Escuela Bolera y Compositores del Siglo XIX

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ESCUELA BOLERA

Escuela de baile española típica del siglo XIX que surge cuando se fijan académicamente los pasos y figuras de las danzas populares, tales como el fandango, la seguidilla o el bolero, que le da nombre. La transcripción de este repertorio fue realizada por maestros de baile siempre educados en la tradición francesa, la más importante del momento en Europa, por lo que las danzas resultantes, fijas y con coreografías determinadas, fueron una síntesis entre las danzas populares originales y el mayor grado de artificio del ballet francés, que refinó algunos de los movimientos. Algunos bailarines españoles conocedores de esta escuela y técnica acabaron yendo a París, fomentando con ello el interés hacia nuestro peculiar estilo de baile en Francia y en otros países europeos. Al final, pues, las influencias fueron mutuas.

ROSSINI, Gioachino (1792-1868)

Compositor italiano, el más famoso autor de óperas en los comienzos del siglo XIX. Compuso un total de 39 de todo tipo, entre serias, semiserias y bufas, aunque hoy día son estas últimas las más apreciadas. Su estilo combina el belcantismo propio de los italianos con una elaborada orquestación de influencia germánica y una acertada elección de libretos y de situaciones de enredo escénico que recuerdan al Mozart maduro. Su estilo es una combinación del clasicismo final y del primer romanticismo. Entre sus obras más conocidas destacan La gazza ladra, La Italiana en Argel, La Cenerentola, Guillermo Tell y El barbero de Sevilla, tal vez la obra más representada a lo largo de todo el siglo XIX, desde su estreno en 1816.

BERLIOZ, Louis Hector (1803-1869)

Compositor y director de orquesta francés, además de promotor de conciertos y crítico musical, que participa plenamente del movimiento romántico en todas sus facetas (fue muy amigo del escritor Victor Hugo y del pintor Delacroix) Gran admirador de Beethoven, cuyas sinfonías dirigió a lo largo de su vida, fue el primer músico capaz de igualarse a él en el campo sinfónico, a partir del estreno de su Sinfonía Fantástica (1830), en la que se pueden encontrar tres de sus aportaciones básicas a la Historia de la Música: el programatismo musical (empleo de un argumento extramusical como generador de forma y desarrollo de ideas musicales), mucho más desarrollado y consecuente que en algunas experiencias anteriores; el uso de las “ideas fijas musicales” que conducirá al leitmotiv wagneriano; y una cuidada orquestación tanto en número de ejecutantes como en la atención puesta en las particularidades técnicas y sonoras de cada instrumento. Berlioz redactará un Tratado de orquestación imprescindible para las siguientes generaciones.

CHOPIN, Frederyc (1810-1849)

Compositor y pianista polaco del primer romanticismo, establecido finalmente en París. La inmensa mayoría de su obra está dedicada en exclusiva al piano, que en algunas ocasiones estará acompañado por la orquesta. Fue el maestro de la pequeña forma para piano, de carácter y forma libre, unas veces canalizadas hacia el lirismo y otras hacia el virtuosismo, nunca carente de musicalidad. Entre sus numerosas piezas destacan sus colecciones de Nocturnos, Polonesas, Valses, Mazurkas, Impromptus, Preludios y Estudios. Su escritura pianística constituye la base técnica del piano moderno y es un punto de referencia obligatorio para los intérpretes actuales.

VERDI, Giuseppe (1813-1901)

Compositor de ópera italiano, uno de los más famosos e influyentes de todos los tiempos. Tras su triunfo en Italia con sus primeras óperas, a partir de la composición de Nabucco en 1842 su fama se extiende al extranjero y se le considera el sucesor natural de Rossini, Bellini y Donizetti. Al contrario que Rossini, casi siempre se dedicó a la ópera seria, utilizando libretos, habitualmente adaptaciones de obras literarias de reconocido prestigio, que ponían el énfasis en el drama humano. Su música sigue siendo en ocasiones belcantista aunque de orquestación más cuidada, pero pronto evoluciona incorporando un estilo de canto mucho más dramático que trata de profundizar en el sentido del texto. Su estilo melódico sigue siendo italiano, con una melodía natural muy adecuada para el canto, por muy adornada que se halle. Durante la segunda mitad del siglo sus obras fueron el prototipo de la ópera más tradicional, opuesta al nuevo drama wagneriano mucho más denso. Casi todas sus obras siguen en el repertorio actual, si bien podemos destacar el éxito de Nabucco, Rigoletto, La Traviata, El Trovador, Aida, Otello o Falstaff.

WAGNER, Richard (1813-1883)

Compositor y director de orquesta alemán romántico que revoluciona la ópera hasta convertirla en un espectáculo trascendente y total donde música y drama tienen una relación especialmente consistente. Tras sus primeras óperas que aun pueden considerarse románticas (Rienzi, El holandés errante, Tannhauser, Lohengrin) elabora sus teorías sobre lo que debe ser el drama musical, poniéndolas en práctica en sus siguientes obras: Tristán e Isolda, El anillo del Nibelungo (una tetralogía compuesta por cuatro óperas: El oro del Rhin, La Walkyria, Sigfrido y El ocaso de los dioses), Los Maestros cantores de Nuremberg y Parsifal. Entre sus innovaciones musicales cabe destacar el uso continuado del leit motiv asociado a personajes, conceptos, ideas y situaciones, cuya combinación, desarrollo y transformación a cargo de la orquesta apoya el drama narrado por los personajes a través del texto; la continuidad ininterrumpida de la acción suprimiendo las barreras entre los diferentes números musicales, lo que da como resultado una especie de melodía infinita que impide que las emociones se enfríen o que la magia se interrumpa con el aplauso extemporáneo del público; una orquestación densa y colorida que utiliza incluso variedades nuevas de viento metal; una armonía cada vez más cromática que prácticamente disuelve la estabilidad de la música tonal y preludia los ismos del siglo siguiente.

BRAHMS, Johannes (1833-1897)

Compositor del segundo romanticismo alemán, quizá el más trascendental de la segunda mitad del siglo XIX, para muchos el auténtico continuador natural de Beethoven. Su estilo, muy personal, combina un lirismo melódico y una armonía progresista con cierto conservadurismo formal y tímbrico. Respeta, aunque agrandándolas, las formas clásicas de la música pura o abstracta (como la sonata), y pocas veces se sintió tentado por la música programática, y nunca por la ópera, lo que le valió tener muchos detractores entre los seguidores de Liszt o Wagner, la tendencia contraria. Es autor de cuatro sinfonías, dos conciertos para piano y uno de violín, que nunca han dejado de interpretarse. También cultivó con éxito la música de cámara, las piezas de salón y el lied.

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