El Cristianismo en el Imperio Romano: Origen, Contexto y Expansión
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El Cristianismo: Una Religión Histórica
El cristianismo es una religión histórica. Dios Trino crea al hombre por amor y lo hace un ser libre, a su propia imagen y semejanza. El hombre, en su libertad, falla al amor de Dios, pero Dios le reitera su amor en la promesa de salvación. Dios envía a su propio Hijo para la salvación de toda la humanidad. En la persona de Jesucristo, Dios se hace parte de la humanidad. El Verbo se hace carne. Dios, por medio de Jesús, asume la historia para, desde la condición humana, rescatar a toda la humanidad caída en Adán (el misterio de la encarnación en función del misterio de la redención).
Dios escoge al pueblo de Israel como su pueblo, y allí nacerá el Mesías. En Belén nace Jesús el año 748 de la Fundación de Roma. De esta manera, Dios asume las dos coordenadas de la historia: tiempo y espacio. Dios acampa en medio de la humanidad a través del Enmanuel (el Dios con nosotros). Dios comparte el pasado, el presente y el futuro del hombre. El Dios de los cristianos no es una idea, ni un mito, ni un objeto, sino una persona.
La Plenitud de los Tiempos
El Imperio romano surgió poco antes del nacimiento de Cristo. Con Octavio (30 a. C. – 14 d. C.) y con sus inmediatos sucesores, el Imperio se extiende cada vez más. Abarca las tierras del Mediterráneo, además de las Galias y partes de Britania; el Rin y el Danubio forman sus fronteras continentales. El siglo I d. C. es a un tiempo el punto culminante del poderío del Imperio romano y el comienzo de su lenta decadencia. Al nacer Cristo, Palestina pertenecía al Imperio romano. Dentro del gran Imperio romano, el rincón palestino no era más que una parte insignificante. El César poseía un poder casi ilimitado sobre todo el imperio. No obstante, la administración era mesurada. Las provincias gozaban de una cierta autonomía. El punto central, la capital y, al mismo tiempo, el modelo de todo el imperio era Roma, la “ciudad eterna”, una verdadera maravilla del mundo. Ya como idea, Roma era una potencia real, que a lo largo de la Antigüedad ejerció una enorme influencia, de gran importancia incluso para la Iglesia, a veces positiva, pero también negativa.
El Mundo Romano
En Roma concurría toda la variedad multicolor del imperio. La cara espiritual de la ciudad no era unitaria. Roma era una creación pagana. Estaba repleta de templos, pero estos eran solo morada de las imágenes de los dioses, no lugares de oración (el culto se celebraba ante las puertas). El Capitolio y el Foro eran el verdadero centro de la ciudad: los lugares donde se promulgaban las leyes, se dictaba sentencia y discurría la vida política, a la cual tenía que someterse hasta la liturgia oficial.
- Había majestuosos palacios, lujosos y refinados, que entonces, y en ritmo creciente, comenzaron a ser centros de vida regalada. Había teatros y anfiteatros, en los que celebraban sus triunfos todo tipo de artes inmorales y crueldades. Pero no existían lugares de amor al prójimo, donde acoger a los pobres y enfermos. Faltaba la fuerza capaz de transformar la vida.
- La inmoralidad penetraba cada vez más profundamente en todos los círculos. Un lujo exagerado y un sibaritismo refinado se daban la mano con un desprecio escalofriante de la vida humana, en especial de la vida de las capas sociales inferiores, de los esclavos. Siempre serán una prueba impresionante de ello los frecuentes combates de gladiadores. Incluso en tiempos de un emperador como Tito (79-81), el preferido de los dioses y de los hombres, fueron sacrificados en tales luchas muchos millares de hombres (2.500 solo en Cesárea, después de la destrucción de Jerusalén).
- En las colonias civiles y las guarniciones militares, la vida discurría según el modelo de Roma. El imperio era, en cierto modo, una multiplicación de Roma.
Preparación del Mundo para la Venida de Cristo
“Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo” (Gál 4, 4). Si Cristo vino al mundo cuando la humanidad estaba ya preparada para acogerlo, hay que concluir que esa “plenitud de los tiempos” se refiere a las circunstancias ambientales (cultura, religión, política, etc.) en las que habría de germinar la semilla del cristianismo. Al tiempo de la venida de Cristo, tres pueblos sobresalían entre los demás: judíos, griegos y romanos. El cristianismo es una religión, no una cultura; pero cultura y religión están siempre en muy estrechas relaciones.
