Escultura: Canova

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Lo mismo que en arquitectura los modelos los va a suministrar la Antigüedad clásica, más Grecia que Roma. No surgirá, sin embargo, una escultura tan llena de vida como la renacentista, debido al prejuicio de considerar lo clásico como un ideal insuperable que había de copiarse a la letra. Y en efecto apenas hubo otra cosa que imitación de la Antigüedad: temas mitológicos, escultura en mármol y bronce, forma bella y arquetípica. En realidad no interesa sino la belleza puramente formal; el espíritu está ausente.

Debido a su deseo de no perder la serenidad expresiva, y a la generalización del empleo del mármol y del bronce, la escultura neoclásica es de sorprendente uniformidad en todas partes y uno de los estilos más internacionales que ha existido. La escultura monumental pierde la libertad que ha gozado durante el Barroco. Se acoge al nicho o al frontón. La arquitectura domina con su claridad de líneas. El escultor cuida los perfiles para que la figura no desborde, perdiéndose en el ambiente. Por la misma razón se destierra el color y se prefiere el mármol.

Decae la temática religiosa, casi sustituida por la mitológica. Más que religiosidad lo que se procura es una moral pública, de ahí que las figuras aparezcan recatadas y edificantes. Nos trasmiten un bello ideal, una clara propensión a lo sublime. Se acude con frecuencia al desnudo, pero evitando el erotismo. Pese a que la Academia ponía modelos vivos para los alumnos, no se extraían retratos sino "academias", es decir, análisis de formas. Es más, lo que priva como medio de enseñanza es la estatua de yeso. También abunda el retrato como consecuencia del afán de exaltar el espíritu de ciudadanía. Se elimina toda retórica, los personajes han de ser ejemplo de virtud.


ANTONIO CANOVA (1757‑1822)

Después de Bernini es el mayor técnico que ha habido. Su fuerte está en el virtuosismo de la ejecución, pero también en la gracia de la concepción. Calidad sensorial que transmite a sus estatuas, apoyadas en un lustroso acabado que luego patinaba con piedra pómez, desvaneciéndose así el tópico de frialdad con el que tradicionalmente se cataloga cualquier escultura neoclásica.

Formado con escultores barrocos, realiza una primera obra alegórica de la escultura: Dédalo e Ícaro. Bajo los pies de Dédalo descansan las herramientas del oficio, mientras que Ïcaro se pega las alas de cera que le permiten volar. El grupo fue premiado y con el dinero que obtiene marcha a los 22 años a Roma para estudiar los modelos de la Antigüedad clásica, donde depura su estilo bajo la influencia de Mengs y Winckelmann.

Canova no conoce el arte griego mucho más que los renacentistas. Su fuente de inspiración son los museos y colecciones italianas, pues no pudo ver el Partenón hasta 1815, poco antes de morir. Enterados los ingleses de su presencia en Francia como legado pontificio le invitan en 1815 a Londres para que opine sobre los mármoles del Partenón que Lord Elgin había trasladado a Londres. El impacto de Grecia fue tremendo: "He visto los mármoles de Fidias. No tenían nada de afectado, de exagerado, nada de duro, son verdadera carne. Debo confesaros que haber visto estas bellas cosas ha estimulado mi amor propio porque siempre he tenido el sentimiento de que los grandes maestros tenían que haber trabajado de este modo, y no de otra manera". Bajo este efecto realiza las Tres Gracias.

No obstante el gran arte griego del siglo V a. C. influye en él a través de las copias romanas que contemplan Donatello y Miguel Ángel, aunque su estilo apenas tiene semejanza con el de éstos. Se le ha considerado el último gran artista italiano. La vida se le ofreció llena de atenciones, todos los grandes de la época le estimaron más no abusó de su fama y siempre fue modesto.

