La épica griega

Enviado por Chuletator online y clasificado en Griego

Escrito el en español con un tamaño de 26,03 KB

1. INTRODUCCIÓN.
La literatura épica canta las hazañas (épos significaría «relato, canto») de los héroes, y también de dioses, gigantes o personajes de cuentos tradicionales. El esplendor del género, como conjunto de narraciones heroicas, se corresponde en la tradición occidental con civilizaciones aristocráticas en las que han de resaltarse los valores guerreros, individualistas y de casta nobiliaria. A diferencia de otras tradiciones literarias, como la española o la francesa, resulta imposible rastrear los orígenes de la épica griega. Las primeras manifestaciones de este género que han llegado hasta nosotros (si bien es muy probable que existieran otras anteriores) son dos poemas de extraordinario valor y calidad literarias, la llíada y la Odisea, atribuidos a Homero (siglo VIII a. C). Se puede afirmar que la literatura occidental nace al mismo tiempo que la epopeya griega antigua, que tiene en la Ilíada y la Odisea las manifestaciones más antiguas de la literatura de transmisión oral.
Con anterioridad a esta fecha no se conserva ningún resto escrito que pueda calificarse estrictamente de literario. La difusión de la poesía épica se realizó mediante el recitado o el canto de los aedos, que constituyeron el principal vehículo de transmisión de la larga tradición épica oral en Grecia. La epopeya griega refleja un mundo poblado por héroes, dioses y, en último término, hombres embarcados en la aventura de vivir y de morir. La llíada cuenta en sus cerca de 16 000 versos el episodio final de la guerra de Troya, un breve intervalo en comparación con los diez años que los aqueos llevaban acampados frente a las murallas de la ciudad. El hilo conductor del poema es la cólera del héroe griego Aquiles (cólera es precisamente la palabra con la que comienza el poema), ofendido por el rey Agamenón, jefe del ejército griego aliado contra Troya, que arrebata a Aquiles la joven prisionera a la que éste ama. La Odisea, que consta de más de 12 000 versos, narra el retorno de Odiseo (Ulises en castellano) desde Troya a su patria. El regreso del héroe al hogar tras pasar un sinfín de peripecias y arrostrar innumerables peligros será un tema recurrente en las literaturas occidentales posteriores. Otra gran figura de la épica arcaica es Hesíodo autor de Trabajos y días, obra de contenido claramente didáctico sobre la agricultura y de Teogonía, poema cosmogónico que relata la genealogía del mundo y de los dioses que integran el panteón heleno. En época helenística, la poesía épica, que cuenta con Apolodoro entre sus cultivadores más destacados, se caracteriza por el gran dominio de las formas métricas y de composición aunque sin alcanzar la hondura moral de la épica antigua.
Tema 1. La épica griega
2
La influencia de la epopeya griega en la literatura posterior occidental es inmensa, tanto por la particular visión del mundo recogida en los relatos míticos contenidos en los poemas épicos como por el modelo de comportamiento social, sentimental o ético que ofrece.
2. CarácterÍSTICAS DEL GÉNERO ÉPICO
La Ilíada y la Odisea presentan diferencias, pero muchas similitudes desde el punto de vista formal. Cabe, pues, hablar de ambas como primeros exponentes de un género literario. Se trata de un género narrativo pese a estar en verso. Con Homero comienza la épica literaria, cuyas carácterísticas son las siguientes: Desde el punto de vista formal
1) Oralidad. Los poemas circulan de boca en boca, se cantan al son de un instrumento musical.
2) Invocación a la Musa, siempre al comienzo, en la creencia de que la inspiración es consustancial al quehacer del aedo y necesaria para llevar a cabo una buena labor.
3) Lenguaje formular. Obviamente la oralidad se apoya en la repetición. Aquiles “el de los pies ligeros”, Atenea “la de los ojos glaucos”, son fórmulas que se repiten siempre que el aedo se refiere a determinados personajes. Con frecuencia, se repiten versos completos. Este tipo de lenguaje es propio de toda poesía oral y fruto de una larga tradición en la que los poetas orales, combinando estos elementos fijos, eran capaces de componer largos poemas de miles de versos a veces y recordarlos fácilmente
4) Uso de ciertos recursos estilísticos, como comparaciones, catálogos (largas enumeraciones de guerreros, pueblos que participan en el combate, etc.), invocaciones a las Musas, digresiones (narraciones o relatos que se alejan de la acción principal), escenas típicas del mundo micénico (realización de sacrificios, celebración de banquetes, preparación del combate, escenificación de duelos entre guerreros, etc) que se repiten siempre en los mismos contextos y sin apenas variación (sobre todo en las escenas de combate). Siempre se ajustan al mismo esquema, lo que no es óbice para que se repitan en toda su integridad
Desde el punto de vista argumental
1) Gestas de guerreros, hazañas y proezas son el contenido básico de la saga oral. Todo un mundo aristocrático, de belicosos guerreros es cantado y exaltado con insistencia e intensidad.