Preparación del Pueblo Judío
La importancia histórica del pueblo judío radica en su religión. Cuando llega el Mesías, los judíos han superado definitivamente sus inveteradas tendencias idolátricas, pero el pueblo judío no ha sido enteramente fiel al destino que Dios le confiara, porque ha sofocado y esterilizado lo más sustancial de su religión, confundiéndolo con sus aspiraciones políticas. El monoteísmo y la idea de un Mesías libertador constituyen los elementos positivos que el judaísmo ofrece al naciente cristianismo. Dos obstáculos:
- El nacionalismo judío, que considerará al cristianismo como algo exclusivo en contra del universalismo del mensaje evangélico.
- La piedad farisaica, que se expresaba únicamente en el cumplimiento exterior de la Ley y no valoraba las exigencias de la buena intención interior, que es algo esencial al cristianismo.
Preparación del Mundo Pagano
Religión Pagana
En la religión pagana es donde más claramente se advierte esa preparación para aceptar el mensaje cristiano. Los ambientes cultos del paganismo, mucho antes de la venida de Cristo, han comprendido los absurdos del politeísmo. Y, como contrapartida, se han refugiado en:
- Una religión sin dioses.
- El indiferentismo religioso.
A través del influjo de las religiones y cultos mistéricos del Oriente, que exaltaban la fantasía y el sentimiento religioso, han ido creciendo en el paganismo las aspiraciones hacia:
- Una renovación del mundo mediante un Salvador. La espera de un Libertador, existente entre los judíos, había pasado también al mundo pagano. Virgilio se había hecho su intérprete. La Sibila anunciaba la venida de un niño celeste, portador de una edad de oro para el mundo (Égloga, IV, 4-10).
- Una religión universal caracterizada por las ideas de revelación y redención.
Filosofía
Muchos hombres cultos del paganismo grecorromano encontraron un sustituto de la religión en la filosofía. Junto a muchos elementos falsos, la filosofía griega tenía magníficas aportaciones que podían conducir al cristianismo:
- Platón había llegado a la identificación de la idea suprema del bien con Dios.
- Aristóteles había descubierto el primer motor inmóvil y la idea del espíritu absoluto autoconsciente.
- El cristianismo no encontrará entre los griegos solamente a hombres escépticos, sin religión y sin fe en la divinidad, sino también a filósofos orientados hacia la interioridad, con muchos puntos de contacto con la ética cristiana.
- Los cristianos más cultos de los primeros siglos, v. gr., Clemente de Alejandría, creían que la “filosofía había conducido a los griegos, como la Ley a los judíos, encaminándolos hacia Cristo”.
- La misma fuerza especulativa de los griegos será una valiosa ayuda para la elaboración de unas categorías mentales cristianas capaces de satisfacer a los entendimientos más exigentes. Pero, por otra parte, hay que admitir también que en el mismo temperamento filosófico de los griegos se esconde el peligro de querer racionalizar demasiado las verdades de la fe.
Imperio Romano
Casi todos los historiadores están de acuerdo en afirmar que el Imperio romano fue uno de los elementos fundamentales en la preparación del mundo para la venida de Cristo. Melitón de Sardes (+ 175) decía que el cristianismo y el Imperio romano habían sido ordenados por la Providencia el uno para el otro. Ciertamente que el Imperio romano, bajo algunos aspectos, fue beneficioso para el naciente cristianismo:
- En primer lugar, su tolerancia religiosa, particularmente para con el pueblo judío, a cuya sombra se expandió inicialmente el cristianismo en las fronteras del Imperio.
- La unificación política: diversidad de pueblos dentro de un mismo organismo estatal.
- La unidad cultural helenística: Oriente y Occidente tenían un modo común de pensar y un vehículo común de expresión: el griego Koiné.
- El intenso comercio, rápidas vías de comunicación, que hicieron posible el cambio de ideas y de bienes.
- La misma organización del Imperio en Provincias, Diócesis, etc., y la misma idea de unicidad del Imperio sirvieron de modelo para la organización de la Iglesia.
Pero no conviene tampoco panegirizar demasiado los beneficios aportados por el Imperio romano al cristianismo; porque también el Imperio, en cuanto tal, constituyó un serio peligro para la Iglesia naciente:
- Las persecuciones de los tres primeros siglos no hubieran sido tan devastadoras.
