Empirismo y Causalidad en la Filosofía de Hume

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En pleno siglo XVIII, el problema epistemológico sobre qué puede conocer el hombre continuaba vigente. Es por ello que Hume, en quien nos centraremos ahora, decide crear una ciencia del hombre, enfocada desde el empirismo. Intenta establecer unos principios generales basados en la observación y experimentación que definan qué es el hombre y cuáles son las causas de su proceder. Para ello, considera necesario construir una doctrina sobre el origen y el fundamento del conocimiento, que corrija a los antecedentes empiristas y racionalistas y que defina la naturaleza de las verdades que asumimos.

Hume afirma que el hombre es un ser racional dominado por sus pasiones, de las cuales es esclava la razón, y que el escepticismo es consecuencia de poner en contradicción la filosofía tradicionalmente aceptada y de la imposibilidad de establecer algo definitivo. Su filosofía, por tanto, se opone a toda doctrina guiada por hipótesis asumidas sin fundamentos empíricos, considerando necesario analizar el conjunto de acciones morales y políticas, así como la idea de sustancia, esencia, existencia e identidad personal.

La epistemología que emplea es continuación del empirismo británico, y en sus manos cobra fuerza (escepticismo) la experimentación, observación e indiferencia causal, para establecer lo que puede ser conocido por el hombre y considerado fundamento del conocimiento humano. Así pues, dado que las ideas (realidades abstractas que nos guían en el conocimiento) y su origen son el punto de partida en la problemática del conocimiento, Hume, una vez logra establecer y definir dichas ideas, pasa a explicar cómo se asocian entre sí (semejanza, contiguidad y causa-efecto) y a exponer sus diferentes relaciones, de las cuales surgen, a raíz de la fantasía, nuevas ideas que constituyen todo nuestro conocimiento.

La Causalidad en Hume

Como bien sabemos, el hombre encuentra en la causalidad el fundamento para la regularidad de la naturaleza y la predicción del futuro, puesto que ve una conexión necesaria entre dos sucesos. En relación con ello, nuestro autor pretende explicar los fenómenos y cambiar nuestra forma de entenderlos, no aquello que son. No desea anular nuestra racionalidad ni sumirnos en el escepticismo, sino atacar a los racionalistas, hacernos ver que el conocimiento está bien fundamentado y que debemos asumir nuestras limitaciones.

Percepciones, Impresiones e Ideas

Comienza hablándonos de percepciones, impresiones e ideas:

  • Las percepciones son contenidos mentales de los que se tiene conciencia por los sentidos, la reflexión, el pensamiento y las pasiones (fuerzas instintivas humanas).
  • Hay dos tipos de percepciones: impresiones e ideas.
  • Las impresiones son percepciones vívidas surgidas a raíz de sentir una pasión o percibir un objeto por los sentidos. Son manifestaciones internas anteriores y causa de las ideas (por tanto, innatas), propias de la naturaleza humana.
  • Las ideas son percepciones suaves y débiles surgidas de reflexiones sobre las impresiones. Cada una tiene su aparición en una impresión correspondiente (no son innatas), puesto que, en caso contrario, carecerían de significado (principio del empirismo).

¿Qué es la Causalidad?

Ahora bien, ¿qué es la causalidad? Es el principio de conocimiento que explica y justifica lo ya ocurrido y predice lo que ocurrirá al considerar que los fenómenos tienen relaciones y que unos son producidos por otros. Parece decirnos que existe una conexión necesaria entre causa-efecto, de modo que ambos están atados indisolublemente, lo cual hace que parezca una relación de ideas y no una cuestión de hecho. Esta es un conocimiento a posteriori (basado en la experiencia) que expresa algo contingente (probable) y que es ampliativo del conocimiento. La relación de ideas, por el contrario, es un conocimiento a priori (no basado en la experiencia) que expresa lo necesario y no es ampliativo del conocimiento. Hume trata de romper la idea de "vínculo necesario" (aunque sí habla de conexión entre mente y materia) e indica que todo lo referente a los hechos es contingente, porque lo contrario conduce al dogmatismo. Solo ve, como circunstancias de la causalidad: contiguidad (causa y efecto se producen en espacio y tiempos próximos), prioridad temporal (de la causa, seguida del efecto) y conjunción constante (todo objeto similar a la causa provoca un efecto similar); nada más. Por lo tanto, la causalidad es una cuestión de hecho, pues, en caso contrario, podríamos inferir cualquier efecto a pesar de no haberlo visto nunca (algo imposible).

Inferencias y Deducciones

Así pues, las inferencias (razonamientos inductivos que, basándose en la probabilidad, infieren un resultado adelantado, nuestro juicio) no son posibles sin varias experiencias anteriores. Admiten lo contrario sin incurrir en contradicción y difieren de las deducciones (razonamientos que equivalen a demostraciones, puesto que, partiendo de unas premisas seguras, llegan a una conclusión, no pudiendo concebir lo contrario). No obstante, para realizar inferencias basadas en experiencias anteriores es preciso creer que la naturaleza seguirá actuando en el futuro tal y como lo está haciendo hasta ahora, pero que esto vaya a suceder no puede ser demostrado: lo posible no puede demostrarse ni como verdadero ni como falso si no es por experiencia, ni siquiera por inferencias, al estar estas construidas bajo tal principio, que es lo que se quiere demostrar. Por otro lado, las fuerzas por las que actúan los cuerpos nos son desconocidas (solo conocemos sus manifestaciones externas). Ello nos lleva, irremediablemente, al escepticismo, pese a que el sentido común que nos transmite la naturaleza nos impide serlo de forma radical (no podríamos, si no, conocer ni comunicar nada).

Sustancia, Deidad y Geometría

Hume no concibe la idea de Deidad y considera que tan solo lo individual existe, por lo que no hay ideas generales abstractas. Además, el hombre no tiene impresión alguna de la sustancia (material o espiritual), por lo que ésta carece de significado (todo ello es su desacuerdo frente a los cartesianos). En relación con la geometría, rechaza su exactitud criticando la teórica y racional divisibilidad del espacio.

Libre Albedrío, Determinismo y Asociación de Ideas

Desde la perspectiva de la relación causa-efecto ya vista, cabría analizar conceptos tales como libre albedrío, determinismo en la voluntad y principio de asociación de ideas: Hume, claro defensor del determinismo (en la voluntad), considera que cada acción humana tiene una causa, hay unión entre acción y motivo e inferencia de la mente que los une, y, en base a esto, establece una conexión necesaria entre ambos (la voluntad es necesidad, y, si no, la vida sería imposible). Por libre albedrío entendemos la libertad de la voluntad, pero, al suprimir la necesidad, es suprimida toda causa, y hablaríamos, pues, de azar o indeterminación. Claro que en la naturaleza no hay indiferencia, sino necesidad, dice Hume. Por último, y a pesar de que la imaginación tiene un gran poder sobre las ideas, el principio de asociación de ideas dice que los principios que las unen, separan y vinculan son: semejanza (la similitud induce a pensar en una cosa semejante), contiguidad (el ver, por costumbre, dos cosas siempre en el mismo espacio hace que, al evocar una, pensemos en la otra) y causalidad (en el sentido de que el saber que algo es causa de otra cosa hace que pensemos en el efecto al conocer la causa).

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