2) La muerte en el combate, la muerte heroica, se ensalza como uno de los valores supremos; de ella derivan la gloria y la fama que perduran más allá de la muerte.
3) La intervención de personajes divinos es también una carácterística de esta épica oral más primitiva. En general, se tarta de una intervención activa en la acción dramática.
Disgresiones y acciones al margen de eje argumental básico hacen con frecuencia que la lectura resulte compleja, si bien proporcionan datos sobre los aspectos de la vida cotidiana de la sociedad de la época.
3. Homero Y LA CUESTIÓN HOMÉRICA.
Los poemas más antiguos de la literatura occidental (y según algunos críticos, los más grandes) son la Ilíada y la Odisea, de Homero. Se trata de poemas épicos, es decir, largos poemas narrativos, compuestos cada uno de ellos por 24 libros o cantos, de extensión variable, entre 450 y 900 versos. Las dos epopeyas hacen referencia a relatos de la edad heroica y tienen como trasfondo la Guerra de Troya. Los griegos atribuían estos dos grandes poemas a Homero. Los estudiosos han demostrado que ambas epopeyas constituyen, en realidad, la culminación de una larga tradición de poesía oral, surgida probablemente en la Edad del Bronce. A lo largo de los siglos hasta su fijación por escrito en el siglo VIII a. C., se habrían incorporado los relatos e interpolaciones que componen los textos que hoy conocemos.
El análisis interno de la Ilíada indica que fue compuesta entre el 750 y el 700 a. C. En Jonia. Muchos de los especialistas coinciden en señalar que la Odisea no fue compuesta por el mismo autor, ya que hay diferencias considerables de estilo y de tono entre los dos poemas. Ambos muestran carácterísticas de la épica oral. Fueron compuestos para ser recitados o cantados en voz alta con acompañamiento de la lira. Los hechos narrados, los temas recurrentes y gran parte de los versos corresponden a las carácterísticas de la poesía épica de transmisión oral, pero la estructura de los poemas, la clara y consistente caracterización
Tema 1. La épica griega
3
de los personajes principales y la atmósfera de cada poema, trágica en la Ilíada, fantástica en la Odisea, son, sin duda, el fruto del genio poético de Homero. Es bastante plausible que, como en muchas obras épicas, la composición de estos poemas fuera el resultado de engarzar diversos cantos de creación y difusión oral que los aedos cantaban como episodios autónomos ante su público. Pero tradicionalmente se atribuye a Homero el genio y la originalidad de la composición y unidad de ambas obras. Apenas existen testimonios fiables del poeta: con toda probabilidad, él mismo era un aedo que vivíó y trabajó en Jonia, según se deduce del predominio del dialecto jonio en sus poemas y del conocimiento bastante preciso de la regíón cercana a Troya. El estudio de la lengua y las referencias de los poemas permiten datar solo de forma aproximada la composición de las obras: la Ilíada, hacia la mitad del siglo VIII, y la Odisea, cerca del fin del mismo siglo. De hecho, las notables diferencias que presentan los dos poemas en la construcción técnica, el estilo, la lengua e, incluso, la concepción del mundo han llevado a algunos estudiosos a afirmar que, en realidad, se trata de obras de autores diferentes, aunque el responsable de la última debíó conocer la llíada; otros, sin embargo, argumentan que tales diferencias se pueden explicar perfectamente como el fruto de la evolución artística desde la juventud a la madurez de un único poeta, Homero. Pero ninguna de las dos posiciones resulta concluyente. Homero, con la Ilíada y la Odisea, supone para nosotros el comienzo de la literatura griega. Aunque algunos autores han llegado a negar incluso su existencia, hoy no cabe duda de que este poeta, de origen jonio (de la ciudad de Esmirna o quizá de la isla de Quíos), desarrolló su labor sobre el siglo VIII a.C., en un momento en que los griegos volvieron a «descubrir» la escritura, alfabética esta vez, tras la caída de la civilización micénica por causa de los dorios. Utilizando la escritura Homero condensó en sus poemas todo un bagaje de leyendas, mitos y héroes que los aedos (ἀνηδό&ómicron; «cantor», término derivado del verbo ἀ&épsilon;ίδσ «cantar») o juglares griegos habían cantado durante siglos. Es decir, este poeta, que también era un aedo, se sitúa en realidad al final de una larga tradición de poesía oral que termina cuando le da forma escrita a parte de esa misma tradición. Con él, por tanto, la épica o epopeya griega se convierte en un género de poesía culta, pasando a ser a su vez maestro indiscutible del género, tanto para griegos como romanos.
