Diferencias entre modelo desarrollista y modelo de desarrollo sostenible

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La economía ecológica:

Una disciplina en busca de autor


Recibido para evaluación: 15 de Octubre de 2007

Aceptación: 20 de Noviembre de 2007

Recibido versión final: 22 de Noviembre de 2007


RESUMEN


Carmenza Castiblanco R. 1


La Economía Ecológica emerge como una disciplina científica que integra elementos de la economía,  ecología,  termodinámica, ética  y otras  ciencias  naturales  y sociales  para proveer una perspectiva integrada y biofísica  de  las  interacciones  que  se  entretejen entre  economía y medio ambiente,  desde  una  concepción  pluralista  y  una  metodología  transdisciplinar.  La  Economía Ecológica  considera  la  ‘caja  negra’  de  los  procesos  económicos,  de  los  cuales  la  economía convencional  no  se  ocupa:  la  termodinámica   y  la  ecología.  Si  bien  es  un  campo  de  estudio relativamente  nuevo,   ha  ido  consolidando  el  marco  teórico  que  la  sustenta  a  partir  de  bases científicas  y  principios  analíticos  que  permiten  su  identificación  como  una  nueva  disciplina  que plantea  un  nuevo  paradigma.

El objetivo de este artículo es presentar las bases conceptuales y metodológicas, los principales precursores,  planteamientos  y debates  centrales de esta  nueva disciplina.  Esta  breve  introducción constituye un preámbulo a presentación de las ponencias del Encuentro titulado: “Perspectivas de la Economía Ecológica en Colombia”, que se llevó a cabo en la semana del 22 al 27 de Agosto de 2007 en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Durante tres días se congregaron expertos internacionales y nacionales, docentes, investigadores, estudiantes, funcionarios del sector ambiental y demás personas interesadas en los temas ambientales, para conocer los avances conceptuales y metodológicos  de  esta  disciplina,  así  como  para  analizar  y evaluar  la  problemática  ambiental del país,  desde  la  perspectiva  sistémica, interdisciplinar  y holística  que  promueve.

PALABRAS  CLAVE:            Economía  Ecológica.

ABSTRACT

Ecological  Economics  arise  as  a  scientific  discipline  aimed  to  integrate  concepts  of economics,  ecology,  thermodynamics,  ethic  and  other  natural  and  social  sciences  in  order  to incorporate a biophysical and integrated perspective of the interdependences between economies and  environment,  from  a  plural  conception  and  a  methodology  beyond  disciplines.  Ecological Economics  studies  the  black  box  of  economic  processes  usually  excluded  of  the  traditional economics: thermodynamics and ecology. Although it is relatively a new field of study, it has been strengthening  its theoretical framework  with scientific  basis and  analytic principles,  that lead  to its identification as  a  new  discipline that  show a  whole  new paradigm.

The  scope  of  this  article  is  to  show  the  conceptual  and  methodological  bases,  the  main founders, approaches and central debates of this new discipline. This brief introduction is a preamble to  the  papers  of the  meeting “Ecological Economics:  a perspective  for Colombia”  included in this

number, that took place on September 22 � 27 of 2007, at the National University of Colombia at     


Bogotá.   During  tree  days  national and  international  experts,  professors,  researchers,  workers  of environmental  sector and  people  interested on environmental issues joined  together  to  know the conceptual and methodological achievements reached of this discipline; as well as to analyse and evaluate the environmental problems of the country, from the systemic, interdisciplinary, and general perspective that  it  promotes.

KEY WORDS:                      Ecological  Economics.


1.   Mg.  en  Economía del Medio Ambiente ylos RecursosNaturales. En Estadística

ProfesoraAsociadadelInstitutode Estudios  Ambientales,  IDEA, UniversidadNacionalde Colombia, Sede Bogotá



[email protected]


1. INTRODUCCIÓN

De acuerdo a los diferentes informes de evaluación del milenio, dos tendencias caracterizan el  siglo  que  comienza:  por  un  lado,  un  crecimiento  económico  de  los  países  desarrollados  sin precedentes,  sustentado  en  un  deterioro  ambiental  global,  también  sin  precedentes  y,  de  otro lado,  el aumento de  los  niveles  de pobreza en el mundo  y la  existencia  de  una brecha  cada vez mayor entre los países pobres y los países ricos.

HtmlImg.JpgLa estructura industrial mundial basada en el uso de los combustibles fósiles, especialmente el petróleo, nos enfrenta a una grave crisis generada por la escasez del valioso combustible y por los efectos de la utilización de combustibles fósiles, siendo uno de los más alarmantes, el cambio climático global. Los indicios científicos develan la gravedad y la urgencia de detener el deterioro ecológico, antes de cruzar umbrales que produzcan consecuencias muy dañinas y potencialmente irreversibles para los  ecosistemas, la  sociedad y la  economía.

Sin duda alguna,  el sistema económico vigente tiene mucho que  decir  en esta crisis. Una economía  que por  mucho tiempo ha ignorado los  límites que le impone el sistema biofísico; que supone un suministro ilimitado de energía, agua y materias primas; que sólo se ha ocupado de las relaciones entre la especie humana, y ha ignorado el potencial de cualquier recurso que no tenga una  aplicación  tecnológica  y  comercial  inmediata;  que  utiliza  como  unidad  de  medida  y  de comparación  únicamente  las  unidades  monetarias  y  que  promueve  patrones  de  producción  y consumo  depredadores  de  la  naturaleza,  éticamente  insostenibles,  exige,  sin  duda  alguna,  un replanteamiento de las relaciones sociales y de la sociedad con la naturaleza, en donde se incorporen criterios  ecológicos,  biofísicos  y  sociales,  por  encima  de  criterios  basados  en  las  preferencias individuales.  (Lorente,  1997).

La Economía Ecológica emerge como una disciplina orientada al estudio de las relaciones e interacciones entre los sistemas ecológicos y los sistemas económicos, con un enfoque integrador y con unas bases científicas y principios analíticos que permiten su identificación como una nueva disciplina que  plantea un nuevo  paradigma, que incorpora nuevos  planteamientos de lógica  y de racionalidad,  y  nuevos  esquemas  de  valores,  enmarcada  en  una  nueva  visión  ética  menos antropocéntrica  y  más  biocéntrica  y  ecocéntrica;  que  propone  un  nuevo  papel del  ser  humano, una reconsideración de los  valores predominantes  y una  mayor solidaridad  con las  generaciones futuras y con las especies no  humanas. (Jiménez e  Higón, 2003).

El  objetivo  de  este  artículo  es  presentar  las  bases  conceptuales  y  metodológicas,  los principales precursores, planteamientos y debates centrales de esta nueva disciplina denominada Economía  Ecológica.  Esta  breve  introducción constituye  un  preámbulo  a  la  presentación  de  las ponencias  del  Encuentro  titulado:  “Perspectivas  de  la Economía  Ecológica  en Colombia”,  evento que  se  llevó  a  cabo  en  la  semana  del  22  al  27  de  Agosto  de  2007,  en  las  instalaciones  de  la Universidad  Nacional de  Colombia,  Sede  Bogotá;  en   donde  se  congregaron  durante  tres  días, expertos internacionales y nacionales, docentes, investigadores, estudiantes, funcionarios del sector ambiental  y  demás  personas  interesadas  en  los  temas  ambientales,  para  conocer  los  avances conceptuales y metodológicos de esta disciplina, así como para analizar y evaluar la problemática ambiental del  país,  desde  la perspectiva  sistémica  y transdisciplinar que  promueve la  Economía Ecológica.

2.  ECONOMÍA ECOLÓGICA: ASPECTOS  CONCEPTUALES Y METODOLÓGICOS

La  Economía  Ecológica  (EE)  es  una  disciplina  científica  que  integra  elementos  de  la economía, la ecología, la termodinámica, la ética y otras ciencias naturales y sociales para proveer una  perspectiva  integrada  y  biofísica  de  las  interacciones  que  se  entretejen  entre  economía  y entorno.  Se  consolida  como  un  campo  de  trabajo  a  partir  de  1980  y  rápidamente  incorpora  un gran número de investigadores de diferentes disciplinas, interesados en el estudio de los problemas ambientales.

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Volumen 10 � No. 3 Diciembre de 2007



Surge  a partir de la necesidad  de  establecer una crítica a la  economía convencional y de generar instrumentos y bases conceptuales que, desde un enfoque transdisciplinar, permitan analizar y explicar el impacto de las actividades humanas sobre el entorno.

En sus análisis considera esa “caja negra” de los procesos que la economía tradicional no tiene  en  cuenta:  la  termodinámica  (o  economía  de  la  física)  que  registra  las  pérdidas  e irreversibilidades  inherentes  a  los  procesos  físicos,  y la  ecología  (o  economía  de  la  naturaleza) que registra  la productividad  energética  y material de  los sistemas  naturales.  (Naredo,  1992).

Si bien es un campo de estudio relativamente  nuevo, la  EE ha ido consolidando  el marco teórico que la sustenta a partir de bases científicas y principios analíticos funcionales que permiten su  identificación  como  una  disciplina  que  plantea  un nuevo  paradigma.

Se caracteriza por su enfoque pluralista; es decir que no se encasilla en una teoría general dominante,  sino  que  considera  simultáneamente  distintas  formas  del  conocimiento  que  pueden ser  apropiadas  para  los  diferentes  niveles  de  estudio;  utiliza  un enfoque  sistémico  y  respeta  las fronteras entre las diferentes ciencias, de manera que los supuestos de una no sean negados por los hallazgos  de la  otra.

La  EE  proporciona  una  visión  sistémica  de  las  relaciones  entre  la  economía  y  el  medio ambiente, donde la economía constituye un subsistema de un ecosistema físico global y finito. Al usar como herramienta de estudio la teoría general de sistemas, asume que se puede encontrar patrones similares de interacción en sistemas muy diferentes y una vez que esos patrones básicos se  entiendan,  todos  los  sistemas  podrán  ser  comprendidos  en  sus  interacciones  esenciales (Bertalanffy,  1976).

Los sistemas económicos y ecológicos exhiben obviamente carácterísticas de los sistemas vivos  y  por  lo  tanto  no  logran  ser  bien  comprendidos  a  partir  de  la  utilización  de  los  métodos reduccionistas  de  la  ciencia  clásica.  De  allí  que  la  EE  utiliza  las  ideas  de  “coevolución”  y  de “complejidad emergente”; tiene en cuenta la historia y examina los escenarios futuros factibles, lo que implica el estudio de las dimensiones humanas del cambio ecológico y por lo tanto, el estudio de las percepciones humanas sobre el medio ambiente. (Van Den Bergh, 2000).

Incorpora el concepto de complejidad para explicar el comportamiento no lineal de los sistemas, así como la  incertidumbre y la irreversibilidad que  caracteriza a algunos procesos  de los sistemas vivos;  estas  carácterísticas  de  su  enfoque  obligan  no  sólo  a  investigar  las  complejas  relaciones fisicoquímicas, sino también a entender la demografía humana, la sociología ambiental, la economía y la política. De ahí que desde este enfoque, se proponga una “evaluación integrada” que reconozca la legitimidad de las diferentes miradas sobre un mismo problema (Martínez Alier, 2005).

Hoy, la EE es considerada como una corriente de pensamiento que constituye una institución de  alto  nivel  académico  y  cuenta  con  una  Sociedad  Internacional  (The  Internacional  Society  for Ecological Economics, ISEE), con varias sociedades  regionales  en Argentina,  Uruguay, Australia, Nueva  Zelanda,  Brasil,  Canadá,  Uníón Europea,  India y  Rusia.  Desde  1982, inicia  la publicación de  su  Journal Académico  “Ecological  Economics”  y  de  varios  libros  y  artículos  que  ofrecen  la variedad  de temas y perspectivas utilizados en el análisis  de los  problemas  ambientales.

3.  SUS PRINCIPALES PRECURSORES

Entre los promotores y fundadores de esta línea de pensamiento, aparecen como los más importantes los economistas K.E. Daly y Nicolás Georgescu� Roegen   y los ecologistas  C.S.  Holling  y  H.  T.  Odum.  Estos  autores  contribuyeron  con  una  serie  de  textos  y artículos que  jugaron un papel trascendental en el desarrollo de  la economía ecológica.

Desde  finales  del  siglo  XIX y  principios  del  siglo  XX,  el  biólogo  Patrick  Gedes,  el  médico ucraniano  Sergei  Podolinsky  y  el  ingeniero  Josef  Popper�  Lynkeus  intentaron,  sin  mayor  éxito, promover  una  visión biofísica  de  la  economía,  como  un subsistema  inserto  en un sistema  mayor sujeto a las leyes de la termodinámica. El biólogo y ecólogo de sistemas Alfred Lotka, en 1910, inició sus trabajos tendientes a introducir la distinción fundamental entre el uso endosomático y exosomático


de energía, por parte de los seres humanos. El Premio Nobel en Química, Frederick Soddy, escribíó sobre  las  relaciones  entre  energía  y  economía,  y llamó  la  atención sobre  la  “imposibilidad  lógica desde la termodinámica” que plantea la economía convencional, según la cual, la energía acumulada fósil se degrada y genera riqueza, y afirmó que “no es posible degradar un flujo energético y considerar que  se  ha  aumentado  la  riqueza  física”.   El  aporte  principal  de  estos  científicos  radica  en  sus consideraciones  sobre  la  naturaleza  termodinámica  y biológica  del concepto  de  “trabajo  útil”  y su relación con el concepto de riqueza; desde este enfoque, la energía transformable que hace posible el mantenimiento de la vida constituye la verdadera riqueza (Gómez, 2003).

El economista K.E. El trabajo de Boulding destaca la necesidad de ver la tierra como un sistema económico cerrado, en el que la economía y el medio ambiente no se caracterizan por tener relaciones  lineales,  sino  por  una  relación  circular.  Esta  metáfora  de  la  nave  espacial  refleja  las implicaciones del principio del balance de masas y puede también ser vista como una premonición de la visión moderna de los problemas ambientales globales (Pearce and Turner, 1995).