- El cristianismo no hubiera sido una religión vitanda en regiones tan lejanas y tan dispares culturalmente si hubiesen existido distintos organismos políticos.
Habrá que afirmar que todo lo temporal es relativo. Tanto el ambiente cultural judío como el griego o el romano aportaron sus ventajas y también sus desventajas al cristianismo naciente. Lo único que cabe afirmar, con absoluta certeza, es que la Humanidad caminaba ansiosa en busca de su salvación, y que solo Cristo fue capaz de satisfacer plenamente esas ansias: “Los que antes nos entregábamos a las artes mágicas, ahora nos hemos consagrado al Dios bueno e ingénito” (San Justino).
El Medio Judío en Tiempos de Jesús
El País y la Lengua
El País
Extensión y Población
El reino, muy agrandado gracias a la política de Herodes, englobaba, además de Galilea, Samaria y Judea: al sur, la Idumea; al oeste, toda la Transjordania, salvo la Decápolis, las “diez ciudades” helenizadas situadas cerca del lago Genezaret. Tenía la extensión de Bélgica (30.000 km²) y como población dos o tres millones de judíos.
Los dos Focos: Judea y Galilea
Los dos focos del judaísmo son actualmente Judea y Galilea. Por desgracia, están separadas una de la otra por la Samaria cismática.
- Judea es el centro de la vida judía; es también la más impermeable a la penetración griega. En el centro, Jerusalén; después, Belén, Emaús, etc.
- Galilea, repoblada de judíos en el último siglo, se ha transformado en la provincia más densa y más rica. La ciudad principal es Tiberíades, que Herodes, el constructor, había fundado en honor de Tiberio; ciudad semijudía, semipagana, en la que parece que nunca entró Jesús. En medio del país: Nazaret, Caná, el monte Tabor… Sobre el lago: Cafarnaúm, Mágdala… Los galileos eran gente belicosa. Su fe, aunque era también profunda, permanecía felizmente cerrada a las complicaciones de la casuística en que se complacían en Jerusalén.
Nota: El Peligro Pagano
Al cabo de algún tiempo, la fisonomía del país cambia. La invasión pagana ha comenzado bajo la protección de los reyes. Ya la civilización grecorromana domina en la parte occidental, en la que tiene sus templos, sus falsos dioses, sus teatros y sus estadios. Florece también en la Decápolis y alrededor del lago de Galilea, y amenaza, sin penetrar todavía, el centro mismo de Judea.
La Lengua
La Antigua
Durante largos siglos, el hebreo, que había sucedido al cananeo, fue la única lengua de Palestina. Aún después del exilio, se hablaba todavía corrientemente.
La Nueva
Sin embargo, poco a poco, otra lengua semítica, más rica, más flexible, conquistadora, se implantó entre los judíos: el arameo. Venida de un pueblo del mismo nombre, al este del Jordán, el arameo se difundió en todo el Oriente: Siria, Babilonia, hasta el Golfo Pérsico.
- Después del exilio, coexiste con el hebreo en Palestina. Bajo este régimen de bilingüismo, el hebreo es el idioma de los antepasados, de la Ley, de la liturgia; el arameo es la lengua que se habla corrientemente.
- Desde el siglo II, el pueblo tiene necesidad de que se le traduzca la Escritura en la lectura de la sinagoga. El hebreo se ha transformado en una lengua muerta y se ha refugiado en las escuelas. El arameo es, pues, la lengua materna de Nuestro Señor y de los primeros discípulos; es el medio de expresión de la enseñanza primitiva o de la predicación evangélica. Desgraciadamente, por falta de documentos, nos es imperfectamente conocido.
La Organización Religiosa
Prácticas Religiosas
Las principales prácticas religiosas eran:
- La circuncisión, ceremonia por la cual los varones eran agregados al pueblo de Dios.
- La observancia del sábado.
- La peregrinación a Jerusalén en las grandes fiestas.
- El ayuno público en el Día de la Expiación (además, los ayunos privados para las almas piadosas).
- Las purificaciones de las manos o del cuerpo en ciertas ocasiones; los judíos se lavaban regularmente las manos antes de tomar su alimento, para purificarse aún de las manchas contraídas involuntariamente.
