Cuadro comparativo de San Agustín y Santo Tomás

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Santo Tomás fue autor de obras exclusivamente filosóficas, ya sean opúsculos (Sobre el ente y la esencia, Sobre la eternidad del mundo contra los murmuradores, Sobre la unidad del entendimiento contra los averroístas...), comentarios (a las obras de Aristóteles, al Sobre las investigaciones de Boecio, Exposición sobre el Libro de las causas...) o cuestiones disputadas (Sobre el mal, Sobre la verdad, Sobre las sustancias espirituales...). Sin embargo, sus más importantes obras son teológicas, en las cuales se contiene, no obstante, casi todo su pensamiento filosófico, por ser la filosofía herramienta imprescindible para la especulación en teología. Algunas de las más extensas e influyentes son las sumas y los comentarios. Las primeras son exposiciones amplias y sistemáticas, mientras que los segundos son anotaciones a la Biblia y a diversos escritos teológicos, así como los ya mencionados sobre Aristóteles.Parece que, ya en los comienzos de su ocupación docente —cuando compone su comentario al Libro de las Sentencias de Pedro Lombardo—, Aquino habría concebido la idea de una explicación sintética de la teología. La composición de esta Suma Teológica comenzaría en Italia alrededor de 1266, al término de su primera etapa parisina. Acababa por ese tiempo la Suma contra los gentiles. Pero la Suma Teológica habría de continuarla durante su segundo destino en París, para que, tras su vuelta final a Italia en 1272, quedara detenida en la cuestión 90 de la Tercera Parte. Lo que habitualmente se conoce como Suplemento es la terminación dada a la obra por su discípulo Reginaldo de Piperno que, con elementos del comentario a las Sentencias, completa la parte sacramental y escatológica.adoptada en tres partes, dedicadas a Dios, los actos humanos y Cristo. La unidad de la obra la garantiza su misma intención teológica, de modo que podría decirse que la Parte I trata de Dios como principio;la Parte II,de Dios como fin; y, como de hecho, conforme al libre y absolutamente gratuito proyecto de Dios, históricamente revelado, el retorno al fin se había de hacer por Cristo, una Parte III estudiará las condiciones cristianas de este retorno.Centrándonos en la Parte I, su primer punto —Dios— será, a su vez, dividido en tres partes. De ellas, dos se refieren a Dios en sí mismo (cuestiones 2-43); la última, a Dios como principio de la creación (qq. 44 y siguientes). En cuanto a la primera, «Dios en sí mismo», comienza por la cuestión 2ª, que se formula la pregunta más elemental: ¿Existe Dios?, como paso previo a la pregunta qué es o quién es, que se tratará a partir de la q. 3. Esa importante cuestión 2ª se desarrolla en tres pasos: Dios, ¿es o no es evidente por sí mismo? (artículo 1); La existencia de Dios, ¿es o no es demostrable (a. 2); y, por último, ¿Existe o no existe Dios?, artículo 3º, que es en concreto nuestro texto.

4.2. Contextualización del pensamiento del autor en la historia de la filosofía y/o en la época

Los primeros siglos de la Edad Media fueron una época de grandes contrastes.
La reforma gregoriana, impulsada por Gregorio VII en el Siglo XI, permitíó una profunda renovación espiritual de la Iglesia, que culminó a finales del Siglo XII con el papa Inocencio III.
En el Siglo XIII la sociedad medieval llegó a su plenitud y la Iglesia y sus instituciones permitieron unos niveles antes desconocidos de formación cultural y científica, así como de asistencia social.
Además, durante los siglos XII y XIII, se experimentó en Europa una mayor comunicación entre la cultura cristiana y la musulmana gracias a las campañas militares en Oriente, con las cruzadas, y en Occidente, con la Reconquista española. Estos acontecimientos hicieron posible que la escolástica cristiana recibiera los escritos de los filósofos árabes y, a través de ellos, el pensamiento aristotélico. Sin estas circunstancias, Tomás de Aquino, probablemente, no hubiera podido ofrecer muchos de sus planteamientos filosóficos y metafísicos, tales como la teoría hilemórfica, la distinción entre esencia y existencia, etc.Desde el punto de vista cultural, tres factores fundamentales explican el elevado nivel de la producción intelectual y filosófica de este periodo:

