Desarrollo Económico y Transformaciones Sociales en España (1959-1975): Del Plan de Estabilización al Fin del Franquismo

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El Plan de Estabilización y los Factores del Crecimiento Económico

A partir de 1953, la situación internacional comienza a cambiar. Sin embargo, las ayudas económicas recibidas entre 1953 y 1956 no consiguieron salvar la angustiosa situación económica, y en la calle empezaron a surgir los primeros síntomas del descontento. Fue entonces cuando comenzaron a llegar al gobierno hombres procedentes del Opus Dei como Laureano López Rodó, Gregorio López Bravo, Juan José López de Letona, etc. Estos "tecnócratas" iniciaron una acción correctora de la política económica: el llamado Plan de Estabilización (1959). Este plan simboliza, a la vez, el fin de la autarquía y el inicio del desarrollo industrial.

Su origen se debió a:

  1. La insuficiencia de oro y divisas para hacer frente al desequilibrio entre importaciones y exportaciones.
  2. La necesidad de aceptar capitales procedentes del exterior.

El gobierno español tuvo que comprometerse a:

  1. Reducir el intervencionismo y liberalizar la economía.
  2. Reformar el sector público, limitando el gasto público y las ayudas a empresas públicas y privadas.
  3. Devaluar la peseta.
  4. Subir los tipos de interés.

A cambio logró:

  1. Créditos del Fondo Monetario Internacional y de la OCDE.
  2. Llegada de capitales procedentes de países y multinacionales extranjeras que equilibraran el mercado interior y exterior.
  3. Detener la inflación, estabilizando los precios y los salarios.

En un principio, los efectos del plan fueron negativos, ya que al liberalizar los precios de los productos, el coste de la vida aumentó y los sueldos de los trabajadores bajaron en términos reales (es decir, la población perdió poder adquisitivo) y el paro se incrementó. Pero los efectos positivos empezaron a notarse a partir de 1961, año en el que se inició una etapa de expansión económica sostenida, bastante espectacular a partir de 1963.

Al programa liberalizador se añadió la puesta en marcha de los Planes de Desarrollo Económico y Social, que tenían un carácter meramente indicativo. Se promulgaron tres planes de vigencia cuatrienal (1964-67), (1968-71) y (1971-75). Estos planes centraron su interés en el sector industrial a través de dos grandes líneas de actuación:

  1. Ayuda a las pequeñas y medianas empresas para animarlas a invertir en determinados sectores mediante subvenciones y exenciones fiscales.
  2. Creación de "polos de desarrollo industrial" que intentaban reducir los desequilibrios económicos regionales, promoviendo la creación de nuevas industrias en áreas de escasa industrialización (Valladolid, Huelva, Burgos, Sevilla, etc.).

Pero esta planificación no fue la causa del despegue industrial español, ya que sus efectos fueron escasos. Las empresas privadas confiaban más en las favorables condiciones de la coyuntura económica internacional que en la planificación estatal. Desde 1960 hasta 1966, la tasa anual de crecimiento del PIB fue muy superior a la media de los restantes países europeos. El producto aumentó un 160% y la renta per cápita aumentó considerablemente.

Los principales factores favorables del crecimiento industrial fueron:

  • Mejora de la productividad gracias a la tecnología procedente del exterior.
  • Bajada de los precios (al producirse más) y, por tanto, aumento considerable de nuestras exportaciones.
  • Aumento de los salarios y con ellos de la demanda de bienes de consumo.

El despegue económico español se basó en la aparición de nuevos recursos económicos como:

  • El turismo: La favorable coyuntura de la economía europea propició la llegada a España (país barato, con buen clima y grandes zonas costeras) de turistas extranjeros. Las divisas (dinero aportado por el turismo) constituyeron una de las grandes fuentes de financiación del desarrollo español.
  • Los capitales procedentes del exterior: Sobre todo las inversiones de las empresas extranjeras en nuestro país (ya que encontraban una situación idónea para establecerse: bajos impuestos, mano de obra barata y sin derecho a huelga, ausencia de controles medioambientales, etc.).
  • Las remesas de divisas enviadas por los emigrantes españoles: La buena marcha de la economía europea atrajo a muchos españoles a trabajar en el extranjero. De esta manera, la dictadura franquista conseguía un doble beneficio: por un lado, los emigrantes enviaban parte de su sueldo a los familiares que se habían quedado en España y, por otra, se reducía el índice de paro.