- La oración: al levantarse y al acostarse, para los hombres; tres veces por día, para todos los israelitas; también, antes y después de las comidas.
- En fin, la limosna y las obras de caridad.
Fiestas Religiosas
Había tres grandes fiestas:
- La Pascua: conmemoraba, ante todo, la liberación de Egipto. En ese día, los judíos iban en multitud a Jerusalén (en el 64 se estimó en tres millones el número de peregrinos). La solemnidad comenzaba por la cena pascual, que tenía lugar la víspera, al anochecer. Duraba ocho días enteros.
- Pentecostés: cincuenta días después, recordaba la promulgación de la Ley y consagraba las primicias de la cosecha.
- La Fiesta de los Tabernáculos: en recuerdo de la permanencia de los hebreos en el desierto, tenía lugar en la época de la recolección de los frutos y revestía, durante ocho días, un carácter muy alegre.
Las Sinagogas
Además del templo, único lugar del culto y de los sacrificios, es preciso señalar la sinagoga. Nacida de las costumbres del exilio, las reuniones religiosas del sábado llegan a ser, poco a poco, una institución regular. Se realizan en todas las ciudades de Palestina y aun de la Diáspora, en salas llamadas sinagogas (de la palabra griega synagogē: reunión). La sinagoga es una sala rectangular. En el fondo hay un armario en forma de arca que contiene los rollos de la Ley. En el centro, de frente al público, el estrado con el pupitre para el lector o el predicador. Un presidente, doctor de la Ley, dirigía las asambleas. En ellas se oraba, se leían las Escrituras, que un intérprete traducía al arameo; después, uno de los más destacados asistentes pronunciaba una homilía. A la sinagoga estaba a menudo anexada una escuela, en la que los niños aprendían la Torá.
Organización Social y Política
Había, por encima del pueblo, castas sociales de origen teocrático: los sacerdotes (y, entre ellos, el sumo sacerdote) y los escribas. Además, las opiniones políticas y religiosas dividían los espíritus en partidos: los dos principales son los fariseos y los saduceos. En fin, el gobierno comportaba, además del mandatario romano (príncipe herodiano o procurador), un órgano autóctono: el Sanedrín. Una palabra sobre cada uno de estos elementos.
El Sumo Sacerdote
Es el jefe de la nación, la mayor autoridad legítima en lo civil y en lo religioso. El sumo sacerdote ejerce también una influencia preponderante en los asuntos temporales. Como jefe del Sanedrín, es el primer magistrado del Estado judío; su autoridad política no está limitada más que por la de los procuradores o reyes extranjeros.
Nota: Teóricamente, el cargo era vitalicio y confería un carácter indeleble. Pero Herodes el Grande, y después los procuradores romanos, nombraban y deponían a los titulares a su gusto. Después de la desaparición de los príncipes asmoneos, a la vez reyes y pontífices, los candidatos fueron elegidos entre algunas familias particularmente influyentes de Jerusalén. En tiempos de Cristo, Anás había acaparado el cargo para los suyos. Sumo sacerdote del 6 al 15 después de Jesucristo, conservó en lo sucesivo una influencia preponderante. Cinco de sus hijos, así como su yerno, llamado Caifás, le sucedieron. Este se mantuvo desde el año 18 hasta el 36 y parece no haber sido más que un instrumento entre las manos de su suegro.
Los Sacerdotes
Para asegurar el servicio del templo, había un colegio sacerdotal numeroso y jerarquizado, que comprendía a los sacerdotes y los levitas.
- La tarea de los sacerdotes, como su ciencia, se fue limitando a las funciones litúrgicas, muy complicadas. A algunos de ellos, con frecuencia, se les confiaban, en forma permanente, oficios particularmente importantes. Estos “príncipes de los sacerdotes” residían en Jerusalén y constituían la aristocracia sacerdotal. Los demás residían en la ciudad o en los alrededores y recibían los oficios designados por sorteo. Los representantes del alto clero, demasiado ricos, se preocupaban más de acrecentar sus rentas que de desarrollar el sentimiento religioso del pueblo. Constituían el núcleo del partido saduceo.
- En cuanto a los levitas, auxiliares del culto y encargados de la conservación material del templo, vivían obscuramente y no tenían ninguna influencia.
