínez Montañés; Catedral de Sevilla

Descripción

Se representa a una joven doncella de pie, cuyos ojos entornados miran recatadamente al suelo, ante la imposibilidad de las jóvenes de esta condición de mirar a los ojos. Está sumida en oración, cuya actitud meditativa se aprecia en sus manos apenas unidas por los dedos a la altura del pecho. La acompañan tres querubines que se disponen a sus pies, que se apoyan en una luna con las puntas hacia arriba. Su hermoso y frágil rostro nacarado queda enmarcado por el cabello suelto que cae sobre su espalda, símbolo de la pureza de las doncellas. Viste la imagen túnica estofada que se cubre por un manto, el cual cae desde los hombros y se recoge en diagonal bajo uno de sus brazos.

Características

  • La estética de Montañés está impregnada del más logrado naturalismo, aunque el ligero zig-zag de esta imagen, introducido por el contraposto de su pierna, preludian ya el exacerbado sentimiento de lo barroco.
  • Los pliegues de la talla concepcionista se muestran más angulosos y marcados que en épocas anteriores, introduciendo así un juego de luces y sombras, aunque aún están bastante alejados del movimiento exagerado que alcanzarán en la apoteosis del barroco, de tal forma que apenas sobresalen de la base del triángulo en que se organiza la composición.

Contexto

Juan Martínez Montañés realiza esta obra como encargo del jurado don Francisco Gutiérrez de Molina, quien estaba casado con doña Jerónima Zamudio, una piadosa mujer que quiso consagrar una capilla de la catedral a la Inmaculada Concepción de María a comienzos del siglo XVII, en medio de la batalla mariana estallada en la ciudad por la polémica entre las órdenes religiosas por la defensa de unas y el ataque de otras a la creencia que propugnaba que la Virgen estaba exenta del pecado original desde el primer instante de su concepción.


Inmaculada Concepción de Murillo

Clasificación: Murillo, Pintura barroca española, 1676-78. Museo del Prado, Madrid. Óleo sobre lienzo.

Descripción

El pintor representa a la Virgen como una joven morena, bella, tierna y dulce, flotando suavemente sobre nubes esponjosas, en un gran rompimiento de gloria. Está vestida con túnica blanca y manto azul, con las manos juntas sobre el pecho en actitud de plegaria y la cabeza suavemente ladeada mirando al cielo. A sus pies hay una media luna. Aparece rodeada de juguetones angelotes (hasta 30, unos de cuerpo entero y otros sólo cabecitas). Es una imagen encantadora, llena de gracia y elegancia.

Características

  • Luz: Es la protagonista del cuadro. Murillo emplea una técnica iluminista. Sobre el fondo dorado, radiante, se recorta la figura de la Virgen, envuelta en luz para indicar su carácter celeste. Su rostro y vestido blanco irradian luz. La zona izquierda aparece muy iluminada, mientras que la derecha está oscura.
  • Color: Hay gran riqueza cromática, el colorido es vivo, lleno de matices. Predominan los tonos cálidos, dorados, contrastando con los fríos.
  • Observamos todas las características propias del Barroco: composición movida y dinámica, con predominio de líneas curvas y diagonales; color rico y variado, pero con un color predominante que da unidad al cuadro (el dorado aquí); contrastes de luces y sombras; pérdida de importancia de la línea; realismo y gusto por el detalle; falta de claridad y confusión, etc.

Contexto

Aunque España vive durante el siglo XVII una crisis económica y política, es un periodo de esplendor cultural (el "Siglo de Oro"). Al ser la burguesía casi inexistente, la clientela de los pintores está compuesta esencialmente por iglesias y conventos, ricos y poderosos. Los nobles y la Corte prefieren artistas extranjeros. De ahí que la mayor parte de la pintura sea religiosa contrarreformista. Apenas existe pintura mitológica ni histórica, el paisaje es escaso. Se cultiva el bodegón y el retrato. En la segunda mitad de siglo, por influencia flamenca (Rubens) y veneciana, se desarrolla el barroquismo, un estilo más dinámico y colorista. A este momento pertenece Murillo.

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