4. Homero Y LA TRADICIÓN ORAL.
Por poesía épica se entiende un tipo de poesía narrativa que canta las hazañas de unos héroes pertenecientes a un pasado más o menos legendario y cuyo comportamiento glorioso acaba convirtiéndose en modelo de virtudes varoniles (valor, fidelidad, nobleza, entrega). Es poesía cantada por aedos o cantores profesionales, con acompañamiento musical, ante un público eminentemente popular. Es poesía objetiva, pues el poeta actúa como simple narrador de unos hechos ajenos a él y en los que para nada interviene, de hecho el poeta canta lo que la musa le inspira. En casi todas las culturas la poesía épica tuvo una primera etapa oral, en la que el aedo se limita a repetir, con pequeñas variaciones, una serie de cantos de héroes y personajes míticos que él a su vez ha aprendido de otros aedos, sin que intervenga la escritura. A esta etapa sucede otra en la que el rapsoda, utilizando la escritura, crea sus propios poemas a partir de una serie de temas y motivos legados por la tradición. Ésta es la etapa de poesía culta y es a ésta a la que pertenece Homero. Esta poesía heroica se cantaba en versos de métrica uniforme y ritmo rápido denominados hexámetros, que tenían seis pies métricos y alternaban sílabas largas (_) y breves (͝ ) (__ ͝ ͝ (o __) / __ ͝ ͝ (o __) / __ ͝ ͝ (o __) /__ ͝ ͝ (o __) /__ ͝ ͝ / __ ͝ (o__)
La regularidad métrica es fundamental en la memorización de los poemas y en su transmisión oral de generación en generación. Todos los poemas épicos presentan dos elementos en común: se componen y recitan de memoria, sin ayuda de la escritura, y se cantan con acompañamiento musical. Los poemas son, propiamente, canciones. Precisamente, la oralidad de su difusión determina uno de los rasgos más carácterísticos del estilo épico: los poemas homéricos se hallan salpicados a lo largo de sus miles de
Tema 1. La épica griega
4
versos de construcciones verbales que se repiten una y otra vez para facilitar su memorización. Estas fórmulas épicas suelen ser nombres y epítetos de héroes, como «divino Ulises», «Héctor, el de tremolante casco», «Aquiles, el de los de pies ligeros», etcétera. Pero ¿qué ha añadido entonces Homero a esas líneas maestras de la primitiva épica micénica de tipo oral de cuyas carácterísticas ya hemos hablado?
1) Ante todo una organización dramática del material épico recogido realizando una selección consciente del material que le había llegado por tradición oral.Así creó unos poemas mucho más largos que los cantos de los aedos, organizados alrededor de las peripecias de un héroe principal con las que se entrecruzan las de muchos otros personajes menores. Introdujo más intensidad y dramatismo en la acción.
2) Una dimensión humana, de la que carecen muchas de las sagas orales. Homero «humanizó» deliberadamente a sus héroes, dotándoles de virtudes tales como el amor a la patria, al amigo, etc.
3) Un verso perfecto, el hexámetro dactílico, lleno de armónía.
4) Una lengua de un colorido y una sonoridad prodigiosas.
5) Algunos recursos literarios esbozados en la fase oral de la tradición son elevados a la categoría de auténtica etiqueta de estilo: comparaciones desarrolladas, símiles, etc.
