Entendiendo la Seducción en la Terapia: Estrategias para Terapeutas
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Paciente Seductor
Las actitudes seductoras de los pacientes pueden tener su origen en un estilo de personalidad histriónico, cuyo rasgo habitual se caracteriza por una excesiva necesidad de gustar y agradar. Por lo tanto, esas manifestaciones en el ámbito de la terapia suelen estar al servicio de satisfacer esas tendencias. Por otro lado, la seducción puede representar una modalidad de resistencia.
En cualquiera de las situaciones planteadas, es común que el terapeuta experimente una sensación de irritabilidad, ansiedad, enojo e incomodidad, o también que se sienta tentado a violar los límites de la ética profesional, afectando negativamente su capacidad de maniobra durante el proceso de la psicoterapia.
Por ejemplo, un paciente puede decir a una terapeuta: “Le quiero confesar algo, no imaginaba encontrarme con una psicóloga tan joven y atractiva como usted, me siento gratamente sorprendido”. La terapeuta puede responder desde el contenido del mensaje, diciendo: “Muchas gracias, es usted muy amable”. A veces, esa intervención es suficiente para continuar con el proceso de la entrevista.
Pero también es posible que el paciente sostenga esa postura, agregando el siguiente comentario: “Disculpe, pero no puedo dejar de mirarla y de asombrarme por su encanto”. Frente a esa nueva situación, se sugiere que la terapeuta realice una intervención un poco más desafiante. Por ejemplo: “Me parece importante que, antes de continuar con la consulta, podamos dialogar acerca de lo que está sucediendo entre usted y yo, de modo tal que podamos establecer un acuerdo para poder seguir adelante con la sesión. En principio, y como psicóloga, considero conveniente hacerle saber que, si usted utiliza el tiempo de la entrevista para hablar de mí, seguramente las sesiones no servirán de nada, porque sencillamente, usted no solicitó el turno ni pagó para eso. Por lo tanto, me pregunto, en qué medida esto que le está sucediendo con respecto a mí será un impedimento para continuar con el desarrollo de la sesión, porque de ser así, considero, por lo que le acabo de expresar, que deberíamos detener aquí la entrevista. Pero si usted está de acuerdo, podemos intentarlo una vez más, aunque tengo la impresión, por lo que ha sucedido hasta ahora, que le va a resultar difícil concentrarse en su problema, por lo que estimo altamente probable que, si decidimos continuar, usted vuelva a expresar lo mismo. Entonces, si esto sucede, será para mí un indicador claro de que debemos suspender la entrevista”.
Si la terapeuta prefiere interpretar la seducción como una modalidad de resistencia, entonces podrá expresar, por ejemplo: “Usted prefiere hablar de mí para no tener que ocuparse de su problema”.