Cuadro comparativo de la filosofía de Sócrates y los sofistas

Enviado por Chuletator online y clasificado en Filosofía y ética

Escrito el en español con un tamaño de 14,87 KB

El siglo V a. C., conocido también como el siglo de Pericles, máximo propulsor de la democracia ateniense, es el período en que Sócrates y lo sofistas protagonizaron su célebre debate ético-político.

Este período, en el que Atenas se convierte en el centro neurálgico del filosofar y del imperialismo helénico, el objetivo principal de la filosofía griega clásica será el hombre: hablamos, claro está, del “giro antropológico” en el saber. En efecto, con Sócrates y los sofistas, el pensamiento cambia de rumbo: de la explicación racional de la naturaleza (phýsis) -cuestión que preocupó sobremanera a  los llamados filósofos presocráticos- se pasa ahora a la reflexión sobre el hombre (antropos). Diríase, por tanto, que en este momento el hombre empieza a adquirir conciencia de sí como realidad inestable y problemática. Como dice Sófocles en su “Antígona”: “Muchos son los misterios que hay en el universo, pero no hay mayor misterio que el hombre”.

Ahora bien, ¿a qué se debe este cambio de rumbo en la filosofía griega clásica? Bien considerado, este giro antropológico obedece a varias razones, a saber:

1.      En filosofía, las explicaciones teóricas de los presocráticos acerca del cosmos desembocó en un cierto escepticismo respecto de la posibilidad de un saber cierto y verdadero sobre la naturaleza. Esta desconfianza hacia las cosmologías hizo dirigir el interés filosófico hacia el hombre y su dimensión ética-política. Efectivamente, Sócrates -según nos cuenta Diógenes Laercio- “conociendo que la especulación de la Naturaleza no es lo que más nos importa, comenzó a tratar de la Filosofía moral, ya en las oficinas, ya en el foro; exhortando a todos a que inquiriesen qué mal o bien tenían en sus casas”; y ello porque, al fin y al cabo, “aunque supiéramos cómo se produce la lluvia, no podríamos producirla”. En suma: el giro antropológico del saber es consecuencia del fracaso de la filosofía presocrática anterior.

2.      El debate ético-político entre Sócrates y los sofistas fue posible gracias al “clima democrático” reinante en Atenas. En efecto, la subida al poder de Pericles propicia la consolidación de la democracia  ateniense, convirtiéndose así , según nos cuenta Tucídides, en “educadora de Grecia”, y ello gracias  a dos hitos fundamentales en el terreno de la política:

A)      Isonomía: igualdad ante la ley

B)      Isegoría: libertad de expresión y pensamiento

En este sentido, el “participar en la vida pública” es el atributo del ciudadano ateniense: administración, justicia, defensa...El gobierno de la ciudad se realiza a través de ciudadanos libres, de tal forma que existe una identificación absoluta entre éstos y la polis. El ciudadano libre ateniense podía participar siempre en la vida política, y si quería desenvolverse en ella de un modo provechoso y digno necesitaba, claro está, poseer cierta cultura.
Por eso Sócrates y los sofistas se convirtieron en instrumentos de la
“democratización del saber”, tratando de enseñar el “arte de vivir” y de gobernar.

En todo caso, cabe destacar que, más allá de la evidente rivalidad entre Sócrates y los sofistas, ambos coinciden en considerar lo siguiente:

1.      El hombre como centro del filosofar (giro antropológico)

2.      Educación del hombre: la virtud se enseña (paideia)

Resumiendo. Sócrates y los sofistas fueron los primeros que reconocieron claramente el valor formativo del saber, elaborando el concepto de “cultura”  tal como lo conocemos hoy (paideia), que no será una suma de nociones, ni tampoco el sólo proceso de su adquisición, sino formación integral del hombre en su ser concreto en tanto miembro de su sociedad. El concepto occidental de educación, basado en la difusión del saber, debe mucho al debate ético-político entre Sócrates y los sofistas.

Sin embargo, pese a estos puntos en común, uno y otros difieren radicalmente en su métodos y fines, es decir: ¿qué se ha de entender por virtud y como ha de enseñarse? He aquí, en suma, el motivo último de la disputa entre Sócrates y los sofistas. Veámosla más detenidamente.

2. El movimiento sofista

2.1. Semblanza de los sofistas

Se denomina sofistas a un conjunto de pensadores que florecieron en la segunda mitad del siglo V a. C. En Atenas y que tienen en común una serie de rasgos insoslayables, a saber:

1.      Los sofistas (sofoi) eran, por lo general, hombres de cultura casi enciclopédica que habían venido a Atenas atraídos por su esplendor cultural y hegemonía política.

2.      Fueron asimismo los primeros “profesionales” del saber (convirtieron el saber en “oficio”), recibiendo a cambio de sus enseñanzas, una cuantiosa remuneración, cosa inaudita hasta entonces, y siendo por esto motivo de escarnio para muchos sectores de la población, entre ellos el mismo Sócrates.

3.      En tanto profesores itinerantes que iban de ciudad en ciudad, los sofistas reunieron un enorme caudal de noticias y experiencias, convirtiéndose así en conocedores de la cultura de otros pueblos.

4.      Aunque enseñaron gran parte de las disciplinas humanísticas conocidas (ética, política, arte, gramática, religión, pedagogía...), los sofistas sintieron especial predilección por la Retórica y la Oratoria, saberes útiles para el ejercicio del poder y la ciudadanía en la Atenas democrática. Y es que, bien considerado, los sofistas supieron captar a la perfección las demandas de la democracia ateniense: esto es,  la formación de ciudadanos “libres” para la vida pública. En efecto, en Atenas era imposible desenvolverse adecuadamente en la vida social si no se sabía hablar y argumentar con elocuencia. El poder de la palabra y la utilidad del lenguaje se convierten en algo fundamental para tener éxito en la vida política. “El que sabe y no se explica claramente, es como si no pensara”, sentencia Pericles.

Sin embargo, según nos relata Filostrato, “la ciudad de Atenas comenzó a tenerles miedo porque ganaban todos los pleitos, tanto si tenían razón como si no, defendiendo el sí y el no de una misma cuestión según las circunstancias  y las necesidades de los clientes”. Por así decirlo, sus brillantes discursos y su éxito en litigios cautivaron a los jóvenes de las mejores familias, pero también les proporciónó un buen número de detractores ante su falta de honestidad: su arte consistía en “hacer más fuerte el argumento más débil”, consiguiendo que la causa injusta prevaleciera sobre la justa. Así pues, semejante actitud difería con mucho de la desinteresada búsqueda de la verdad que había caracterizado a la filosofía precedente. Para Platón, según se aprecia en su Protágoras, los sofistas no eran sino “comerciantes que trafican con mercancías espirituales”, y para Aristóteles, según se dice en la Metafísica, “portadores de una “sabiduría aparente” (φαιν&ómicron;μ&épsilon;νή σ&ómicron;φία).

Desde esta óptica se explica la rivalidad de Sócrates y los sofistas en el escenario ético-político ateniense. El primero busca el conocimiento de la virtud universal y objetiva para “hacer mejores” a los hombres, los otros, por el contrario, conciben numerosas virtudes para lograr el éxito en la vida social y el triunfo en todo tipo de causas, incluso las injustas. &Épsilon;n una palabra: Sócrates busca la verdad absoluta e incondicional, mientras que los sofistas consideran que “hay tantas verdades como hombres”.


Entradas relacionadas: