El dominio musulmán en la Península Ibérica: etapas y consecuencias

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El dominio musulmán sobre la Península Ibérica pasa por las siguientes etapas:

  • Emirato dependiente de Damasco (711-756)

    Durante este período de asentamiento inicial, Al-Andalus es una provincia o emirato del imperio islámico con capital en Damasco y con los Omeyas como califas. La máxima autoridad era un gobernador: emir o walí puesto por Damasco. Su primera capital será Sevilla, pero pronto pasará a Córdoba.

  • Emirato independiente (756-929)

    Tiene su origen en un cambio de dinastía en Damasco: los Omeyas son asesinados y sustituidos por los Abbasidas (que trasladan el califato a Bagdad), pero un superviviente Omeya consiguió llegar a Al-Ándalus y se autoproclamó emir independiente con el nombre de Abd-al-Rahman I, convirtiéndose en el jefe político pero no religioso (se reconoce al califa de Bagdad). Fue una etapa de consolidación del poder musulmán estimulándose el desarrollo político, administrativo, económico y urbanístico. No faltaron las tensiones sociales, no sólo entre los grupos musulmanes (entre árabes y bereberes), sino también con la población cristiana (mozárabes -cristianos que vivían en Al-Andalus- y muladíes - cristianos convertidos al Islam-) y judía.

  • Califato de Córdoba (929-1031)

    Comenzó cuando Abd-al-Rahman III (912-961) se autoproclamó califa (929), lo que suponía la independencia tanto política como religiosa de Al-Ándalus del resto del imperio. Pacificó a su pueblo y organizó numerosas campañas militares contra los reinos cristianos, estableciendo el límite en la línea del Duero. Hizo de Córdoba la mayor ciudad de Occidente, siendo la situación económica bastante próspera, lo que se refleja en la construcción del palacio de Medina Azahara. Con todo ello logró fortalecer la estructura del estado:

    • Al ser califa logra la supremacía religiosa además de la política y militar.
    • Reorganizó la recaudación fiscal y la centralizó, logrando así grandes recursos económicos.
    • En la administración destacaron los puestos del Hachib (primer ministro) y de los Visires (similares a ministros o secretarios); así como la nobleza del palacio vinculada personalmente al califa.
    • Dividió el territorio en 21 coras o provincias dirigidas por un gobernador, normalmente miembro de la nobleza local.
    • Con el dinero de impuestos pagó un gran ejército mercenario formado por bereberes y eslavos.

    Esta prosperidad se prolongó con su sucesor Al-Hakam II, quien mantuvo el dominio militar sobre los cristianos, y protegió las artes y la cultura y embelleció Córdoba. No así durante el siguiente reinado de Hixam II, que delegó su poder en Almanzor quien reorganizó el ejército y emprendió unas 50 expediciones militares contra los cristianos (razzias, en busca de botín), convirtiendo el califato en una dictadura militar. A la muerte de Almanzor (1002) empieza la decadencia del califato que, tras la sucesión de varios califas débiles, se fragmentó en numerosos reinos, los llamados reinos de taifas (1031).

  • La crisis del siglo XI. Reinos de taifas e imperios norteafricanos

A la muerte de Almanzor, se suceden una serie de califas con escaso poder. Las revueltas internas van minando la hegemonía del Califato, que produce su desaparición en el año 1031 (una rebelión en Córdoba depone al último califa, Hisham III). Al-Ándalus se divide en pequeños reinos independientes llamados reinos de taifas. Las disputas entre los diferentes reinos de taifas fueron frecuentes y su elevado número inicial se fue reduciendo, sobre todo por la incorporación de los más pequeños a otros mayores. Tras una cierta apariencia de prosperidad económica y cultural, la debilidad política y militar les impidió resistir a los ataques cristianos. Por ello, muchos gobernantes musulmanes prefirieron pagar parias -tributos- a los reyes cristianos a cambio de treguas, para no ser conquistados. Esto produjo un flujo de riqueza hacia los reinos cristianos y su consiguiente reforzamiento militar. Con independencia del pago de parias, los cristianos continuaron la Reconquista, Alfonso VI de Castilla conquistó Toledo (1085), trasladando la frontera hasta el Tajo. Algunos reyes de taifas, alarmados por el avance cristiano, llamaron en su auxilio a los almorávides, musulmanes ultraortodoxos que habían creado un gran imperio en el norte de África, quienes unificaron de nuevo Al-Ándalus (1090-1145). El éxito de la conquista se debió al apoyo popular, cansados de los impuestos árabes para pagar las parias, y al rigor islámico de los invasores bereberes. Pero la pérdida de algunos territorios y la incapacidad de recuperar otros, la intolerancia religiosa y la aparición de otro grupo integrista (almohades) en el norte de África propició la descomposición del poder almorávide y se volvió a dividir el territorio de Al-Ándalus en los segundos reinos de taifas; estos nuevos reinos de taifas duraron poco, incapaces de resistir al avance cristiano. Los almohades fueron los protagonistas de un segundo intento de reunificación de los reinos de taifas de Al-Ándalus. Habían constituido un nuevo imperio en el norte de África e invaden Al-Andalus (1146-1232), pero su rigor religioso era mayor aún que el de sus antecesores y no gozaron del apoyo de la población hispana. Infligieron importantes derrotas a los reyes cristianos, pero estos unieron sus fuerzas y en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) derrotaron a los almohades, comenzando así su declive y dejando el camino libre a los cristianos para conquistar Andalucía, Murcia y Valencia.

Desde mediados del s. XIII solo sobrevive el reino nazarí de Granada

Desde mediados del s. XIII solo sobrevive el reino nazarí de Granada (Almería, Granada y Málaga) que pagaba parias a Castilla y que será conquistado por los Reyes Católicos en 1492. Fue gobernado por la dinastía de los Banu Nasr o Nazaríes. Mantuvieron la independencia gracias a:

  • Buena gestión diplomática: vasallos de Castilla desde 1331 y pactaron con los benimerines del Magreb.
  • Minorías religiosas internas muy reducidas.
  • Llegada masiva de andalusíes de otros reinos, huyendo de la conquista cristiana. Incrementó la fuerza económica del reino.

Tuvo su esplendor en el S. XIV con Yusuf I y Mohamed V (construcción al-Hambra) en el SXV se inicia su declive por múltiples conflictos sucesorios aprovechados por Castilla para conquistar ciudades y finalmente todo el reino.

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