Los Escribas
Junto a los sacerdotes se forma una casta muy importante de piadosos laicos que se interesan en el estudio de la Ley. Gracias a su ciencia, conquistan la influencia sobre el pueblo, suplantando al clero, y se transforman en los maestros (“rabí”) de Israel. De este modo, llegan a formar parte del Sanedrín. Toda su actividad se dedica a comentar la Ley, a encontrar en ella, con frecuencia al precio de acrobacias jurídicas y escriturarias, respuestas a todos los problemas de la hora (políticos, sociales y religiosos). Esos “doctores de la Ley” forman el núcleo del partido fariseo.
El Pueblo
Se componía de dos elementos principales:
- Por una parte, los labradores, los artesanos, que trabajaban con bastante facilidad y, en las orillas del lago, los pescadores, por lo común asociados; en general, gente buena y sencilla.
- Por otra, los funcionarios. Los más conocidos son los recaudadores de impuestos, a quienes sus funciones exponían, con frecuencia, a ganancias ilícitas. Entre ellos están, sobre todo, los publicanos, al servicio de Roma; se les asimila a los pecadores, como agentes del extranjero.
Los Fariseos
Los fariseos, o los “separados”, forman un partido esencialmente religioso. Este partido se recluta en todas partes: ricos y pobres, confundidos bajo el título de “compañeros”, apasionados por todos los detalles de la Ley, llevados a remolque por los escribas, sus jefes. Descendientes de aquellos hombres piadosos que, en tiempos de los Macabeos, resistieron vigorosamente a la helenización y murieron mártires de su fe, ellos quieren realizar, de la manera más perfecta, la santidad reclamada por la Ley. Esto explica su inmenso crédito entre el pueblo. Por desgracia, su misma intransigencia los lleva a una especie de suficiencia y de desprecio. Se separan de todo lo que es impuro, de los publicanos y, en el fondo, de todo lo que no es fariseo. Si se agrega su deformación jurídica, se comprende que hayan caído víctimas de ese formalismo y de ese orgullo que estigmatizará Nuestro Señor.
Los Saduceos
Los saduceos forman un partido político aristocrático. A su cabeza, el sumo sacerdote y los miembros principales del clero y del mundo laico. Su preocupación principal es mantener su autoridad y conservar sus privilegios. Se acomodan muy bien a la sujeción romana y a cierto helenismo. Se muestran poco cuidadosos del pueblo, que, por lo demás, conserva su simpatía por los fariseos. Tienen muy poco entusiasmo por el mesianismo. De la Ley observan lo necesario para no chocar a la opinión pública. No se preocupan de las llamadas tradiciones orales y tampoco de las enseñanzas bíblicas sobre la resurrección y futura retribución.
El Sanedrín
La gran institución judía es el Sanedrín, especie de senado (de la palabra griega arameizada sinedrion: asamblea), que bien pronto se hizo todopoderoso gracias a la tolerancia romana.
- Composición: Estaba compuesto de setenta miembros y de un presidente, el sumo sacerdote en funciones. Los miembros se repartían en tres clases: la más importante, la de los ex sumos sacerdotes y de los príncipes de los sacerdotes; después, la de los ancianos, o miembros influyentes de la aristocracia laica (todos de tendencia saducea); en fin, los doctores de la Ley. Como doctores juristas, ejercían un papel muy activo en las deliberaciones; como fariseos, representaban la opinión pública y se apoyaban en la simpatía del pueblo.
- Competencia: Teóricamente, el Sanedrín tenía jurisdicción sobre todos los judíos, incluso los de la Diáspora. De hecho, su competencia se limitaba casi exclusivamente a Judea. Servía de gran consejo y también de alta corte de justicia en lo civil y en lo religioso. Las penas que imponía eran ejecutadas inmediatamente. Solo la pena de muerte estaba reservada y dependía de Roma. Las sesiones se realizaban muy cerca del templo. Excepcionalmente, en caso de urgencia, en el palacio del sumo sacerdote, como se hizo con Jesús, porque el templo no podía abrirse de noche.