5. LOS POEMAS: LA ILÍADA Y LA ODISEA.
4.1. La Ilíada.
Tanto la Ilíada como la Odisea se hallan divididas en veinticuatro cantos, con una extensión cada uno entre los 400 y 900 versos. En la Ilíada no estamos solo ante una serie de batallas y episodios bélicos entre aqueos y troyanos delante de Ἴιηνλ; tampoco es la narración de la cólera de Aquiles y sus nefastos efectos sobre su bando, como la muerte de su amigo Patroclo, y luego sobre el contrario, como la muerte de Héctor. Ante el telón de fondo de una campaña emprendida por los griegos contra Troya, destaca la idea de la debilidad del hombre, sometido a poderes superiores. A poco que uno se detenga a examinar el argumento, verá que no se trata de estampas sueltas e inconexas. Evidentemente la cólera de Aquiles tiene una causa que se expresa en el canto primero y unas consecuencias que llevan a la muerte de Héctor y su posterior sepelio. Las acciones que se derivan de las diversas decisiones se van encadenando perfectamente en una relación lógica hasta llegar a l final. Así, el canto XI es el centro que marca el punto de inflexión en el que lo acontecido hasta entonces puede contribuir a explicar lo que va a venir después. Preparación o anticipación y retardación son palabras clave para explicar la unidad de la obra. La estructura de la Ilíada, por más que parezcan enturbiarla digresiones y añadidos, es de tipo claramente arquitectónico. La acción se sitúa en el décimo año de la guerra de Troya, cuando estalla la cólera de Aquiles, joven rey tesalio, caudillo de los mirmidones, que se enfrenta al rey de reyes Agamenón. El sacerdote de Apolo, Crises, acude al campamento aqueo para rescatar a su hija Criseida, cautiva de Agamenón. Éste la excusa y Apolo castiga a los aqueos con una peste cuya causa hace pública Calcante a instancias de Aquiles. Agamenón se encoleriza y accede a devolver a Criseida a cambio de quitarle a Aquiles su cautiva Briseida. Tetis, madre de Aquiles, consigue que Zeus favorezca a los troyanos, para hacer pagar así el ultraje contra su hijo, el cual se retira a sus naves. Ante las continuas derrotas, presionado, accede el héroe a que su amigo Patroclo tome sus armas y ahuyente a los troyanos pero muere al enfrentarse a Héctor, hijo predilecto de Príamo, rey de Troya. La muerte de Patroclo hace volver a Aquiles a la lucha. Reconciliado con Agamenón y pertrechado con su armadura divina se lanza al combate dando muerte a Héctor, cuyo cadáver es arrastrado ante los muros troyanos. Honrada la memoria de Patroclo con funerales, el anciano Príamo acude de noche hasta la tienda de Aquiles, a implorar el rescate del cadáver de su hijo Héctor. El héroe accede al rescate que recibe las merecidas honras fúnebres. Frente a la Odisea, el poema que exalta el deseo de sobrevivir, que refleja un mundo muy humano y apacible en el que se espera que el héroe Odiseo regrese a su patria, la Ilíada es el poema épico de los fuertes contrastes, en el que alternan los ejemplos de los más altos ideales del mundo aristocrático con símiles de la vida cotidiana, como el de la madre que aparta una mosca del rostro de su hijo que duerme en la cuna. Se hacen compatibles las sangrientas batallas a orillas del río Escamandro y la escena de intimidad familiar y ternura entre Héctor y Andrómaca.
Tema 1. La épica griega
5
Homero ha pintado en la Ilíada la gran escuela de la vida: dioses, padres, hijos, jóvenes, viejos, mujeres; la violencia, la venganza, la muerte, el dolor, la amistad, los resentimientos, la discordia, la concordia, el éxito, el fracaso...; la vida, en una palabra. ¿Qué significan la muerte, la fama, la gloria, el destino? ¿Para qué sirven la fuerza, la violencia, el diálogo, el razonamiento? ¿Puede tenerse todo en la vida? ¿Era Agamenón el más poderoso y por ello el más feliz del mundo? ¿Vale más la sangre de una diosa que la de una mujer mortal? ¿Son los segundos más listos que los primeros? ¿Por qué tienen más suerte los que no se esfuerzan ni trabajan? ¿Puede una mujer seducir a cualquier hombre? ¿Son los encantos de Afrodita los que pierden a los hombres? ¿O son los de Atenea? ¿O los de Hera? ¿Qué vale la vida de un hombre? ¿Tienen cabida en una sociedad guerrera la amistad, la hospitalidad, el amor? Todas estas preguntas reciben en la Ilíada cumplida respuesta. Siempre es la misma. Cambian las generaciones, progresa la técnica, y, sin embargo, el alma humana, la vida humana permanecen.