• La aparición de las órdenes mendicantes

A principios del Siglo XIII se fundan las órdenes de los dominicos y los franciscanos. Vivían de la limosna –como mendigos, de ahí el término mendicante– y predicaban la fe en las ciudades. Dedicaron, por ello, gran esfuerzo a su formación, especialmente a través del estudio de la teología. Fray Tomás de Aquino ingresó en los dominicos, seguramente por el ideal evangélico de pobreza, pero también por su pasión por el estudio y la enseñanza.

• Las traducciones de Aristóteles y de los filósofos árabes

Las obras de Aristóteles y de los filósofos árabes fueron traducidas al latín en la escuela de traductores de Toledo (España) y en Palermo (Sicilia) entre los siglos XII y XIII. El joven Tomás de Aquino pudo contar con la traducción de casi todos los escritos de Aristóteles y de sus comentaristas árabes en sus años de universitario en Nápoles. Sin embargo, estas traducciones no eran del original griego, por lo que, cuando se propuso comentarlas, pidió una traducción directa del griego al latín a Guillermo de Moerbeke, hermano de su orden.

• La creación de las universidades

A comienzos del Siglo XIII, los profesores y estudiantes de las escuelas medievales se organizaron corporativamente en forma de gremio –tal y como se hacía en otras profesiones–. El término universitas significó entonces la «universalidad» o conjunto de todos los profesores y estudiantes, de orígenes muy diferentes, y de todas las ciencias conocidas en ese momento. Los estudios se agruparon en cuatro ramas o facultades: Artes –equivalente a Filosofía–, Teología, Derecho y Medicina. La facultad de Artes, donde se cursaban el trívium y el quadrívium, era la más numerosa porque preparaba para el ingreso en las restantes.La primera universidad en orden de importancia fue la de París;
se convirtió en referencia obligada de los estudios de Filosofía y Teología. Se ha comparado al París del Siglo XIII con la Atenas de los siglos V y IV a. C., ya que atraía a los mejores profesores y estudiantes de todo el territorio de la cristiandad. Santo Tomás de Aquino se encontró entre ellos, primero como alumno y, posteriormente, como maestro en la facultad de Teología; por ello trató numerosos temas filosóficos estrechamente unidos a esta disciplina.En cuanto al contexto filosófico del Siglo XIII, quedó circunscrito a las facultades universitarias de Artes y de Teología y estuvo completamente marcado por la aparición del pensamiento de Aristóteles. Al principio, la autoridad eclesiástica puso reparos a la filosofía de este autor, que juzgó incompatible con la fe cristiana, sobre todo por su extrema presentación, de manos de Sigerio de Brabante, como averroísmo latino, corriente que secundaba las interpretaciones de Averroes sobre los escritos de Aristóteles, aunque incorporando doctrinas de Avicena y de otros autores no cristianos. En numerosas cuestiones, sus defensores se situaron al margen de la ortodoxia cristiana.Frente a los averroístas, los maestros de la facultad de Teología de París rechazaban todo lo que tuviera relación con Aristóteles. Esta corriente, denominada agustinismo medieval, invocaba la autoridad de san Agustín para contrarrestar la visión anticristiana a la que conducía el averroísmo. Uno de los más prestigiosos maestros de Teolog ía fue san Buenaventura.Tomás de Aquino se encontró entre dos frentes, porque los averroístas lo consideraron un teólogo más, mientras que los agustinistas lo confundieron con un averroísta. Aunque se apoyó abundantemente en el pensamiento aristotélico, sin embargo combatíó las tesis averroístas que eran contrarias a la fe (así la teoría de la doble verdad o la negación de la inmortalidad del alma individual).

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