Los Procuradores Romanos
Por encima del Sanedrín están los mandatarios de Roma. Al gobierno de Herodes el Grande, después de sus hijos los tetrarcas, sucedió el régimen de los procuradores romanos, en el año 6 después de Jesucristo para Judea y Samaria, en el 39 para Galilea. Los procuradores residían en Cesarea, ciudad marítima helénica fundada por Herodes. No iban a Jerusalén más que para las grandes fiestas. Su escolta habitaba entonces la ciudadela Antonia. La política de los romanos fue tolerante. Los judíos estaban exceptuados del servicio militar; no estaban obligados a sacrificar al emperador. La vida religiosa (reuniones, peregrinaciones, etc.) era libre. El Sanedrín resolvía todos los asuntos religiosos, civiles y criminales, y el pretor intervenía lo más raramente posible (por ejemplo, en caso de pena capital). A pesar de esto, la opresión se hacía sentir. Hubo muchas revueltas causadas por las torpezas del ocupante; la percepción regular de los impuestos (arrendada por particulares y confiada a los publicanos) fue siempre odiosa. Del 26 al 36, Poncio Pilato fue procurador de Judea. Cometió muchas violencias y se le destituyó después de una matanza de samaritanos.
Testimonios Históricos sobre la Persona de Jesús
Testimonios Paganos: Testimonios Indirectos sobre Cristo
- Tácito, en sus Anales, publicados hacia el año 115, al hablar del incendio de Roma por Nerón en el año 64, escribe: “Para acallar el rumor público, (Nerón) supuso culpables e infligió tormentos refinados a los que hacían detestar sus abominaciones y que el vulgo llamaba cristianos. Este nombre les viene de Cristo, que, bajo el reinado de Tiberio, había sido entregado al suplicio por el procurador Poncio Pilato. Reprimida en primer momento esa execrable superstición, se manifestaba de nuevo, no solo en Judea, donde el mal había nacido, sino también en Roma, adonde todo lo que hay de infame y vergonzoso afluye y encuentra sectarios”.
- Suetonio, historiador romano, en su obra Historia de los doce césares, escribe hacia el 120, hablando del emperador Claudio, quien, en el año 51, expulsó de Roma a judíos “convertidos, bajo el impulso de Cristo, en una causa permanente de desórdenes”.
- Plinio el Joven, gobernador de Bitinia, en Asia Menor, consulta al emperador Trajano, hacia el año 111, sobre la conducta que debe tener hacia los cristianos: los procesos no han confirmado ningún crimen que reproche a los seguidores de Cristo. “Toda su falta se limita a reunirse habitualmente un día fijo, antes de la salida del sol, para recitar entre ellos, alternadamente, un himno a Cristo como a un Dios y para comprometerse por juramento a no cometer robos, adulterios, no faltar a la fe jurada; en fin, a reunirse al atardecer para comer un alimento común e inocente”. Los cristianos son ya tan numerosos que, en las solemnidades, los templos están desiertos, y las carnes ofrecidas a los ídolos no encuentran ya compradores. No es de extrañarse que no se hable mucho de Cristo, pues Palestina era una provincia de poco valor en el Imperio y las comunicaciones eran difíciles, y a menudo aparecían nuevas religiones que pronto terminaban.
Testimonios Judíos
- Flavio Josefo, historiador judío, en sus Antigüedades judaicas, escritas hacia el año 90, escribe: “Hacia esta época apareció Jesús, hombre sabio y prudente, si es que hombre se le puede llamar, pues hacía obras asombrosas… Muchos judíos y también muchos gentiles se unieron a él. (Este era Cristo). Por denuncia de los principales de su pueblo, Pilato le hizo condenar al suplicio de la cruz. Pero los que antes le habían amado le permanecieron fieles, pues se les apareció vivo de nuevo, al tercer día, como habían anunciado los profetas… Aún ahora, la casta de los cristianos, que de él toman su nombre, no ha cesado de existir”. Algunos autores suponen que este trozo, al menos en parte, no es auténtico; pero Flavio Josefo, en esta misma obra, hace alusión a Juan Bautista y a Santiago como “hermanos de Jesús, apellidado el Cristo”.
- Las fuentes religiosas judías dicen mucho más de Jesús que las históricas. Los textos anteriores al año 220 (Misná, Talmud, Midrasim) contienen algunos testimonios que pueden ser históricos, pero que valen más por lo que traslucen que por lo que dicen directamente. Los datos podríamos resumirlos diciendo que Jesús de Nazaret vivió en Palestina, hizo grandes signos (= practicó la hechicería), fue un legislador (o se burló de la ley) y un maestro (= comentó la Escritura). Fue colgado de un madero la víspera de la Pascua. Tuvo discípulos (= sedujo a muchos), y estos curaban enfermedades en su nombre. No está seguro de su nacimiento (parece que era hijo de padre desconocido, hijo ilegítimo).
