Descubre el Movimiento Romántico Español y sus Máximos Exponentes

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El Romanticismo

El movimiento romántico, que ya había triunfado en Alemania, Inglaterra y Francia, encuentra en el carácter de los españoles el mejor sustento para desarrollarse en todo su esplendor.

Las traducciones de autores románticos, como el escocés Walter Scott, el francés François-René de Chateaubriand, etc., ya habían preparado el terreno para que el Romanticismo triunfara en nuestro país. Cuando los ilustrados volvieron del exilio tras la guerra de la Independencia, trajeron las nuevas tendencias que triunfaban en Europa y encontraron en España el ambiente ideal para su desarrollo. La prensa también contribuyó a la expansión de las ideas románticas en España.

El movimiento romántico

Con el término Romanticismo denominamos el movimiento cultural y social que triunfa en toda Europa durante la primera mitad del siglo XIX.

El movimiento romántico surgió a finales del siglo XVIII como una reacción ante el Racionalismo que dominaba todos los ámbitos de la vida. Se reivindicaba el poder de los sentimientos; por eso, la imaginación y la fantasía cobraron un papel muy importante en la nueva mentalidad.

En literatura, esta tendencia romántica se caracterizó, fundamentalmente, por la exaltación de la libertad y del individualismo, frente a las normas que encorsetaban la literatura del siglo anterior.

Características del Romanticismo

Aunque este movimiento no afectó por igual a todos los autores, sí presenta rasgos comunes dentro de las distintas tendencias románticas:

  • Defensa de la libertad. Se extiende a todos los ámbitos de la vida y de la creación literaria. Los escritores románticos no siguen las reglas teatrales y poéticas del siglo anterior.
  • Predominio de la imaginación y del sentimiento. Por eso, el género más importante es el lírico.
  • Predominio del subjetivismo. Los escritores románticos expresan con subjetivismo sus sentimientos (amor, insatisfacción, angustia...), de los que también participa la naturaleza, que refleja el alma del autor. Los ambientes característicos son los paisajes nocturnos, las tempestades, los cementerios, etc.
  • Temas históricos y lugares exóticos. Hay predilección por los temas medievales, caballerescos…, alejados en el espacio y en el tiempo. Así, autores y lectores se evaden de la realidad en la que viven, por la que no se sienten atraídos. Conciliar la realidad con sus esperanzas lleva a algunos a la desesperación.
  • Promoción de la literatura popular. Los escritores románticos buscan que sus obras sean accesibles a todo el mundo; no es una literatura elitista, sino popular.

La lírica es el género dominante durante el apogeo del Romanticismo. Sin embargo, gozan también de gran aceptación el teatro y la narración, aunque esta última evolucionará dando lugar al Realismo.

La poesía romántica

El género más importante en este período, como reflejo del alma y de los sentimientos del autor, es, pues, la poesía.

Temas

Los temas más frecuentes en la poesía romántica son:

  • El amor. Es el tema por excelencia. Además, el poeta refleja su propia intimidad y con ella sus diferentes estados de ánimo: desde el más exaltado hasta el más profundamente desesperado.
  • La rebeldía. Es característica su rebeldía contra toda norma y, sobre todo, contra las que rigen la vida social; de ahí que ocupen un lugar preminente en sus poemas personajes como piratas, mendigos, condenados a muerte, etc.
  • Temas históricos. El poeta se siente atraído especialmente por los que se refieren al mundo medieval.

Como ya hemos dicho, los ambientes de sus poesías son reflejo del ánimo desalentado del poeta: el mar embravecido, las ruinas...

Métrica

El ansia de libertad que domina el espíritu romántico se trasluce también en el aspecto formal de su obra. De ahí que, en muchas ocasiones, los poetas no se ajusten a los cánones métricos y creen nuevas estrofas o mezclen distintos tipos de versos en un solo poema.

Su interés por el mundo medieval y la literatura barroca hace que empleen estrofas entonces casi olvidadas, como el romance.