Los aportes cruciales al marco conceptual que sustenta la EE, los planteó el economista y estadístico  Nicolás  Georgescu�  Roegen cuya  principal  contribución  fue  incorporar  los  conceptos biofísicos, las  leyes de la conservación de la  masa y la energía  y la ley de la entropía  al análisis económico. A partir  de  estos  planteamientos,  surge  otra  discusión  fundamental sobre  las  posibilidades  de  sustitución  o  complementariedad  entre  el capital  manufacturado  y  el capital natural.  Sobre este debate, Georgescu� Roegen es claro  en afirmar que existen límites al grado  de  sustitución  entre  los  capitales  mencionados  y  que  este  grado  de  sustitución  está íntimamente ligado al nivel tecnológico, donde  este último también tiene límites tanto temporales como  espaciales,  ya  que  según  él lo señala,  no  se puede  pretender  que  el  destino del proceso económico sea “un jardín del edén terrenal” (Cleveland y Ruth, 1999).

HtmlImg1.JpgEn 1971, publicó su obra maestra “The entropy law and the economic process”, una publicación que  sigue  generando  importantes  debates  entre  los  economistas  ortodoxos  y  ecológicos.  Su planteamiento de que la materia, al igual que la energía, también se encuentra sujeta a los procesos de disipación irreversibles, conocidos como “la cuarta Ley de la Termodinámica”, ha sido motivo de duras críticas: “(…) un sistema que puede intercambiar solamente energía con su exterior y realiza trabajo indefinidamente a una tasa constante, (…) es otra imposibilidad termodinámica. (…) Más pronto o más tarde, algunos de sus elementos se disiparán totalmente. ” (Georgescu� Roegen, 1981). (Cleveland y Ruth, 1999).

En  términos generales,  los  planteamientos de  Georgescu� Roegen llevan a  entender  que es la Ley de la Entropía la que determina la verdadera ley de la escasez y el verdadero valor en los procesos  económicos (Jiménez e Higón,  2003).

A finales  de  la  década  de  los  sesenta,  Herman E.  Daly., alumno de  Georgescu� Roegen, propuso la idea del “estado estacionario de la economía”, asociado con el objetivo de minimizar el uso  de  materiales  y  energía.  Esta  fue  una  contribución esencial  al  debate  del crecimiento.  Este autor también escribíó extensamente sobre la escala física de la economía, sobre el medio ambiente y los  tratados internacionales  y los  indicadores de  bienestar  sostenibles  (Van Den Bergh,  2000).



En el campo de los ecologistas, uno de los principales precursores fue C. (Van Den Bergh,  2000).

El ecólogo H. Odum tiene gran influencia en la EE a través de su aproximación al análisis emergente, el cual puede ser aplicado a  los diferentes  usos de la economía ecológica  y ha s utilizado  por  muchos  de  sus  estudiantes  entre  ellos  Constanza,  Hall  y  Jansson.  En  el  an

emergente, todos los productos ambientales y servicios están respaldados en la energía solar

cual  constituye  la  fuente  de  energía  básica  de  los  procesos  y  funciones  ecosistémicas.  Fue  el mismo Odum quien propuso aplicar el método de estudio integrado de las interacciones economía� ecología,  incorporando escalas locales  y globales (Van Den Bergh,  2000).

Se  destaca como  primer presidente  de la  ISEE, a  Robert Constanza  quien es reconocido por sus trabajos  de valoración y modelación de ecosistemas.

Otros  economistas  ecológicos europeos  de  los  años  setenta  y ochenta,  cuyas  obras  son bien conocidas,  fueron:  en  Francia, René  Passet  e  Ignacio  Sachs,  quien propuso  a  inicio  de los años  setenta  la  idea  del  “ecodesarrollo”;  en  Holanda,  Roefie  Hueting;  en Alemania,   Christian Leipert; y en España, José Manuel Naredo.

Entre los economistas ecológicos contemporáneos de mayor reconocimiento, se destaca el profesor  Joan Martínez Alier,  catedrático  de  la  Universidad Autónoma  de  Barcelona,  hasta  hace poco director de la ISEE, reconocido por sus numerosos libros, artículos y ensayos sobre los conflictos ecológicos distributivos y sobre la deuda ecológica y, en general, por sus numerosos escritos sobre diferentes tópicos de la economía ecológica. Quedan en la lista muchos otros economistas, ecologistas y científicos  en diversas  disciplinas  que  vienen contribuyendo  a  la  consolidación de  la  EE  en  los últimos  tiempos:  Roberts Ayres  y sus  estudios  sobre  el  metabolismo  industrial  y los  límites  del crecimiento; José Manuel Naredo, Antonio Valero, Giussepe  Munda, entre otros.

4. SUS PLANTEAMIENTOS Y DEBATES RELEVANTES

La  complejidad  de  los  problemas  ambientales,  su  dimensión  global,  la  incertidumbre,  la irreversibilidad  e  inconmesurabilidad  requieren nuevos  planteamientos  de lógica y  racionalidad,  y también nuevos esquemas de valores, que nos llevan a enmarcarnos en una visión ética, menos antropocéntrica  y  más  biocéntrica  y  egocéntrica,  que  reclama  unas  nuevas  relaciones  del  ser humano  con la  biosfera,  un replantemiento  de  los  valores de  mercado, una  mirada  diferente del tiempo  y  una  actitud  de  solidaridad  con  la  generación  presente,  las  generaciones  futuras  y  las demás especies no humanas (Jiménez e Higón, 2003). Estas ideas se reflejan en los principales planteamientos y debates generados  desde esta  disciplina y que se  resumen a  continuación:

4.1. El  sistema económico  como un subsistema del  gran sistema global

Uno de los planteamientos más significativos de la EE y que pone en entredicho la validez del paradigma económico ortodoxo es la consideración del sistema económico como un subsistema del ecosistema global,  un sistema abierto  que intercambia  energía, materia  e información con el ecosistema global y por lo tanto está sujeto a las leyes y los límites que la naturaleza le impone. Este  planteamiento  contundente  de  uno  de  sus  principales  precursores,  el  profesor  Nicolás Georgescu– Roegen obliga a la reinterpretación del proceso económico en su conjunto y por ende a un replanteamiento de la relación estructural hombre� naturaleza a través del fenómeno entrópico que señala la  irreversible  degradación  cualitativa de la  energía.

Desde  esta  perspectiva,  el  susbsistema  económico  encuadrado  en  una  estructura institucional y social está sometido  a las leyes de la  materia y la energía  �  la primera y segunda Ley  de  la  Termodinámica.  La  producción  como  proceso  físico  implica  disipación  y  degradación


irreversible de energía; una carácterística fundamental de los sistemas abiertos es la incorporación irreversible  de  material energético  de  alta  calidad�  baja  entropía  desde  el entorno  y el retorno  de material energético de baja calidad� alta entropía, como resultado del trabajo realizado en el sistema.

Las  leyes  de  la  termodinámica  nos  dejan  claro  que  cualquier  proceso  es  cambio  y  que especialmente  los  procesos  económicos  (producción  y consumo  de  bienes  y  servicios)  generan residuos y calor, es decir generan contaminación; por la segunda Ley, sabemos que la energía se degrada indefectiblemente tal como lo plantea Georgescu� Roegen (1971): “Si el universo es una maquina térmica sujeta a la Ley de la entropía, hay entonces un comienzo, una historia y un fin”. Esto nos coloca frente al problema de la irreversibilidad y aún más grave de la irrevocabilidad: “la destrucción de un ser vivo o inerte ocurre una única vez. Cuando algo se destruye, se destruye energía disponible, información y tiempo”.

4.2. La concepción del  tiempo

Otro antagonismo importante entre la EE y la economía convencional está relacionado con la concepción del tiempo. El tiempo en economía es el tiempo newtoniano, absoluto y externo a los procesos, reversible y lineal; es un tiempo cronológico donde la estabilidad y la proximidad al equilibrio son inherentes a la dinámica lineal, sea esta  determinística o  estadística (Gómez, 2003).

El  tiempo  en  la  biología  y  en  la  ecología  es  controlado  por  el  ritmo  de  la  naturaleza  (el tiempo de crecimiento del corral o de formación de yacimientos de petróleo), lo cual confiere a los procesos un ritmo inexorable y de carácter irreversible, que se podría denominar un tiempo histórico, que surge cuando los cambios y fluctuaciones aumentan  y entonces el modelo lineal se va alejando de ese tiempo externo que inicialmente lo genera; se crean entonces desequilibrios, discontinuidad, cambio  y evolución que  es  lo  que implica  el  tiempo biológico  o  interno. A partir de esta concepción, surge la economía evolucionaría, caracterizada por los conceptos de “dependencia de la trayectoria”; es  decir  que  los  accidentes  históricos pueden tener  efectos  permanentes en la trayectoria  futura de  los  sistemas  cuyas  consecuencias  se  develan  en  la  irreversibilidad  de  los  cambios  (Van Der Bergh,  2000).

4.3. El  concepto  de sostenibilidad. Los  paradigmas  de la sostenibilidad: “ Sostenibilidad  Débil”  versus  la “ Sostenibilidad  Fuerte”


1.   Por  la  segunda  Ley  de  la Termodinámica,  en  cualquier proceso y especialmente en los procesos económicos,se degradan recursos   de   baja   entropía (combustible fósileso materiales), para convertirlos en recursos de alta      entropía:      residuos contaminantes (energíay materia degradada).


En los debates sobre la sostenibilidad, la equidad intergeneracional constituye el centro de las  preocupaciones  por  los  efectos  que  inexorablemente  tiene  la  actividad  económica1, principalmente,  sobre  el  me  dio  natural  y  por  las  consecuencias  que  ésto  puede  tener  para  el futuro  (Martínez Alier,2000).  Los  recursos  naturales  y  ambientales  cumplen  unas  funciones económicas básicas  como son:

�          La provisión de insumos materiales y energéticos que entran al sistema productivo y otros de  carácter extractivo  que  son utilizados para  el consumo  directo;

�          La  provisión  de  funciones  ecosistémicas  básicas  de  soporte  a  la  vida  y  por  ende  de  los sistemas  productivos,  como  la  regulación  climática,  la  regulación  hídrica,  la  provisión  de hábitats,  la  protección  contra  inundaciones,  los  ciclos  biogeoquímicos,  etc.;

�          El  servicio  de  vertedero,  al  constituirse  el  suelo,  el  aire  y  el  agua  en  depósitos  de  los residuos  y desechos  contaminantes,  donde  los  más  problemáticos  y peligrosos  provienen de  la  actividad  económica;

�          El aporte al bienestar humano que hacen los recursos naturales y ambientales en términos de paisaje, recreación,  educación y demás atributos de carácter estético.

Desde  una  perspectiva  absolutamente  antropocéntrica2,  la  provisión  de  estas  funciones básicas para las generaciones presentes y futuras se constituye en el gran reto de la sostenibilidad y no hace  falta tener información perfecta sobre la evolución de  estas funciones  y variables para


fijar  objetivos sensatos de sostenibilidad;  y ante  las  condiciones de complejidad, incertidumbre  e irreversibilidad que caracterizan el uso y explotación de los recursos naturales, se aconseja mantener una actitud  guiada por  el “principio  de precaución”  que  permita anticipar  los riesgos  que  puedan alcanzar dimensiones de catástrofe o de irrevocabilidad. A partir de la reflexión sobre las funciones que la biosfera desempeña para los seres humanos, el economista ecológico Herman Daly propone seis principios o criterios operativos del desarrollo sostenible que podrían garantizar la “sostenibilidad de  las  funciones  ambientales”3 :

�          Principio de irreversibilidad cero: Las intervenciones  acumulativas y los daños irreversibles deben reducirse a cero.

�          Principio  de  recolección sostenible:  Las  tasas  de  recolección  de  los  recursos  renovables deben ser iguales a las tasas de regeneración natural de los mismos.

�          Principio de vaciado sostenible: En el caso de los recursos naturales no renovables, la tasa de extracción o explotación debe ser igual a la tasa de creación de sustitutos renovables.

�          Principio  de  la  emisión sostenible:  Las tasas de  emisión de  residuos  deben ser  iguales  a las capacidades naturales de asimilación de los  ecosistemas,  lo que implica  emisión cero de  residuos no biodegradables.

�          Principio  de  selección  sostenible  de  tecnologías:  Se  debe  favorecer  las  tecnologías  que aumenten  la  productividad  de  los  recursos,  frente  a  las  tecnologías  que  incrementen  la cantidad  extraída de  recursos  (eficiencia  frente  a  crecimiento).

�          Principio de precaución: Ante la magnitud de los riesgos a que nos enfrentamos y ante los grandes  sesgos  de  información,  se  debe  mantener  una  actitud  vigilante  que  identifique  y descarte todas aquellas intervenciones sobre el medio natural que podrían llevar a desenlaces catastróficos y de carácter irreversible, aunque la probabilidad de éstos parezca pequeña e implique  seleccionar  alternativas  más  difíciles  y  onerosas.

Aunque estos principios o reglas de la sostenibilidad parecen claros e irrefutables, hacerlos operativos  y  funcionales  constituye  el  gran  reto  y  su  aplicación  genera  amplios  debates  que,  a grandes rasgos, se pueden resumir en dos posiciones:

�          La primera se origina  en la economía neoclásica que genera, para el efecto, una rama que toma  el  nombre  de  economía  ambiental  y  adopta  la  posición  que  se  conoce  como “sostenibilidad  débil”,  con  dos  carácterísticas  básicas:  asume  que  la  complejidad  de  las funciones que cumple el patrimonio natural, pueden fundirse en un agregado llamado “capital natural”  y  que  este  capital  tiene  enormes  posibilidades  de  ser  sustituido  por  el  “capital fabricado”,  basadas  en el  optimismo  tecnológico.

�          La segunda posición es planteada desde el enfoque de la economía ecológica y se define como “sostenibilidad  fuerte” que,  en contraste con la anterior, considera que la sustitución perfecta de capitales – manufacturado y natural� no es posible y por el contrario, requiere el mantenimiento  de  ciertos  niveles  de  capital  natural  para  que  sea  posible  la  reproducción del  capital  físico.  Desde  este  enfoque,  se  considera  que  los  distintos  capitales  deben mantenerse  separadamente  con  base  en  criterios  biofísicos.  Reconoce  que  los  recursos naturales  son  insumos fundamentales en  el proceso de  reproducción de otros  capitales  y que por su naturaleza, a la hora de utilizar estos recursos, se debe tener en cuenta algunas carácterísticas  claves  como  la  incertidumbre  sobre  los  impactos  ocasionados  por  la intervención  de  los  ecosistemas,  la  irreversibilidad  en el  tiempo  de  algunos  procesos  y  el problema de la conmesurabilidad de los bienes y servicios ambientales (Martínez Alier, 1998).