4.2. La Odisea.
La Odisea es un relato de aventuras que gira en torno a la figura de Ulises (nombre latino del griego Odiseo), uno de los héroes que contribuyeron a la destrucción de Troya. Al igual que en la Ilíada, el autor centra los acontecimientos en un episodio que dará cohesión a las diferentes aventuras del héroe: el regreso a su hogar, Ítaca, y la recuperación de su reino. La estructura narrativa del poema es más compleja, por cuanto las digresiones suponen simultanear dos acciones (Ulises, por una parte, y Telémaco, su hijo, que lo busca, por otra) y un salto temporal en el que el propio Ulises pasa a ser el narrador de sus aventuras pasadas. Al comienzo del poema, Ulises se encuentra en la isla de la ninfa Calipso, quien ha de dejarlo marchar tras decidir los dioses, a petición de Atenea, permitirle el regreso a su hogar. Pero en Ítaca, su esposa, Penélope, se encuentra asediada por pretendientes, que dan al héroe por muerto y le exigen que elija a uno de ellos como esposo, mientras consumen la hacienda de la familia. Ante esta situación, Telémaco, el hijo de ambos, decide partir en busca de noticias de su padre a los reinos de otros héroes que volvieron de Troya, como Menelao y Néstor. De regreso a su patria, Poseidón hace naufragar a Ulises, quien recala en el país de los feacios. Allí, su rey, Alcínoo, lo acoge con hospitalidad y, al reconocer al héroe, éste relata sus infortunios desde la partida de Troya: la sucesiva pérdida de su flota y sus compañeros entre tempestades; los enfrentamientos con seres monstruosos, como el cíclope, los lestrigones, las sirenas o Escila y Caribdis; la ira de Helios cuando devoran sus bueyes sagrados, o la transformación en cerdos a manos de la maga Circe. Al terminar su relato, los feacios lo obsequian generosamente y, después de un viaje milagroso, llega a Ítaca. Odiseo regresa a su palacio disfrazado de mendigo y, con la ayuda de Telémaco y un fiel sirviente, da muerte a los pretendientes y se reúne por fin con Penélope. El tono de la Odisea es, indudablemente, menos guerrero que el de la Ilíada, de modo que la obra, más que a la exaltación de los valores aristocráticos, responde a la estructura tradicional del cuento de aventuras. Las diferencias con el poema de Troya se extienden, lógicamente, a una mayor presencia del mundo doméstico y de estratos sociales más diversos que los héroes y los dioses. Incluso la actitud de los inmortales resulta muy diferente: frente a las actuaciones bastante crueles y caprichosas de los dioses en la guerra de Troya, que en ocasiones parecían buscar la mera diversión, en la Odisea sus intervenciones están guiadas por motivaciones más éticas y por la búsqueda de justicia. Destaca la cantidad y variedad de episodios de la Odisea frente a la sencillez y economía de construcción de la Ilíada. La Odisea fue concebida con mayor vaguedad e imprecisión, hasta el punto de que a veces parecen tener mayor importancia en ella los episodios particulares que el argumento central.
6. LENGUA Y ESTILO
La Odisea, al igual que la Ilíada, está escrita en hexámetros. Su lenguaje sigue siendo formular, artificial, mezcla de varios dialectos, si bien en la Odisea aparecen más rasgos propios del jonio que en la Ilíada. Aunque el fondo del relato es totalmente distinto, el Realismo sigue marcando también este poema. Las descripciones de los palacios de -Alcínoo, Néstor y especialmente Menelao- son detallistas. La narración, ágil, viva, llena de matices coloristas. Sigue manteniéndose las llamadas “comparaciones desarrolladas” tan propias del autor.