Principales poetas románticos

Los poetas románticos más destacados son tres: José de Espronceda, Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Sin embargo, estos dos últimos escribieron su obra poética durante la segunda mitad del siglo XIX, en pleno auge del movimiento realista.

José de Espronceda (1808-1842)

La vida de este gran poeta romántico transcurrió de acuerdo con su mentalidad. Defensor de la libertad desde muy joven, tuvo que marchar al exilio cuando contaba dieciocho años. Su amor por Teresa Mancha lo llevó a viajar por Europa tras ella.

Volvió a España en 1833 y llevó una vida acorde con su espíritu libre. En 1838, Teresa lo abandonó con una hija de corta edad. Finalmente, murió cuando estaba a punto de rehacer su vida.

Aunque se dedicó fundamentalmente a la poesía, también cultivó otros géneros, como la novela histórica o el teatro.

En su obra poética se observan los rasgos más característicos del Romanticismo exaltado, sobre todo en algunos de sus poemas breves dedicados a personajes marginados: El verdugo, El reo de muerte, El mendigo, La canción del pirata...

También escribió dos composiciones poéticas más largas: El diablo mundo y El estudiante de Salamanca. La primera incluye el Canto a Teresa, breve poema en el que evoca su relación amorosa. La segunda es un poema polimétrico que, en un ambiente típicamente romántico, narra la historia de don Félix de Montemar.

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)

Nació en Sevilla, donde fue educado por su madrina. Su meta era la pintura, ya que pintor había sido su padre y también lo era su hermano.

Sin embargo, al llegar a Madrid colaboró en varios periódicos y se decidió por la literatura. Su vida fue difícil; su enfermedad y su fracasado matrimonio lo llevaron hacia una vida bohemia y poco estable. Murió en Madrid en 1870.

Como ya hemos adelantado, Bécquer, poeta romántico, publicó su obra en pleno apogeo del Realismo.

Su obra más importante en prosa son las Leyendas. Se trata de veintiocho relatos llenos de los temas más típicos del Romanticismo: paisajes nocturnos, hechos sobrenaturales, sucesos misteriosos, temas exóticos... Entre las Leyendas más conocidas podemos destacar Maese Pérez el organista, El miserere, El Monte de las Ánimas, etc.

Bécquer ha destacado, sobre todo, por sus Rimas. Se publicaron en prensa y, más tarde, él mismo las recopiló para su edición. Sin embargo, no se publicaron hasta un año después de su muerte.

A través de estos breves poemas, Bécquer nos habla de la poesía, del amor, del desengaño, de la muerte... Formalmente, las Rimas presentan una gran sencillez.

XXIII

Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso..., ¡yo no sé qué te diera por un beso!

XXX

Asomaba a sus ojos una lágrima y a mi labio una frase de perdón; habló el orgullo y se enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró. Yo voy por un camino, ella por otro; pero al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: "¿Por qué callé aquel día?", y ella: "¿Por qué no lloré yo?".

Mariano José de Larra (1809-1837)

En sus artículos no se limitaba a retratar costumbres, sino que, con la ironía que lo caracterizaba, satirizaba ferozmente algunos de los más graves defectos de la sociedad de su época. Demostró así su inconformismo con el mundo que lo rodeaba.

Escribió más de doscientos artículos, que firmaba con diferentes seudónimos: Fígaro, El pobrecito hablador, Andrés Niporesas. Estos artículos versaban sobre variados temas: la política, las costumbres, la literatura, etc.

También son muy importantes sus artículos de crítica literaria, en los que desaprueba totalmente el estilo de los últimos neoclásicos, aunque tampoco salen muy bien paradas las ideas románticas.

El teatro romántico

Dado el poco aprecio que tuvo el público hacia el teatro neoclásico del siglo XVIII, tanto durante esta centuria como a principios del siglo XIX se siguieron representando con gran éxito las obras de nuestro teatro barroco.

