Entrenamiento Deportivo y Revolución Industrial: Claves para el Rendimiento y el Progreso
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Entrenamiento Deportivo: Claves para el Rendimiento
El entrenamiento es un proceso de trabajo continuo, organizado y estructurado que incrementa las capacidades físicas, técnicas, tácticas y de juego. La mejora de las cualidades físicas produce un aumento de la eficacia técnica de los gestos deportivos. El entrenamiento es eficaz si provoca en la persona que entrena modificaciones apreciables.
Elementos del Entrenamiento
- Volumen: Cantidad de ejercicio, juegos, series, repeticiones, tiempo de trabajo, etc.
- Intensidad: Calidad del entrenamiento medido en porcentaje de carga, velocidad, régimen cardíaco, etc.
- Recuperación entre esfuerzos.
- Frecuencia de entrenamiento que asegure la continuidad.
- Métodos de trabajo empleados.
Objetivos del Entrenamiento
Los objetivos del entrenamiento se pueden resumir en uno: aumentar el rendimiento. Para ello tenemos que conseguir:
- Mejorar el estado general del organismo.
- Reducir el peso superfluo y evitar daños o lesiones.
- Retardar el deterioro de las capacidades debido a la edad.
- Disponer el organismo para el trabajo técnico y táctico.
Adaptación Orgánica al Entrenamiento
El entrenamiento constituye un estímulo que provoca en el organismo unos cambios adaptativos. Un esfuerzo produce en los diferentes sistemas orgánicos una ruptura del equilibrio que se manifiesta con una fase de agotamiento o debilidad. Posteriormente aparece una recuperación que alcanza niveles superiores al inicial. A esta respuesta se la denomina supercompensación.
El ascenso progresivo del rendimiento se consigue con la aplicación metódica del entrenamiento. La intensidad del entrenamiento es otro de los elementos a observar. Para que se produzcan progresos observables en el rendimiento, los entrenamientos o estímulos serán idóneos, ya que si son demasiado suaves no producen mejoras.
Para medir la intensidad del entrenamiento se usa esta fórmula: C.E = V (Volumen) x I (Intensidad). Si se pregunta cuál es la intensidad idónea, hay que poner 147 p.p.m y se justifica así: Esto es debido a que al aplicar esta fórmula "C.E = (F.C.M. - F.C.R) x 60% + F.C.R" da ese resultado. Para realizarla es así: C.E. = (F.C.M. (que es igual a 220 - edad (15)) - F.C.R. (que es 60)) x 60% + F.C.R (que es 60) = (205 - 60) x 60% + 60 = 145 x 60% + 60 = 87 + 60 = 147 p.p.m.
Revolución Industrial: Motor del Progreso Tecnológico
Principios muy sencillos pero eficaces fueron sustituyendo al trabajo manual y modificando los antiguos sistemas artesanales. Cada progreso técnico implicaba un aumento de la productividad y una disminución de los costes de producción, lo cual permitía vender más barato, aumentar la demanda y obtener mayores beneficios.
Las primeras máquinas que se introdujeron estaban accionadas por la fuerza humana y, posteriormente, por energía hidráulica. Pero la fuente de energía que revolucionó la producción y los sistemas de transporte fue el vapor. La máquina de vapor, inventada por James Watt en 1769, usaba el carbón como combustible y permitió el abandono de las energías tradicionales, convirtiéndose así en el símbolo de la Revolución Industrial.
Sistema Fabril y División del Trabajo
La mecanización y la introducción de nuevas fuentes de energía impulsaron la generalización del sistema fabril de producción. Este consiste en la concentración de los obreros y las máquinas en grandes edificios industriales: las fábricas, donde, a diferencia del sistema artesanal, tiene lugar la división del trabajo, es decir, cada obrero realiza tan sólo una pequeña parte de la cadena de producción.
Industria Textil: Pionera de la Mecanización
En Gran Bretaña, el primer sector en mecanizarse fue la industria del algodón, primero en el hilado y después en el tejido. En el siglo XVIII existía un gran comercio de "indianas", un tejido de algodón estampado procedente de la India. Pero el gobierno británico prohibió su importación y con ello estimuló la producción de este tejido en el interior del país.
Para poder fabricar más cantidad, empezaron a aplicarse una serie de innovaciones. Una de las primeras fue la lanzadera volante (1733), que aumentó la velocidad del proceso del tejido. Más adelante surgieron nuevas máquinas de hilar que incrementaron la producción de hilo. Finalmente, el telar mecánico (1785) completó el proceso de mecanización textil.
Carbón, Hierro y Acero: La Importancia de la Siderurgia
Otro sector pionero de la industrialización fue la siderurgia. Anteriormente se producía hierro, pero en cantidades pequeñas, ya que los hornos funcionaban con carbón vegetal, de escaso poder calorífico. El invento que permitió una mayor producción de hierro fue la utilización, por Darby (1732), del carbón de coque, de gran potencia calorífica. Más tarde, Bessemer inventó un convertidor para transformar el hierro en acero.
La demanda de hierro para útiles agrícolas, máquinas y ferrocarriles estimuló el surgimiento de nuevos procesos: eliminación de escorias, fabricación de láminas de hierro, etc.
Revolución de los Transportes: Ferrocarril y Barco de Vapor
El incremento de la producción agraria e industrial no tenía sentido si no era posible hacer llegar las mercancías a la población. Una serie de innovaciones revolucionaron los transportes y permitieron el aumento del comercio.
Desde mediados del siglo XVIII, en Gran Bretaña, y en buena parte de Europa, se produjo una mejora en las vías de comunicación tradicionales (caminos, navegación fluvial…). En sus inicios, el ferrocarril se utilizaba en las minas para transportar el mineral.