Derrota y Desesperanza en Los Girasoles Ciegos: Un Retrato de la Posguerra
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Los Girasoles Ciegos: Cuatro Relatos de la Posguerra Española
1939 o Si el corazón pensara dejaría de latir
El primer relato, titulado *1939 o Si el corazón pensara dejaría de latir*, tiene como protagonista al capitán Carlos Alegría, oficial del ejército nacional, harto de crueldad y violencia. Se rinde a los republicanos cuando las tropas golpistas están entrando en Madrid, en la madrugada anterior a la rendición final de las tropas republicanas. Lógicamente, su postura no es entendida por ninguno de los dos bandos, pero el oficial la toma porque es su forma de pagar el innecesario desangramiento al que se sometió a la capital de España entre 1937 y 1939. Como él mismo dice al ser preguntado *"acerca de si son las gloriosas gestas del Ejército Nacional la razón para traicionar a la Patria"*: *"que no, que la verdadera razón es que no quisimos entonces ganar la guerra al Frente Popular"*. El bando franquista, que ocupa inmediatamente Madrid, le fusila, pero el oficial sólo queda herido y deambula unos días sin saber por dónde anda hasta que es detenido de nuevo. Entonces, le quita el arma a un guardián y se suicida.
El planteamiento de la primera historia es inmejorable: un hombre que sabe que se proclamará vencedor en cuestión de días, se entrega al perdedor. Reivindica su calidad de “rendido”. Poco importa. Es el único que, de alguna manera, se veía a sí mismo como un héroe y pronto entiende que no existe esa heroicidad. Comienza la posguerra española, más atroz que la propia guerra. ¿Por qué? Por la indefensión del vencido. Desde esta condición, toda agresión es cruelmente innecesaria. Desde esta condición, los vencedores son, también, rendidos:
"Cuando el llanto se lo permitió, dijo:
-Soy de los vuestros”.
Cuatro Derrotas, Cuatro Historias
Los girasoles ciegos consta de cuatro relatos, protagonizados por cuatro personajes diferentes, en los que el estilo no es en absoluto homogéneo. El lenguaje va desde un tono épico en el primer relato (en el que se narra la historia de un capitán del ejército de Franco que en el final de la contienda renuncia a ganar la guerra), hasta un tono más propio del pre-realismo de autores como Antonio Muñoz Molina, como se demuestra en la última historia.
Son cuatro cuentos ordenados por años: 1939, 1940, 1941, 1942. Cuatro derrotas. Cuatro historias. Cada historia, una derrota. Una derrota colectiva, de todos. Una guerra, dos bandos y sólo perdedores. Los ganadores no existen en el universo Méndez, en el universo cotidiano que explora el autor. La sensación de vivir en la propia piel cada historia, las encrucijadas de los protagonistas y la cotidianidad de la España de la posguerra, es algo que logra Méndez sumergiendo al lector sólo en estas historias de gente ordinaria. No había otro modo. No hay grandes sagas, no hay héroes en estos años.