Tras la muerte de Fernando VII, regresaron del exilio los que habían huido a causa de sus ideas políticas, contrarias a las del rey, y lo hicieron muy influidos por las tendencias que triunfaban en Europa.

Por eso quisieron plasmar en sus obras los modelos de Víctor Hugo, Alejandro Dumas o Alfredo de Vigny, representantes del Romanticismo francés.

Las nuevas tendencias triunfaron rápidamente en nuestro país, porque estaban muy próximas a la tradición española que tanto gustaba al público del momento.

En España, el gran triunfo del teatro romántico se produjo en 1835, fecha en la que se estrenó la obra Don Álvaro o la fuerza del sino, del duque de Rivas.

El cultivo del teatro romántico continúa hasta mediados del siglo y sus principales características son:

La ruptura con las estrictas normas que regían el teatro neoclásico. Tampoco se persigue un fin didáctico. Los dramaturgos, ahora, no pretenden enseñar, sino conmover.

De igual modo, rechazan someterse a cualquier tipo de preceptiva literaria. No olvidemos que los autores románticos propugnan libertad en todos los campos.

En cuanto a los temas elegidos, los románticos prefieren los legendarios o históricos, en los que el amor, el destino fatal, la muerte, el más allá... tienen un importante papel.

Por otro lado, también desaparecen por completo los temas cotidianos que tan de moda estuvieron en el teatro anterior.

La estructura teatral también es más complicada. Lógicamente, se rompe con la regla de las tres unidades (tiempo, lugar y acción), por lo que las obras plantean varias acciones que se desarrollan en paralelo.

Esta complicación del contenido lleva a que suelan tener cinco actos, normalmente en verso o mezclando prosa y verso.

Los protagonistas son personajes misteriosos, rebeldes e incluso cínicos. Su destino fatal marca sus vidas.

Los escenarios también se adaptan a la nueva estética y predominan en ellos las escenas nocturnas y sepulcrales, los desafíos, los personajes misteriosos, los suicidios... que contrastan con los salones burgueses del teatro neoclásico.

Los autores más importantes de este período son dos: Ángel de Saavedra, duque de Rivas, y José Zorrilla. También destacan otros autores con obras importantes, como Los amantes de Teruel, de Juan Eugenio Hartzenbusch, La conjuración de Venecia, de Francisco Martínez de la Rosa o El trovador, de Antonio García Gutiérrez.

Ángel de Saavedra, duque de Rivas (1791-1865)

El duque de Rivas regresó a España del exilio en 1834, influido por las ideas que estaban triunfando en Europa. Sin embargo, sus primeras obras, tanto poéticas como dramáticas, están muy influidas por el Neoclasicismo que todavía imperaba a comienzos de siglo.

Su primera obra de carácter romántico, escrita entre 1830 y 1833, es un poema de inspiración histórica, que narra la leyenda de los siete Infantes de Lara: El moro expósito o Córdoba y Burgos en el siglo XI.

Poco después, en 1835, en medio de una gran expectación, se estrenó su drama Don Álvaro o la fuerza del sino. Su éxito no fue grande, pues las innovaciones escénicas desconcertaron al público y a la crítica. Pero su ejemplo fue seguido por otros escritores.

José Zorrilla (1817-1893)

Fue un escritor prolífico. Escribió muchos poemas líricos, aunque sus mejores composiciones son sus poemas narrativos, como los que llevan por título A buen juez, mejor testigo o Margarita la Tornera.

Como dramaturgo, Zorrilla escribió obras de tema histórico, como El puñal del godo, El rey loco, Traidor, inconfeso y mártir.

Pero su obra más representativa, de 1844, es Don Juan Tenorio. El tema de la obra no es original. Lo desarrolló Tirso de Molina, durante el siglo XVII, en su drama titulado El burlador de Sevilla y convidado de piedra.

Sin embargo, el tratamiento del personaje y la salvación final de don Juan (héroe romántico capaz de enamorarse y arrepentirse) por intercesión de doña Inés sí son nuevos, y responden al ideario romántico.

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