Tema 1. La épica griega
6
Hay empleo del estilo directo, la narración en primera persona. Pero a diferencia de la monotonía que a veces nos abruma en la Ilíada con tantas estampas guerreras, aquí la variedad es constante. Salimos del campo de batalla y pasamos al mar, con sus islas, sus rocas, sus naves, sus pintorescos y fantásticos habitantes y, después, a tierra firme. Los rebaños, las dependencias de palacio, las labores cotidianas. La fisonomía espiritual de la Odisea es diferente. Nos habla más de lo cotidiano, lo rutinario en apariencia. La Odisea es un buen documento para conocer los interiores de la civilización micénica. Si la Ilíada prefería pintar exteriores, la Odisea se complace en mostrar la intimidad de los personajes que habitan en un palacio micénico. Igualmente, es un documento curioso, tal vez inexacto, sobre la navegación y sus carácterísticas en el segundo milenio antes de Cristo. La Odisea, al igual que la Ilíada, no es otra cosa que una gran escuela de la vida. Pero aquí la vida se concibe como una navegación, como una aventura. Nadie más que uno mismo puede pilotar su propia barca, su propio destino. Los compañeros y los amigos acompañan, pero Odiseo llega solo a Ítaca; frente a Penélope, Odiseo está solo. Es uno mismo quien tiene que tomar las decisiones importantes. Odiseo sale de Ítaca, llega a Troya y vuelve a Ítaca. El punto de partida y el de llegada son el mismo. Odiseo no es un aventurero, es un luchador. Sabe muy bien que va al punto del que partíó, y no ceja hasta llegar al final –que no es Ítaca, sino el lecho de Penélope–. De Ítaca, pues, a Ítaca; de la cuna a la tumba, la vida entera. Y la vida sentida como un cúmulo de experiencias de las que siempre se extraen conclusiones; unas positivas, otras negativas. El Odiseo que regresa es mucho más sabio que el que parte; ha vivido mucho más, tiene mucha más experiencia, ha conocido gentes, países. Ha contrastado formas de vida además. Odiseo ha superado una serie de dificultades, a base de ingenio, tesón, fuerza de voluntad y capacidad de sufrimiento. Estos son los valores que se subrayan en el poema.
7. DIOSES Y HÉROES
Los poemas homéricos, aunque por su tema se refieren al mundo micénico, en realidad reflejan el mundo griego del siglo VIII a.C., la época en que los regíMenes aristocráticos se encuentran en pleno desarrollo, en que se están formando las polis, en que se ha iniciado la colonización del Mediterráneo y por tanto los contactos con tierras lejanas. De otro lado, dos son los protagonistas principales de los poemas: los dioses y los héroes, el mundo divino y el humano. Los dioses homéricos se asemejan a los hombres por su aspecto, pasiones, vicios y virtudes -es decir, son antropomórficos-; sólo se diferencian por su inmortalidad y por ser superiores a los hombres en fuerza, belleza o inteligencia. Llevan una vida feliz y despreocupada en el Olimpo, y la propia guerra de Troya, en la que a veces intervienen, es para ellos algo sin importancia. Por encima de los dioses hay un poder absoluto, irracional, que escapa a su control, el Destino. Éste se entiende como un cierto orden de los acontecimientos, que puede ser conocido mediante oráculos y predicciones, pero que nadie puede alterar, ni siquiera los propios dioses. Los dioses homéricos, que vienen a ser encarnación de las fuerzas de la naturaleza, actúan colectivamente como garantes del destino y, por lo tanto, del equilibrio del mundo, y así castigan las transgresiones de ese orden protagonizadas por los hombres. En cuanto al mundo humano, éste está representado sobre todo por los héroes, seres que cuentan entre sus antepasados con algún Dios, dotados de gran fuerza, belleza o inteligencia, superior a la de un hombre pero menor que la de un Dios, y carentes por supuesto de inmortalidad. A diferencia de otras epopeyas, la épica homérica presenta, como ya se ha dicho, a unos héroes muy «humanos»: apenas intervienen monstruos o elementos mágicos, sufren y mueren como los hombres y encarnan virtudes como el patriotismo, la amistad o la fidelidad.
En su actuación, el héroe homérico se ve sometido a un doble condicionante: el Destino y la propia intervención divina. Contra el primero nada puede hacer, pues es inexorable; respecto al segundo, es habitual ver a los dioses intervenir en las acciones de los hombres -por ejemplo, dando o quitando la fuerza a un guerrero en pleno combate-; también a veces el hombre que comete una acción indigna atribuye su decisión última a un Dios. Sin embargo, hay también ocasiones en que es el hombre
Tema 1. La épica griega
7
solo el que debe decidir y buscar una salida por sí mismo. Todo ello nos lleva a plantear el problema de la libertad en Homero: en realidad, aunque los dioses intervienen en la vida de los hombres, es el hombre el que al final decide si actúa o no, por lo que le queda un cierto margen de libertad.

Entradas relacionadas: