La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

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El Golpe de Estado

El 13 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, acaudilló un pronunciamiento militar contra el gobierno constitucional. El profundo malestar del ejército, la indecisión del gobierno y la falta de confianza del rey Alfonso XIII en el sistema constitucional de la Restauración, facilitaron que el golpe militar no hallase prácticamente oposición.

Primo de Rivera hizo “públicas” sus intenciones en un manifiesto. Presentó la dictadura como un régimen transitorio y afirmó que una vez extirpados los males del país se retornaría a la normalidad constitucional. Imbuido de regeneracionismo en una versión simplista y manipulada de la teoría de Joaquín Costa del “cirujano de hierro” anunció su propósito de resolver los graves problemas que padecía la sociedad española: liberar al país de la “vieja política”, destruir el caciquismo, poner fin al desgobierno y la subdivisión social y a la amenaza del separatismo.

La opinión pública lo acogió favorablemente o se mostró pasiva. El golpe contó con el apoyo de los sectores empresariales de los principales bancos nacionales y de la Iglesia. Los republicanos no se opusieron y PSOE y UGT se mantuvieron a la expectativa.

El 15 de septiembre el rey Alfonso XIII encargó a Primo de Rivera la formación de un nuevo gobierno y le concedió el cargo de presidente y de ministro único (Directorio Militar).

El Directorio Militar (1923-1925)

Las primeras medidas

El Directorio Militar proclamó el estado de guerra durante dos años, suspendió la Constitución de 1876, disolvió las Cortes, implantó la censura, y prohibió las actividades de los partidos políticos y de los sindicatos. Se impuso el orden público con duras medidas a cargo de los generales Martínez Anido y Arlegui contra la CNT y el PCE, declarados ilegales. También se reprimió cualquier manifestación del nacionalismo, tachado de separatista.

La reforma de la administración

Primo de Rivera acometió su gran proyecto regeneracionista: liquidar el poder del antiguo régimen y organizar un nuevo régimen mediante una reforma de la administración. Los gobernadores civiles fueron sustituidos por gobernadores militares y se creó la figura de los delegados gubernativos. Los ayuntamientos fueron disueltos y sustituidos por juntas de “vocales asociados” elegidos por los mayores contribuyentes vinculados al sistema caciquil.

El Estatuto Municipal, inició en la práctica la formación de una nueva administración y el descuaje del caciquismo. El viejo caciquismo, lejos de desaparecer, simplemente cambió de forma. En Cataluña, el Estatuto Provincial hizo desaparecer la Mancomunidad.

El conflicto en Marruecos

Primo de Rivera asumió el Alto Comisariado en Marruecos e intentó negociar la paz, ofreciendo a Abd-el-Krim una amplia autonomía. Dos hechos contribuyeron a dar un vuelco a la situación: el ataque de 1924 a las tropas españolas, y el avance de Abd-el-Krim en el Marruecos francés. En 1925 Francia y España acordaron una ofensiva militar, que fue todo un éxito. En 1926, Abd-el-Krim, derrotado, se entregó a los franceses y un año después quedó sometido todo el Protectorado.

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