Testimonios Cristianos
- Mateo: El primer evangelio es el escrito por un publicano llamado Leví. Presenta muy bien la Iglesia como el reino de los cielos que funda Jesús. Nos narra largas enseñanzas de Cristo. Tiene interés por demostrar que en Cristo se cumplen las profecías de la Escritura. Muestra cómo la salvación, prometida a los judíos, pasa a los gentiles. Es el evangelio más largo. Se piensa que sea el evangelio más antiguo, y el texto que tenemos actualmente es una traducción griega del original en arameo.
- Marcos: Evangelio escrito por Juan Marcos, intérprete de Pedro. Su estilo es anecdótico, pintoresco y con una composición irregular. Este evangelio proclama al mundo la venida del Hijo de Dios; todo está centrado en la persona del Salvador. Este evangelio es el más corto de los cuatro.
- Lucas: Lucas era un médico de Antioquía, muy minucioso y exacto. Ordenó armoniosamente los hechos y enseñanzas de Jesús y escribió en lenguaje generalmente distinguido. Discípulo y compañero de Pablo, Lucas conoció y utilizó el segundo evangelio y consultó recuerdos de María y de otros discípulos. Muestra la bondad misericordiosa de Dios con los hombres. Pone en evidencia la oración, la alegría, la conversión, el universalismo de la misión de Cristo.
- Juan: Es llamado el evangelio espiritual. Evoca algunos hechos de la vida de Jesús y presenta el aspecto religioso de ellos. Juan entendió, más que los demás, que cada gesto o palabra de Jesús revelaba su personalidad divina. Juan escribe para que creamos que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengamos vida en su nombre. El cuarto evangelio fue escrito cuando ya circulaban los tres anteriores; por esto, algunos hechos importantes que ya están en ellos no se narran. En el prólogo, Juan pone, como en una obertura, los principales temas de su evangelio. Este evangelio no es una iniciación cristiana, sino un libro dirigido a los cristianos que desean profundizar el conocimiento de Jesús. Se considera como el más histórico de los evangelios, por ser su autor testigo presencial de muchos de los acontecimientos de la vida de Jesús, especialmente de su pascua: pasión, muerte y resurrección del Señor.
Jesucristo: Ayer, Hoy y Siempre
Los Nombres de Jesús
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1.- La Anunciación: María, una virgen de Nazaret, recibe el anuncio del ángel Gabriel que será Madre del Mesías por obra del espíritu Santo. Dios se encarna, entra a pertenecer a la humanidad. Este misterio de la Encarnación del Verbo se celebra el 25 de Marzo.
2.- El Nacimiento: Jesús nace en Belén para que se cumplan las Escrituras pues Miqueas había anunciado que nacería en Belén, la ciudad de David. El nacimiento durante un censo hace que sea en un pesebre y en una pobreza aplastante. Los ángeles anuncian a humildes pastores la gran nueva: “Os ha nacido un Salvador que es el Cristo Señor” (Lc 2, 11). Dios elige libremente nacer en la pobreza y rodearse de gente humilde desde su nacimiento. “Dios elige la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes, y lo plebeyo, el desecho del mundo, lo que es nada, eligió Dios para destruir lo que es” (1º Cor 1, 27 – 28). El nacimiento de Cristo trae alegría al mundo; esto es lo que celebramos el 25 de Diciembre.
3.- La circuncisión: A los 8 días es circuncidado y recibe el nombre de Jesús (Yahvé salva). Era un rito de iniciación con el cual se entraba a formar parte del pueblo judío. En esta ocasión, Jesús derrama por primera vez su sangre. El 1º de Enero se conmemoraba este misterio de Jesús.
4.- Epifanía: Jesús se manifiesta a todos los hombres, a Oriente y Occidente, a judíos y gentiles. Reyes y sabios van a adorar al Niño recién nacido. La realeza humana se postra ante el Rey de reyes. Esta “manifestación” de Jesús se celebra el 6 de Enero.
5.- Presentación al Templo: A los 40 días María lleva a Jesús al templo de Jerusalén para rescatarlo pagando 5 siclos, pues, según la ley del pueblo de Dios, por ser el primogénito pertenecía a Dios. En esta ocasión Jesús es revelado como signo de contradicción y se anuncian los dolores de María en su obra de corredención. La Iglesia conmemora este acontecimiento el 2 de Febrero.