4.4. Debate entre crecimiento  económico  y  conservación del  medio  ambiente

La economía ecológica cuestiona el objetivo de crecimiento económico ilimitado que persigue obsesivamente la civilización occidental, y desconoce los límites que nos imponen la naturaleza y nuestra  propia  condición humana  (Elizalde,  2002). A diferencia  de  la  economía  ortodoxa,  insiste en la incompatibilidad  entre el crecimiento económico  indefinido y el mantenimiento a largo plazo de  los recursos  y servicios ecológicos.

La visión del Homo economicus4, una concepción instrumental de la acción humana, restringe las motivaciones de los agentes a un principio pueril de racionalidad según el cual “más es preferido a menos”, lo cual determina una economía que tiene que crecer ilimitadamente para satisfacerlos.



2. En otros términos: partiendode una perspectivautilitarista, que no tiene encuentalas necesidades de otras especies no humanas.

3.    Riechman,   Jorge,   1955. Ed Trota


  El  “Homo  Economicus”  es definido como un ser que actúa para  maximizar  su  bienestar, identificando éste con la posesión creciente de bienes y servicios.


Esta percepción dominante ha llevado a identificar el concepto de desarrollo con el de crecimiento económico  y a  subordinar  a  éste  último los demás  elementos  y  dimensiones de  diferente  orden que componen el concepto de desarrollo. En 1950, se consumían 530 millones de toneladas de combustibles fósiles al año; en 1998, se consumían 8.470 millones de toneladas; el consumo de agua se multiplicó por 6, y la productividad agrícola  y el área  cultivada se duplicaron (Mesa,  2007).

Si  bien es  cierto  que  estos  niveles  de  crecimiento  alcanzados  han  contribuido  a  obtener considerables  beneficios  netos  en  el  bienestar  humano,  estos  beneficios  se  han  obtenido  a  un costo  muy  alto  en  términos  de  degradación  de  muchos  servicios  de  los  ecosistemas.  Según  el Informe de Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (2005), las transformaciones aceleradas de los  ecosistemas  en  los  últimos  cincuenta  años  no  tienen  precedentes,  ni  son comparables  con ningún otro periodo de tiempo de la historia humana y han llevado, en algunos casos, a pérdidas de carácter irreversible de la diversidad de vida sobre el planeta. Algunos ejemplos de estos cambios no lineales de gran magnitud son la eutrofización, el cambio climático global, el colapso de las pesquerías, la introducción y pérdida  de especies.

Sin embargo, a pesar del progreso conseguido por varias naciones, los niveles de pobreza en  el  mundo siguen creciendo,  y  alcanzan  niveles  muy  altos.  La  brecha  entre  ricos y  pobres  es cada vez mayor: el 20% de la población, correspondiente a los países desarrollados,   se apropia del 80% de los recursos del planeta y ese mismo 20%  recibe más del 80% del ingreso mundial. Los costos mayores del deterioro ambiental los vienen afrontando en los países pobres, las mujeres y  las  poblaciones  indígenas,  principalmente.

Lo más grave de esta situación es que la degradación de los ecosistemas podría empeorar considerablemente durante la primera mitad del presente siglo, ya que en la actualidad, la mayoría de  los  generadores  directos  de  cambio  en  los  ecosistemas  se  mantienen  o  están  creciendo  en intensidad.  Estos generadores  de  cambio  están relacionados  con  el  crecimiento  de  la  población (incluyendo  las  migraciones),  con  la  actividad  económica  (incluyendo  cambios  en  las  metas  de crecimiento, en los  patrones de comercio, en las inequidades en la distribución),  con los factores socio�  políticos  (los  mecanismos  para  la  resolución  de  conflictos  y  la  participación  de  las comunidades en las tomas de decisiones), con los factores culturales y los cambios tecnológicos. Juntos  estos  factores  influencian  los  niveles  de  producción  y  consumo  de  los  servicios  de  los ecosistemas  y  su  sostenibildad.  (Millennium  Ecosystem Assessment,  2005).

Las predicciones para los próximos años son de un crecimiento en la economía y el consumo semejante  al  crecimiento  histórico  y  un  ligero  decrecimiento  en  el  aumento  poblacional.  Estas proyecciones se  explican por la evidencia de  que los países en vía de desarrollo han optado por seguir  el modelo  copiado  de los países industrializados.

En ese enfrentamiento sin remedio entre el crecimiento económico ilimitado y la conservación del medio ambiente, algunos grupos de economistas sostienen que el crecimiento del PIB representa la mejor forma de aliviar los conflictos económicos distributivos entre los grupos sociales; algunos optimistas  creen  que  la  distribución  se  vuelve  equitativa  con  el  crecimiento  económico.  Ahora bien, como lo afirma Martínez Alier (2005), podemos aceptar el hecho de que los conflictos ecológicos sean eventualmente paliados con mayor crecimiento económico, pero surge la pregunta de si los conflictos ecológicos se mitigan con crecimiento  económico,  o  si por  el contrario el crecimiento económico  conduce  al  deterioro  del  medio  ambiente.  Las  tecnologías  actuales,  los  hábitos  de consumo y los patrones de poblamiento urbano hacen difícil desvincular el crecimiento económico del  crecimiento  de  los  flujos  energéticos  y  materiales,  y  estos  flujos  han significado  una  mayor explotación  de  recursos  en territorios  ambientalmente  frágiles  y a  su  vez,  mayores  flujos  físicos Sur�  Norte  de  materiales  y  energía.  Y aún  si acepta  el  argumento  de  que  las  economías  ricas cuentan con los recursos económicos para corregir los daños ambientales reversibles y la capacidad


de introducir nuevas tecnologías de producción que favorezcan al medio ambiente, surge la duda de si dichas medidas llegan antes de cruzar puntos de inflexión en las tendencias ambientales de no� retorno o antes de que los límites sean sobrepasados.

4.5. Énfasis  en los  conceptos  de Escala Sustentable y  Distribución Justa

La economía neoclásica trata extensamente la asignación; en segundo lugar, se ocupa de la  distribución  y  no  tiene  en  cuenta  la  escala.  La  inclusión  de  la  escala  es  una  de  las  grandes diferencias entre la  EE y la economía  neoclásica. En este orden de ideas, es claro que la escala no debe estar determinada por los precios, sino  por  una  decisión  social  que  refleje  los  límites  ecológicos;  de  igual  forma,  la  distribución tampoco  puede  estar  determinada  por  los  precios,  sino  por  una  decisión  social  que  refleje  una distribución  justa de  los  recursos  (Constanza,  Cumberland,  Daly,  Goodland  y Norgaard,  1999).

Desde esta perspectiva, los conceptos de distribución y escala implican relaciones con las generaciones presentes (incluyendo los pobres del planeta), las generaciones futuras y con otras especies.  Cualquier  intercambio  entre  asignación,  distribución  y  escala  implica  un  juicio  ético acerca de nuestras relaciones con los otros, más que el cálculo de la disposición a pagar.

En  síntesis,  para  la  economía  ecológica,  distribución  significa  no  sólo  distribución económica,  sino  distribución  ecológica;  y  los  aspectos  distributivos  son  muy  importantes  para entender  las  valoraciones  y  asignaciones  de  los  recursos  naturales  y  los  servicios  ambientales. Desde  este  enfoque,  es  claro que  la inequidad,  la diferencia  excesiva traducida  en desigualdad, genera envidia, odio y violencia; y como consecuencia, una sociedad anclada en la inequidad y en la desigualdad abismante entre los seres humanos es obviamente generadora de violencia, guerra y  destrucción  mutua.

4.6. La  crítica a   la valoración económica

La  economía  ambiental  hace  énfasis  en  la  importancia  de  la  valoración  económica,  la asignación de derechos de propiedad y la incorporación de mecanismos de mercado en la regulación y gestión de los bienes públicos o “libres” que integran el medio ambiente. Estos valores teóricos están  apoyados  en  el  cálculo  de  los  “costos  de  oportunidad”,  “precios  sombra”  o  “valores  de contingencia”.  Por  el contrario,  la  economía  ecológica  considera  que  los  recursos  naturales  y  el medio ambiente tienen valor independientemente de que formen parte o no de las preferencias o necesidades de la especie humana y se  preocupa en primer lugar por la naturaleza física  de los bienes a gestionar y la lógica de los sistemas que los envuelven (Naredo, 1992).

El problema fundamental es que los sistemas ecológicos, con su inmensa complejidad, no pueden  ser producidos,  valorados  y  reproducidos  como  una  mercancía;  no podemos  valorar  un recurso natural empleando para ello unos precios o unas tasas que se derivan de unas relaciones sociales específicas. Como lo  afirma el profesor Lorente (1997) “(...) Así como no podemos negociar con la ley de la gravedad o con las leyes de la termodinámica, tampoco podemos negociar con los ecosistemas; no existen precios posibles que evidencien la escasez y los limites biofísicos de los ecosistemas”.

Las valoraciones utilizadas  por la economía convencional, basadas en la libre elección en un mercado, parten de una premisa fundamental: que dichas elecciones ocurren entre alternativas verdaderamente opcionales, es decir que son elecciones que no comprometen las condiciones de supervivencia  del  individuo.  Ante  opciones  vitales  y  ante  restricciones  físicas,  no  tiene  sentido aplicar un cálculo basado en preferencias. No hay problema en aplicar la teoría de las preferencias



cuando se trata de escoger entre dos marcas de crema dental o de vestidos, pero no tiene sentido referir a las preferencias una elección que tiene consecuencias vitales, sociales e irreversibles (Lorente, 1997).

Una  contabilidad  y  unos  instrumentos  que  consideren  la  eficiencia  o  la  productividad  en términos físicos y energéticos pueden llevar a conclusiones opuestas a las que sugieren los simples análisis  de  las  preferencias  individuales  o  agregadas.  Más  allá  que  pretender  que  los  precios  de mercado reflejen la escasez, es necesario introducir criterios de necesidades y restricciones biológicas, físicas y sociales, los cuales deben primar sobre el criterio de las preferencias individuales.

4.7. El  uso  de indicadores  de sostenibilidad

La  Economía  Ambiental  (EA)  utiliza  indicadores  monetarios  para  valorar  y  evaluar  los impactos de la economía sobre el medio ambiente, así como también para evaluar los beneficios de las actividades de conservación, protección, preservación o restauración de los recursos naturales y  ambientales.  La  economía  ecológica  (EE)  utiliza  indicadores  físicos,  biológicos  y  energéticos, tales como Apropiación Humana  de Producción Primaria Neta (AHPPN) que  mide la cantidad de energía y materia que los productores primarios ponen a disposición de las especies vivientes; el Uso  de  Insumos  Materiales  Por  Unidad  de  Servicio  (MIPS)  que  incorpora  todos  los  materiales usados directa e indirectamente en cada unidad de servicio productivo; el Rendimiento Energético de  los  Insumos de Energía  (EROI) que  significa  retorno  energético  y trata  de  medir  la eficiencia energética de los procesos de producción y consumo. La “Huella Ecológica” es un indicador de la demanda de recursos de una economía expresada en unidades espaciales y responde a la pregunta:

¿cuánta tierra productiva se necesita, como fuente y sumidero, para sostener una población dada, en su nivel actual de vida con las tecnologías  actuales? (Martínez Alier,  2005).

En palabras de Martínez Alier (2005), el aporte y eje principal de la EE es el desarrollo de indicadores físicos de insustentabilidad, donde se examina la economía en términos de metabolismo social. Este concepto de “metabolismo social” hace referencia a la posibilidad de medir los insumos energéticos  y  materiales  que  utiliza  la  economía  y  también  los  desechos  producidos.  Con  el desarrollo  de  trabajos  sobre  este  tema,  se  pretende  establecer  una  tipología  de  sociedades caracterizadas  por  diferentes  patrones  de  flujos  de  materia  y  energía,  de  tal  forma  que  estas mediciones permitan soportar los  actuales debates  sobre desmaterialización de  la  economía.

5. PROPUESTA PARA UN CAMBIO DEL PARADIGMA ECONÓMICO

Aunque las causas de la insostenibilidad de las sociedades van más allá de la existencia de un sistema económico inapropiado, son producto de nuestra civilización y de los aspectos centrales de la cultura dominante (Bermejo, 2005).  Es el deber de una ciencia que, en la medida en que el entorno social,  ecológico  y cultural cambia,  las  teorías reflejen ese cambio estructural y provean los  instrumentos  para  guiarlo.  Si  bien  es  cierto  que  los  cambios  de  paradigmas  siempre  son procesos complejos y convulsos y como lo afirma Kuhn, es finalmente la aparición de una “ciencia extraordinaria”  lo  que  permite  modificar  las  ideas  y  conceptos  prevalecientes  de  los  antiguos paradigmas y  aportar  nuevas  soluciones  a  nuevos problemas.

En ese sentido y ante la inminencia de una crisis global, disparada quizás más pronto por la crisis  energética  que  por  el  calentamiento  global,  se  hace  imprescindible  reorientar  el modelo  de desarrollo  actual,  dando  un  giro  total  en  la  investigación  de  los  problemas,  las  estructuras  y especialmente a las relaciones medio ambiente� desarrollo y ecología� economía. Esto implica además dar mayor prevalencia a valores éticos como la solidaridad, la fraternidad, la inclusión y la equidad, y expresa  la  necesidad  de  introducir  la  frugalidad,  la  sobriedad,  el ascetismo  voluntario  como  un estilo de vida justo y necesario, modificando así las pautas de consumo y producción dominantes.

5.1.    Algunas  carácterísticas  de   insostenibilidad  del  sistema económico  actual

Sin duda alguna,  para ser sostenible, la economía tiene que entender e incorporar en sus análisis y en sus instrumentos la lógica del sistema global. Esto significa incorporar los ritmos, los tiempos y las escalas de cambio de los sistemas vivos,  físicos y sociales.


Existen  diferencias  de  ritmos,  tiempos  y  escalas  entre  la  naturaleza  y  el  mercado,  que bloquean los flujos de información, y la información inadecuada o incompleta conlleva a soluciones erróneas  o  a  la  utilización  de  herramientas inadecuadas. Los ritmos del cambio en la economía de mercado son muy rápidos y crecientes, contrario a los ritmos de  los procesos sociales y naturales (Bermejo, 2005).

Es urgente entender que nuestra relación con la naturaleza tiene otras dimensiones, aparte del  uso  utilitarista  que  le  venimos  dando;  que  necesitamos  vivir  en  contacto  armónico  con  la naturaleza por supervivencia y por calidad y sentido de la vida, de tal forma que el acercamiento entre  la  economía  y la  ecología debe  orientarse  hacia  un nuevo cuerpo teórico  que  desarrolle  e interiorice  los  principios  de  la  sostenibilidad,  los  cuales  a  su  vez  determinan  la  naturaleza  y profundidad de las transformaciones que debe sufrir el sistema social. Según el profesor Bermejo, la  proximidad de  la crisis  del modelo  energético actual,  basado en los combustibles fósiles, va  a imposibilitar  que la transformación del modelo económico  se pueda dar sin una importante  dosis de caos, que será tanto mayor cuanto más se retrase el inicio del cambio.

5.2. La transición de la economía del petróleo a la economía solar

HtmlImg3.JpgLa  energía  ha  determinado  la  supervivencia  o  muerte  de  las  civilizaciones;  la  civilización industrial se  ha  construido  gracias  a  los  combustibles  fósiles. Esta civilización está entrando  en  crisis  por  la  inminencia  en  alcanzar  el  techo  de  las  exportaciones  de  petróleo.  Es difícil prever cuál será la magnitud  de esta  crisis  y cuál será su duración,  lo que  si es seguro  es que  la  civilización  que  emergerá  deberá  basarse  en  las  energías  renovables,  por  ser  la  única solución  posible  (Bermejo,  2005).

Ante  esta  alarmante  situación,  se  hace  imprescindible  la  construcción  de  una  economía solar, basada en la promoción de programas de energías renovables con objetivos ambiciosos de aportación al consumo energético,  como quedó establecido en la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible Johannesburgo – 2002, donde se manifestó la urgente decisión de fortalecer la aportación de energías renovables al consumo energético, aunque no se dijo cómo.

Son múltiples  los llamamientos  a los gobiernos  por  parte de asociaciones  profesionales  y ONG  que promocionan  la  energía  solar.  Una  resolución del Foro  Parlamentario  Internacional  de Energías  Renovables  declara  que:  “El  cambio  de  política  hacia  las  energías  renovables  y  el incremento de la eficiencia energética deben ser la prioridad política clave en interés de la protección ambiental  y  de  la  conservación  de  los  recursos  naturales,  de  las  oportunidades  de  desarrollo económico, la seguridad energética, la reducción de la pobreza y la forma de evitar crisis económicas y conflictos por los recursos”.

En términos generales, y a manera de resumen, el profesor Roberto Bermejo (2005) plantea que para alcanzar rápidamente una economía solar, es necesario por lo menos poner en práctica tres  estrategias:

�          Eliminar las subvenciones a las energías no renovables y establecer impuestos que vayan subiendo  progresivamente sobre  las  mismas.

�          Poner en práctica un conjunto de políticas integradas; establecer un sistema de subvenciones estables  y  adecuadas  para  los  inversores;  crear  las  infraestructuras  necesarias  (líneas eléctricas que conecten los puntos de producción a la red y la infraestructura de hidrógeno); destinar fondos públicos para la investigación y el desarrollo energético; y realizar un amplio despegue  formativo  e  informativo.

�          Lograr acuerdos y fundar instituciones que impulsen la economía solar como un tratado de proliferación de  la  energía renovable.


Lester  Brown,  experto  en  “eco�  economía”,  sugiere  varias  medidas  para  reestructurar  la economía  que,  a  su vez,  permiten restablecer  la  estabilidad  de  los  ecosistemas  que  soportan  y limitan el sistema económico.  Sus  propuestas  coinciden con  las  planteadas  por  los  economistas ecológicos y se resumen en los  siguientes aspectos:

�          Finalizar la era de las energías no renovables e ir hacia la era de la energía solar, la energía eólica, las celdas de combustible,  las pequeñas  centrales hidroeléctricas  y el hidrógeno.

�          Hacer una transición hacia la economía del re� uso y el reciclado de materiales en lugar de la del desperdicio y los desechables.

�          Cambiar hacia tecnologías de baja intensidad de emisiones, principalmente en los sectores de generación de energía, calefacción y transporte.

�          Poner fin a la explotación de las minas de oro y minerales, por los grandes costos materiales y de energía, y los  impactos contaminantes que se generan.

�          Promover  con radicalidad  un sistema impositivo y de  subvenciones,  al imponer  impuestos sobre  vertederos,  eliminar  subvenciones  a  actividades  y  sectores  que  dañan  el  medio ambiente,  establecer impuestos  al  consumo  de  combustibles  fósiles  y  a la  deforestación, incentivar  las actividades  de  conservación y protección de  ecosistemas  estratégicos.

�          Aumentar  la  productividad  en las  tierras  de  cultivo.

�          Aumentar la  eficiencia en el uso  del agua.

�          Proteger los  productos y servicios provenientes de  los bosques.

�          Desarrollar  sistemas  de  transporte  masivos  públicos  que  predominen  sobre  el  uso  del automóvil.

�          Estabilizar  la  población,  reduciendo  la  fertilidad  humana.

�          Conseguir que los precios cuenten la verdad ecológica, a través de la incorporación de los costos ecológicos al precio final que paga la empresa y/o el consumidor.

Con relación a este último punto, Brown cita al ex� vicepresidente de la ESSO en Noruega, quien comentó: “El socialismo desaparecíó porque no permitía que los precios contaran la verdad económica. El capitalismo puede desaparecer porque no permite que los precios cuenten la verdad ecológica”.   Brown advierte que no existe un camino medio: “Nos unimos para construir una economía sostenible o nos quedamos con esta economía no sostenible desde el punto de vista ecológico, hasta que entre en declive”.   La elección, según Brown,  la  hacen las  generaciones  actuales y su decisión afectará la vida en la tierra durante todas las generaciones venideras.

5.3. Adoptar  algunos  de los  principios  fundamentales  de la economía de la naturaleza

HtmlImg4.JpgSon varios  los  autores,  y  entre  ellos,  el profesor  Roberto  Bermejo,  quienes  recomiendan volver  a  la  economía  de  la  naturaleza:  “los  ecosistemas  no  crecen,  sino  que  evolucionan;  son complejos y biodiversos; se auto� organizan, se estructuran jerárquicamente, son autosuficientes y en ellos, se dan formas de competencia y cooperación, siendo ésta última la dominante, y  esta estructura compleja y jerarquizada tiene como objetivo central preservar su estabilidad, la continuidad y la estabilidad que han sido los rasgos más llamativos del mundo de los seres vivos”. Esta reflexión lleva a concluir que no es necesario inventar un mundo sostenible; éste ya existe, ya se ha realizado, está a nuestro alrededor.

Las  carácterísticas  del  funcionamiento  de  las  comunidades  bióticas  son:  diversidad, evolución,  auto�  organización,  jerarquía,  autosuficiencia,  descentralización  y  competencia� cooperación. A diferencia  de  los  sistemas  naturales,  los  sistemas sociales  tienen  unas  carácterísticas  únicas  como  son  la  comunicación,  la  intencionalidad  y  la tecnología.  El  detalle  de  cómo  estos  principios  y  carácterísticas  determinan  la  naturaleza  y profundidad de las transformaciones que debe sufrir  nuestro sistema social, deben ser objeto de investigación.



6.  EL ENCUENTRO: PERSPECTIVAS DE LA EE EN Colombia, OBJETIVOS, TEMAS Y PARTICIPANTES

El  Instituto  de  Estudios  Ambientales,  IDEA,  y  el  Programa  de  Maestría  en  Ciencias Económicas  de  la  Universidad  Nacional  de  Colombia,  en  uníón  con  el  Instituto  CINARA  de  la Universidad del Valle, organizaron el pasado  mes de  Agosto de  2007 el Encuentro “Perspectivas de la Economía Ecológica en Colombia”. El objetivo principal de este evento fue impulsar, a nivel nacional,  un espacio  para  docentes,  investigadores,  estudiantes  y  demás  personas  interesadas en  revisar  y  analizar  el  estado  del  arte  de  la  Economía  Ecológica,  sus  avances  conceptuales  y metodológicos,  así  como  analizar  y  evaluar  la  problemática  ambiental  del  país,  desde  una perspectiva  sistémica  y  transdisciplinar.

Con  el  desarrollo  de  este  evento  también  se  buscaba  establecer  la  Declaración  para  la creación de la “Sociedad Colombiana de Economía Ecológica” como un primer paso para formalizar y fomentar la consolidación de grupos de académicos y de investigadores interesados en promover el estudio, la investigación y el desarrollo de programas curriculares en este campo disciplinar, en el  ámbito  nacional.

Los  invitados  internacionales  fueron  el  Profesor  Joan  Martínez Alier,  catedrático  del departamento  de  Economía  e  Historia  Económica  de  la  Universidad Autónoma  de  Barcelona, miembro del Comité Científico de la Agencia Europea del Medio Ambiente y Presidente electo de la  Sociedad Internacional de Economía  Ecológica  (ISEE),  Director de la revista Ecología  Política y  autor de  varios libros  sobre  Economía  Ecológica,  y el  Profesor Roberto  Bermejo, docente  del departamento de Economía Aplicada de la Universidad del País Vasco. Su investigación se centra en el diseño de una Economía Sostenible, y es autor de varios libros sobre economía ecológica  y sobre   los principios,  conceptos y estrategias de una economía sostenible.

A nivel  nacional,  participaron  en  el  evento  los  profesores  Mario Alejandro  Pérez  Rincón, profesor  de  la  Universidad  del  Valle,  Doctor  y  Máster  en  Ciencias Ambientales,  con  énfasis  en Economía  Ecológica  de  la  Universidad  Autónoma  de  Barcelona,  quien  presentó  su  ponencia Comercio  Internacional  y  Medio Ambiente  en  Colombia;  Germán  Palacio,  profesor  titular  de  la Universidad Nacional de Colombia, Sede Amazonía, quien hizo una presentación sobre los orígenes, los  inspiradores  y  los  aportes  de  la  Ecología  Política;  las  doctoras  Paula  Ungar  y  Olga  Lucia Vargas, ambas Ph.D en Economía Ecológica, quienes presentaron respectivamente las conferencias “Investigación en áreas protegidas y toma de decisiones para la conservación. La complejidad del contexto  colombiano”  y “La  evaluación multicriterio  social y su potencial en  la  gestión forestal de Colombia”; Javier Villamil, Geógrafo y Maestrante en el Programa de Medio Ambiente y Desarrollo del IDEA, quien presentó la ponencia  “Conflictos Ecológicos Distributivos:  las transnacionales del sector  minero�  energético  en Colombia”.

El  profesor  Celso  Vargas,  docente  de  la  UPTC  de  Tunja  y  el  doctor  Edigson  Pérez  del Instituto de Planificación de Soluciones Energéticas, IPSE, tuvieron a su cargo la coordinación del panel “Energía y medio ambiente”; Luis Jair Gómez, profesor titular de la Universidad Nacional de Colombia,  Sede  Medellín,  y la  Profesora  Nohra  León  R.,  profesora  asociada  de  la  Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá, coordinaron el panel “Orden económico mundial: seguridad y  soberanía  alimentaria”.

Los  profesores  Françoise  Coupé,  Luis  Guillermo  Posada  y  ElKin  Vargas,  profesores asociados de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, colaboraron en la coordinación de las mesas de trabajo sobre los temas “Evolución y tendencias de la institucionalidad ambiental en Colombia” y “Determinantes de la sostenibilidad desde la perspectiva de la economía ecológica”, respectivamente.

A cargo del profesor Edisón Vásquez de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín y  de  los  profesores  asociados  del  IDEA,  Sede  Bogotá,  Carmenza Castiblanco  y Jairo  Sánchez, estuvo  la  coordinación  de  las  mesas  de  trabajo  “La  Ley  de  Agua  en  Colombia”  y  “Servicios Ambientales  y  Desarrollo”.

El  evento  contó  con  la  participación  de  unas  120  personas  procedentes  de  diferentes instituciones  académicas,  ambientales  y  territoriales  de  diversas  regiones  del  país,  quienes



concurrieron activamente durante los tres días de duración del Encuentro. En la sesíón de clausura, se formalizó la declaratoria de la creación de la Sociedad Colombiana de Economía Ecológica, a la  cual se  suscribieron sus  primeros  miembros  y se  llevó a  cabo el lanzamiento  de  cuatro  libros sobre  el tema  de Economía  Ecológica, resultado  del trabajo de  docencia e investigación que los profesores y estudiantes de las sedes de Medellín y Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia adelantan sobre  el tema.

La  coordinación y organización general del encuentro estuvo a cargo  de los estudiantes  y del personal administrativo del Programa de Maestría en Medio y Desarrollo del IDEA, Sede Bogotá, con la colaboración permanente del grupo de profesores de la Sede Medellín y el apoyo del profesor Mario Alejandro  Pérez.  Desde  la  coordinación del  Programa  de  Maestría  en  Medio Ambiente  y Desarrollo, expreso mi agradecimiento a los estudiantes, egresados y personal administrativo que tuvieron a cargo la organización y participaron en las diferentes mesas temáticas: Alexander Burgos, Catalina Tribin, Diana   Tovar, Juliana Cépeda, Javier Sabogal, Ángela López, Camilo Rodríguez y Norma  Sabogal.

En  este  número  de  la  Revista  Gestión  y Ambiente,  cuyo  tema  central  es  la  Economía Ecológica, se presentan las principales ponencias del encuentro, con el ánimo de que estos escritos generen interés,  conocimiento  y  nuevas  propuestas  de  investigación  y docencia  en  un país  que, como  Colombia,  requiere  con  urgencia  incorporar  los  principios  conceptos,  metodologías  y estrategias  de  este  nuevo  campo  disciplinar  que,  sin  duda  alguna,  aporta  herramientas  para  el entendimiento  y  mitigación  de  los  conflictos  ambientales.

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