David Hume: Conocimiento, Causalidad y Crítica de la Sustancia

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Hume: Conocimiento, Causalidad y Crítica de la Sustancia

Punto de Partida: El Análisis de la Naturaleza Humana

Hume lleva el empirismo a una postura radical. Critica los conceptos fundamentales de la causa y la sustancia (iniciada por Locke y continuada por Berkeley). Los empiristas se plantean el análisis de las posibilidades gnoseológicas del entendimiento humano. Hume concluye que es imposible tener certeza del conocimiento basado en la razón y defiende que todo conocimiento deriva de la experiencia.

El Conocimiento

Elementos del Conocimiento: Impresiones e Ideas

El punto de partida, al igual que Locke y Berkeley, es la experiencia; y los elementos del conocimiento son, solamente, las percepciones. Éstas pueden ser de dos tipos: impresiones e ideas. La diferencia entre ellas reside en el grado de fuerza y vivacidad con que afectan al espíritu y penetran en nuestro pensamiento y conciencia.

Las impresiones son las percepciones más vivas, los datos inmediatos de la existencia; no tienen existencia independiente. Hay dos clases de impresiones: las de sensación, que surgen en la mente de causas desconocidas; y las de reflexión, que derivan, en gran medida, de nuestras ideas. Las impresiones son originarias, es decir, las impresiones anteceden a las correspondientes ideas, ya que éstas se derivan de aquellas.

Las impresiones son aquellas que penetran con más fuerza y violencia y bajo ese nombre abarca las sensaciones, pasiones y emociones en tanto que aparecen por primera vez en el alma. Con ideas quiere significar las imágenes débiles de aquellas en el pensamiento y en el razonamiento. Locke, al igual que Descartes, diferencia unas de otras no dudando de las primeras. En cambio, Hume duda de todas.

Modos o Tipos de Conocimiento: Relaciones de Ideas y Cuestiones de Hecho

Hume se plantea un problema: si todo mi conocimiento depende de la experiencia, ¿qué sucede con las ciencias? Tiene dudas acerca de las matemáticas. Éstas son verdaderas, pero no aportan conocimiento nuevo. A partir de aquí distingue entre dos tipos de conocimientos. Hay dos tipos de proposiciones:

  1. Relaciones de ideas: son proposiciones evidentes racionalmente. Son todas las proposiciones de las matemáticas y toda proposición intuitiva o demostrativamente cierta. Con ellas tenemos un conocimiento cierto, pero no tenemos información nueva sobre el mundo. Son verdades analíticas, no sirven para ampliar la ciencia.
  2. Cuestiones de hecho: son las proposiciones acerca del mundo externo. Son comprobables empíricamente. Al revés que las anteriores, estas sí nos dan información, pero no les acompaña la certeza racional: sólo podría haber certeza si hubiera alguna relación causal entre las cuestiones de hecho, pero cuestionan el principio de causalidad.

La Calificación de los Juicios: Imposibilidad de Fundamentar los Juicios de la Ciencia

Basándose en la anterior distinción, Hume clasifica los tres tipos de juicios:

  • Analíticos 'a priori': son aquellos en los cuales el predicado está contenido en la noción del sujeto. Son verdaderos, pero no nos aportan conocimiento (2+2=4; A=A).
  • Sintéticos 'a posteriori': son aquellos donde el predicado nos dice algo nuevo sobre el sujeto. Son empíricos, aportan conocimiento, no tenemos seguridad sobre ellos, no son necesariamente verdaderos.

Esta clasificación plantea un problema: la ciencia es posible, pero no se puede fundamentar, ya que no hay necesidad.

Crítica del Principio de Causalidad: Principios de Asociación de la Mente y la Conexión Necesaria

La causalidad como relación filosófica unida a las relaciones de ideas. Para Hume, el principio de causalidad es subjetivo, relativo (a diferencia de Kant). Tampoco puede ser una demostración, ya que todas las demostraciones presuponen la noción de causalidad, incurriendo en una petición de principio de causalidad como relación natural empírica, campo de la experiencia).

El principio de causalidad podría ser empírico. Es decir, si la causalidad no nos viene impuesta por un razonamiento a priori, es un proceso que surge necesariamente de la experiencia. La idea de necesidad no corresponde a ninguna impresión. Hume explica la diferencia causal mediante los principios de asociación de la repetición de los procesos psicológicos, creando en nosotros un hábito de tal manera que asociamos necesariamente la causa al efecto cuando se trata de un proceso psicológico y subjetivo, determinado por los principios de asociación de la mente (sucesión, semejanza, conjunción constante), que dan lugar a una conexión necesaria con la que estableceremos la relación causa-efecto.

Crítica de la Sustancia: La Identidad del Yo, Hábito y Costumbre

De este modo, no podemos tener ningún conocimiento cierto ni sobre lo que nos rodea (mundo), ni sobre nosotros mismos, ni sobre Dios. Todo lo más que podemos tener son creencias derivadas de impresiones y seguidas de un hábito. Estas creencias no son pensamientos, sino sentimientos que dependen de nuestra experiencia.

Hume sigue la crítica de Locke y Berkeley de la sustancia, que para Hume no es más que una noción metafísica alejada del sentido común. Los cuerpos son sólo una creencia derivada de nuestras percepciones, negando Hume la distinción entre cualidades primarias y cualidades secundarias. De nosotros mismos tampoco tenemos conocimiento cierto.

En cuanto a la sustancia espiritual o conciencia preconcebida como algo con una identidad continua a través del tiempo, la mente, la res cogitans cartesiana, que aceptaba Locke y todavía mantenía Berkeley, según Hume, la mente es solamente un haz o colección de percepciones que están en continuo movimiento. Yo puedo tener ahora ciertas percepciones y recordar haber tenido otras: pero no tengo ninguna impresión de una supuesta mente que no cambia donde se asientan esas impresiones. Con esto, Hume niega que tengamos una percepción de nosotros mismos.

No tenemos ningún conocimiento cierto porque de la mente no tenemos ninguna impresión. Así define la sustancia espiritual, el yo, como un haz o colección de percepciones que están en continuo flujo y movimiento. Comparando la mente como una especie de teatro en la que distintas percepciones se presentan de manera sucesiva, pero esas percepciones no nos dicen en qué lugar (la supuesta mente) se produce ese teatro. Por lo tanto, Hume cuestiona la identidad del yo. Todo lo que sabemos de nosotros mismos se debe a una creencia apoyada por el hábito y por la costumbre.

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