Los temas mitológicos menudean en su producción: Teseo y Minotauro, Eros y Psique, concebido el tema con extraordinaria delicadeza y compuesto magistralmente, si su gracia es todavía rococó, la claridad de su composición es del más puro neoclasicismo. Hebe, Hércules y Lica, de encendido barroquismo, Perseo, inspirado en el de Benvenuto Cellini por lo que respecta a la composición pero en cuanto a las formas siguiendo al Apolo de Belvedere.

Las tres Gracias. Conjunto escultórico de gran armonía. Las tres diosas enlazan sus cuerpos de equilibradas anatomías creando un conjunto cerrado e íntimo al que no invitan al espectador. Las posturas son elegantes y las superficies pulidas y blancas. Los perfiles de los rostros nos recuerdan a los relieves griegos, especialmente Fidias.

Como Miguel Ángel primero y Bernini después también los papas fueron su clientela. Realizó las monumentales Tumbas de Clemente XIII y Clemente XIV. En ellas impuso un nuevo modelo de tumba. La monumentalidad procede de Bernini, pero destierra la rica policromía y el concepto dramático. La muerte recobra el carácter se símbolo y nada mejor que el mármol blanco para lograrlo. En la de Clemente XIII el Papa adopta un profundo recogimiento con dos leones echados guardando la puerta del sepulcro y la erguida figura de la Fe. La muerte se efigia por medio de un genio, reposado y desnudo, igual que en las tumbas etruscas‑romanas. Una puerta abierta conduce a ultratumba. Estatua orante de Pío VI en el Vaticano. El monumento funerario de María Cristina de Austria, 1798, Viena.

Destacó igualmente en el retrato. En 1802 acudió a París requerido por Napoleón para que le hiciera un retrato de busto, después José Bonaparte le comisiona para una monumental estatua ecuestre de Napoleón. También hizo la gran estatua del Museo de Brera en que aparece heroizado, desnudo y de cuerpo entero, enarbolando el cetro en una mano y una victoria en la otra, cubriéndose su espalda con la clámide militar. Fue escultor de cámara de Napoleón. Leticia Bonaparte. Madre de Napoleón. La representa sentada a la usanza de las matronas romana. Paulina Bonaparte Borghese Hermana de Napoleón, casada con el príncipe Camillo Borghese, tenía 23 años y su seductor atractivo físico hizo que la sociedad francesa la eligiera reina de la belleza. La presenta como Venus victoriosa, tendida sobre una chaise longue de estilo imperio, semidesnuda y con una manzana como Venus triunfante. Jorge Washington. 1821. Retrato sedente vestido como un emperador romano inspirado en el Dionisos del Partenón. Washington aparece renunciando al poder y con ese gesto Canova pretende encarnar la virtud de la honestidad del pueblo americano. Un incendio destruyó la obra que se conoce por una copia en yeso. Otros escultores:

Houdon, gran retratista francés, buscó la psicología de los personajes retratados, como en Voltaire, 1788. Diana cazadora. Thorvaldsen, escultor danés, especialmente influido por Praxíteles, su obra más importante es Jasón, 1803. Júpiter y Ganímedes, 1817.

En España empieza el Neoclasicismo por una fase retardada del espíritu Rococó traído por los franceses que ornamentan los palacios y por los que, pagados por la Academia, marchan a Roma donde entrarán en contacto con la escuela de Canova y tendrán ocasión de contemplar mármoles auténticos de Grecia y Roma, luego enviará sus obras a España como justificación de la pensión. Se afianzará con el afrancesamiento de la cultura española después de la Guerra de Independencia. La escultura de mármol desplazará a la madera policromada cuya muerte produce.

Álvarez Cubero. El Canova español. Defensa de Zaragoza. Defensa de un padre anciano por un hijo joven. Representa la realidad y el mito a la vez. Inspirada en el Galo suicidándose.

Antonio Sola. Daoíz y Velarde, prototipo de la estatuaria heroica española. Inspirado en los Tiranicidas, los héroes se visten con ropas de la época para hacer más nacional su significado.


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