Los aspectos negativos del desarrollo económico español fueron:

  • La escasa creación de empleo (que daría lugar a una fuerte emigración).
  • La fuerte tendencia a la elevación de los precios (debido a la subida de los precios agrarios).
  • La rigidez de la oferta del sector servicios (por falta de competencia).
  • La falta de modernización del sistema financiero.

Evolución Demográfica

Entre el censo de 1960 y el de 1970, el número de españoles creció de treinta millones a más de treinta y tres. La tasa de natalidad comenzó a descender, pasando del 21 por mil en 1960 al 18 por mil en 1970. Este descenso de la natalidad se debe, por una parte, a que el matrimonio se realiza a edades más tardías y, por otra, a la restricción oficial de la natalidad. Aun así, el crecimiento vegetativo (diferencia entre los que nacen y los que mueren) fue muy fuerte todavía en la fase final del franquismo.

La tasa de mortalidad, que ya había comenzado a bajar en la década de los cincuenta, se mantiene en niveles semejantes a los países europeos como Francia e Italia, de ahí que la población española comience un proceso de envejecimiento, aunque a mucha distancia todavía de los países europeos de nuestro entorno. La esperanza de vida aumenta considerablemente y llega a ser en 1975 de 70 años para los hombres y 76 para las mujeres.

Otro de los cambios demográficos producidos en la sociedad española fue el de las migraciones. En lo que respecta a las migraciones internas, en la década de los sesenta casi cuatro millones de españoles cambiaron su lugar de residencia dentro de España. Se produce una fuerte corriente migratoria del campo a la ciudad. Las principales zonas de acogida fueron Cataluña, el País Vasco, Madrid, Valencia, Baleares y Canarias. Las zonas emigratorias fueron Galicia, Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León.

La población campesina se trasladó a los núcleos urbanos en los que había más posibilidades de trabajo y que ofrecían unos modos de vida diferentes, más libres y con opciones de promoción personal. Pero la llegada a las ciudades de tanta población emigrante creó problemas de infraestructuras y de vivienda. Muchas familias emigrantes se alojaban en chabolas, viviendo en unas condiciones precarias. Las ciudades crecieron de una forma desmesurada y anárquica, lo que provocó auténticos disparates urbanísticos, que aún perduran en la actualidad.

En cuanto a las migraciones exteriores, entre 1959 y 1973 se produce una fuerte corriente migratoria hacia los países europeos. Las causas de estas migraciones fueron los efectos del Plan de Estabilización, que generó mucho paro, y el hecho de que la economía europea en los años 60 estaba en plena fase de expansión y necesitaba mano de obra. La migración exterior redujo el paro y puso en contacto a los emigrantes con sindicatos libres y partidos políticos extranjeros.

En cuanto a la evolución de la población activa durante la última etapa del franquismo, la población activa del sector primario se redujo en más de la mitad, mientras que aumenta considerablemente en los sectores secundario y terciario, situando por primera vez a España entre los países desarrollados.

Oligarquía, Clases Medias y el Mundo del Trabajo

La enorme expansión económica de los años sesenta y primeros setenta vino acompañada de una importante transformación de las estructuras socioprofesionales de la población. También cambiaron las pautas culturales y los comportamientos sociales. A ello contribuyó el cambio en el sistema educativo, que culminó con la Ley General de Educación de 1970, que establecía la escolaridad obligatoria hasta los 14 años (Educación General Básica). Durante estos años aumentó la población escolarizada y las inversiones del Estado en educación. El analfabetismo disminuyó de manera drástica hasta alcanzar los niveles de los países más avanzados.

La familia empezó a experimentar cambios que se profundizarían en el futuro. Aumentó la tendencia a fortalecer la familia nuclear (padres e hijos) como base. Los hijos se marchaban antes de la casa paterna (debido a la buena coyuntura económica), pero, por otro lado, la incorporación de la mujer al trabajo fue todavía muy débil.

Los hogares españoles comenzaron a equiparse con nuevo menaje: frigorífico, televisor, lavadora, etc. y, en muchos casos, el coche, el popular "Seiscientos" fabricado en el país. Se fue implantando una nueva mentalidad, también en el terreno religioso. Se reivindicó la libertad de pensamiento y disminuyó la práctica religiosa. Un sector del clero (siguiendo las tesis del Concilio Vaticano II) comenzó a exigir más cambios básicos, distanciándose del Régimen. Fue también la época de la salida en masa de muchos sacerdotes. La Universidad vio aumentar el número de sus estudiantes. Surgen movimientos dentro del mundo universitario y comienzan a entrar en España (de forma clandestina) muchas publicaciones prohibidas.

En síntesis, cabe decir que la gran época del desarrollo económico español favoreció de forma indudable el progreso de la sociedad y el cambio de pautas rurales, pero esto, lejos de fortalecer el régimen, lo debilitó desde el punto de vista político e ideológico (cuanto más sube el nivel de vida, más se reivindica la libertad y la democracia).

Las Oligarquías

El crecimiento económico no supuso una distribución de la riqueza. Al final del Régimen de Franco, alrededor del 1,2% de la población española poseía el 42% de la riqueza nacional. Estas oligarquías estaban formadas por los grandes terratenientes y los industriales más importantes, así como los grandes financieros afines al régimen, que gracias a ello controlaban los negocios y la riqueza del país.

Las Clases Medias

Pero también es cierto que el desarrollo económico de los años sesenta hizo aparecer una nueva clase media urbana (funcionarios, profesiones liberales, comerciantes, etc.) que fueron los protagonistas del aumento del nivel de vida y los beneficiarios del consumo mayoritario. Pero esta clase media, a medida que iba disfrutando de mayor nivel económico, pretendía también disfrutar de unas mayores libertades políticas, cosa que el Régimen no estaba dispuesto a conceder, con lo que se produce un desequilibrio entre el desarrollo económico y el político que conducirá, paradójicamente, a preparar a la sociedad española para los cambios necesarios en un futuro cercano.

El Mundo del Trabajo

En el mundo rural, el cambio social se caracterizó por un descenso del número de jornaleros, la mejora salarial, el acceso a la propiedad de los arrendatarios y la pérdida del prestigio y del peso global de los terratenientes en la economía. Esta mejora en la situación del campo español facilitó enormemente la transición política, ya que el nuevo régimen no se tuvo que enfrentar a una tensión generalizada en el campo, ni se vio obligado a aplicar con urgencia una reforma agraria.

En cuanto al sector industrial, aparece el proletariado industrial especializado, que cada vez tendrá más peso específico en una sociedad industrializada y urbana. El obrero moderno tiene un mayor poder adquisitivo (puede acceder a la vivienda, a dar estudios a sus hijos, etc.), aunque la llegada masiva a los centros industriales margina a los proletarios a barrios obreros con una escasa infraestructura urbana. De todas formas, entre las clases bajas existían muchas carencias, todavía en los años sesenta, en Orense el 80% de los hogares no tenían agua corriente y el 23% de los cabezas de familia de Huelva eran analfabetos.

El movimiento obrero también cambió de mentalidad. Antes de la guerra presentaba un espíritu insurrecto y revolucionario, mientras que durante la dictadura pasó a organizarse alrededor de las clandestinas Comisiones Obreras, sindicato que se caracterizó por la demanda de mejoras salariales y por la reivindicación de derechos sindicales y democráticos. Además, algunas medidas como la construcción de viviendas sociales y la extensión de la Seguridad Social a todos los trabajadores (prestaciones sanitarias, pensiones, etc.) difundía la sensación de mejora en el bienestar social de la clase trabajadora. Este talante reformista del movimiento obrero hizo que la clase media dejara de mirar al proletariado con temor, lo que unido a la mentalidad más abierta y dinámica de la nueva burguesía, hizo que la clase media estuviera preparada para los nuevos cambios políticos de la sociedad.

La Situación de la Mujer durante el Franquismo

Durante el franquismo, la situación general de la mujer era la de supeditación al hombre y su función principal la maternidad y el cuidado de su casa. Desde el punto de vista legal, se derogó el divorcio y se prohibió el uso de anticonceptivos. La mujer casada estaba supeditada al marido, a quién debía obedecer y de quién necesitaba permiso escrito para trabajar fuera de casa. El adulterio solo se castigaba si lo cometía la mujer (manifestación extrema de machismo).

Por lo que respecta a la educación, la dictadura franquista prohibió la coeducación e impuso la enseñanza de trabajos del hogar y de labores para acostumbrar a la mujer desde pequeña a su papel de ama de casa. Por otra parte, una mujer podía ser despedida de su empresa si se casaba y su sueldo siempre era inferior al del hombre.

En la década de los setenta, gracias a la Ley General de Educación, se modificaron algunos aspectos de la legislación franquista sobre las mujeres solteras y también se aceptó de nuevo la coeducación en las escuelas públicas. La mujer, poco a poco, fue accediendo a los estudios de Bachillerato y a la Universidad.

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