Cuadro comparativo entre poesía arraigada y desarraigada

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Poesía de posguerra

La modernidad política, cultural y social traída por la República fue suspendida por una Guerra Civil anterior a la dictadura franquista. Esta dictadura, la cual duró cuatro décadas (40 urte) alejó a la sociedad de los modelos de los países de su entorno. A su vez, la dictadura afectó al mundo de la cultura, en el cual los intelectuales fueron o bien represaliados o exiliados. Aunque hubo algunos que permanecieron en el país, la producción cultural descendíó significativamente.

En los años 50 se produjo un despertar intelectual crítico con el régimen, ya que a pese a la censura, España no permanecíó ajena a las doctrinas desarrolladas en Europa. Aquí se desarrolló “La Generación del 36”, un grupo de poetas nacidos entre 1905 y 1920, cuyas trayectorias fueron marcadas por la Guerra Civil. Miguel Hernández es considerado como el puente de uníón entre la generación del 27 y la del 36.


En la década de los 40, los caminos de la poesía española se dividen en dos: la poesía arraigada y desarraigada y la poesía en el exilio. En la poesía arraigada distinguimos a los poetas simpatizantes con el nuevo régimen (franquismo), denominados como Garcilasistas por Garcilaso de la Vega. El mayor representante es Luis Rosales.  Sin embargo, la poesía desarraigada es realista, cuyos temas se centran en la búsqueda del sentido de la existencia humana, dominada por la angustia ante el tiempo y la muerte. La figura emblemática es Dámaso Alonso, aunque Blas de Otero también es considerado como referente de este tipo de poesía. Los poetas del exilio, por otra parte, pertenecientes a distintas generaciones pero tratantes de temas comunes tales como la patria perdida, la lucha, la derrota y críticas dirigidas al dictador y su régimen. Aquí se encuentran la mayoría de los escritores de la generación del 27: Luis Cernuda, Jorge Guillén, Rafael Alberti o Pedro Salinas.


La poesía desarraigada de los 40 derivará en la llamada poesía social, que durante la década de 1950 se convierte en una literatura de Realismo testimonial que continúa la línea rehumanizadora iniciada antes de la Guerra Civil. Para estos autores la poesía es una vía de comunicación dirigida a las masas, siendo una herramienta para la transformación social. Esta poesía denuncia los problemas de España y trata de darles solución por lo que usualmente utiliza un tono pesimista, aunque también es frecuente hallar una puerta de esperanza abierta hacia un futuro mejor, con un estilo conversacional y tono llano.  Los mayores representates de la poesía social son los libros Pido la paz y la palabra (Blas De Otero) y Cantos Íberos (Gabriel Celaya).


  • Blas De Otero

Blas de Otero nacíó en Bilbao (1916) y murió en Madrid (1979). El poeta atravesó varias etapas reflejadas en su trayectoria poética.


En la etapa de la poesía existencial se caracteriza por la búsqueda del sentido de la existencia del hombre, siendo frecuentes las desgarradas preguntas a un Dios que no responde. Aparecen estrofas clásicas, con frecuentes encabalgamientos y cortes abruptos. Durante esta etapa escribíó “Ángel fieramente humano” y “Redoble de conciencia”.


Durante su etapa de poesía social  los temas dominantes fueron la situación de España, la función social del poeta y la solidaridad humana. Aquí la poesía lucha por la paz, la justicia y la libertad, una lucha dolorosa pero con fe en un futuro mejor. A esta pertenecen “Pido la paz y la palabra”, “En Castellano” y “Que trata de España”. Finalmente emprende la búsqueda de nuevas formas expresivas.


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