El efecto de inmersión de la Fundación

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Efecto de inmersión.


Los procedimientos técnicos son uno de los mayores aciertos de esta obra.
Un procedimiento
técnico muy importante en relación con su estructura es el denominado efecto de inmersión que nos introduce en la mente del protagonista imponiendo ese punto de vista al espacio escénico.

Toda la obra está envuelta en este procedimiento, ya que los lectores o espectadores de la obra sólo vemos y oímos lo que Tomás ve, oye y entiende. Nuestra percepción de la realidad queda limitada a la del propio Tomás, con lo cual el autor nos obliga a compartir la locura de Tomás, a sumergirnos en su mente. La consecuencia de este procedimiento dramático es no solo la de suprimir la distancia escena/sala, uniendo ambos en un solo y nuevo espacio, sino también la del “extrañamiento”, la de una nueva forma de distanciamiento.

En efecto, la consecuencia de tal efecto de inmersión no es tan sólo la de situarnos en la conciencia de Tomás, único punto de vista de acceso al mundo creado en la escena/sala, sino la de distanciarnos de nosotros mismos: no estamos locos, pero oímos y vemos a través de la locura de Tomás. Lo que el autor persigue es que el espectador viva con el personaje el regreso desde el mundo idílico de una “Fundación” prestigiosa y confortable al cruel mundo de la prisión, la tortura,

la delación, la violencia y la muerte. Todo esto el espectador no lo conoce sino muy avanzada ya la obra, conforme el joven Tomás va volviendo a la razón y admitiendo la realidad tal como es, con su dramatismo y su dureza.

El público contempla esa realidad con la misma lentitud con la que el protagonista la va reconociendo, hecho que contrasta con las obras que muestran una linealidad cronológica. Por medio de esta técnica, Buero denuncia lo pobre y equívoco de nuestra sociedad y, en cierto modo,

está practicando la comprensión hacia el delator, al que el público, cómplice del personaje por compartir sus mismas experiencias mentales, llegará a entender y perdonar como quiere el noble Asel.

El arte es el protagonista de otras técnicas de inmersión de La Fundación. Por una parte, la música inicial de Rossini, al inicio y al final; por otra, los distintos cuadros a los que alude Tomás. Por la descripción que éste va haciendo –ya que el libro donde supuestamente están las pinturas es imaginario-, Tulio –persona con gran cultura- identifica los cuadros y corrige los errores de Tomás. Es destacable que Tulio esté verdaderamente interesado por los “hologramas”, así los define

“imágenes que deambulan entre nosotros… De bulto… Y no son más que proyecciones en el aire: hologramas.” Lo que a Tulio le interesa como adelanto técnico, le sirve a Buero Vallejo como símbolo de la frágil frontera entre realidad y ficción. Como en el mito platónico de la caverna, nos hace pensar hasta qué punto lo que perciben nuestros sentidos es ilusión o realidad. Berta es, en ese sentido, casi un holograma que en escena existe únicamente en la mente de Tomás. Los efectos de inmersión apuntan hacia una definición del mundo como algo engañoso y a una

concepción perspectivística de la vida (como la suma integrada de puntos de vista o perspectivas). Esto provoca el “engaño a los ojos”, el juego del ser y del parecer, y se observa sobre todo en momentos en que tiene lugar la aparición y desaparición de objetos (televisor, cajetilla de tabaco,

lamparilla, escoba...), y los movimientos y transformaciones de otros. La mutación final es el desvelamiento de la realidad: vivimos en un mundo engañoso que pretende ocultarnos la cara trágica de la vida: la muerte, el hambre, las injusticias…Nuestra sociedad es una cárcel con apariencia de mundo feliz y debemos decidir si verla como Fundación consoladora o encierro contra el que luchar.


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