6.- Huída a Egipto: Para salvar la vida de Jesús del poder de Herodes, María y José huyen con Jesús a Egipto era el país en el que los antepasados de Jesús habían vivido en la esclavitud y de la cual habían sido salvados por la Pascua de Yahvé. Jesús sufre el destierro en un país idólatra, y a la muerte de Herodes regresa a Nazaret, pues todo se realiza para que se cumplan las Escrituras que decían: “Desde Egipto llamé a mi Hijo” (Mt 2, 15).
7.- Jesús en el Templo; A los 12 años, al ir Jesús a celebrar la Pascua permanece en el templo 3 días, mientras sus padres lo buscaban ansiosamente; a su encuentro Jesús manifiesta la conciencia de su sublime misión y dignidad: “ocuparse de las cosas que corresponden a Dios, su Padre”. En toda su vida Jesús se manifestará entregado enteramente a la misión que su Padre le ha encomendado. Esta es la primera vez que lo manifiesta.
8.- Adolescencia: El evangelista Lucas destaca el crecimiento natural de Jesús en su aspecto físico, intelectual y moral. No hay más detalle de los evangelistas sobre este período de la vida de Jesús.
9.- Vida Oculta: Nada sabemos de Jesús desde los 12 años hasta la vida pública. El evangelista Lucas nos dice que regresó a Nazaret y allí estaba sujeto a María y José. Se le conocía como el Hijo del carpintero. Se supone que Jesús aprovecha todo este tiempo en estudiar las Escrituras, especialmente los salmos y profetas, de los cuales manifiesta un probado conocimiento durante su vida pública.
10.- Bautismo de Jesús: Juan, pariente de Jesús, predicaba la conversión y bautizaba en el Jordán. Es el último de los profetas. En esta ocasión se manifiestan las tres divinas personas: el Padre, el Hijo que es bautizado y el Espíritu Santo que desciende en forma de paloma. Después del bautismo, Juan dio testimonio de Jesús diciendo: “He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo” (Jn 1, 29). La Iglesia recuerda el bautismo de Jesús el 13 de Enero.
11.- La vida pública: La vida pública de Jesús se inicia con el prodigio de Caná (Jn 2, 1 – 12) y dura aproximadamente 3 años. Durante este ministerio público Jesús se centra fundamentalmente en anunciar, construir y orar el Reino de Dios, a través de parábolas, milagros y oraciones.
12.- La Pascua: Lo más importante de la vida de Jesús es su pasión, muerte y resurrección. San Pablo confirma lo anterior al decir: “Si Cristo no hubiese muerto y resucitado, inútil sería nuestra fe”. La pasión del Señor comienza después de la Última Cena, cuando se dirige al huerto de Getsemaní. Comprende su agonía, la prisión, el proceso religioso y civil. La Crucifixión y Muerte (Mt 27, 32 -56 / Mc 15, 41 / Lc 23, 26 – 49 y Jn 19, 16 -30). La muerte de Jesús es el acto de mayor amor de Dios hacia los hombres (Jn 15, 13). Jesús fue sepultado y descendió a los infiernos para rescatar de allí a todos los justos muertos antes de su Pasión. Con su muerte Jesús abre las puertas del cielo selladas por el pecado de Adán. Al tercer día el Señor resucitó de entre los muertos. La resurrección de Jesús es el fruto de su muerte en la cruz, de su obediencia al mandato del Padre. En los cuatro evangelios se nos narra con alegría la visita al sepulcro vacío y las apariciones del Señor Glorioso a los discípulos para confirmarlos en la fe… Cristo resucitado vive ahora “junto al Padre para interceder por nosotros” (Hebreos 7, 25).
13.- Ascensión: 40 días después de haber resucitado y de haberse aparecido a los discípulos Jesús asciende a la gloria del cielo. La ascensión significa la incorporación de la naturaleza humana de Cristo a la gloria oculta de la vida divina. Cristo no se aparecerá más hasta el día final en que volverá de nuevo envuelto en poder y gloria para consumarlo todo.
PABLO DE TARSO Pablo de Tarso (originalmente Saulo) es considerado el discípulo más importante de Jesús, a pesar que nunca llegó a conocerlo, y, después de Jesús, la persona más importante del cristianismo. Pablo es reconocido como el primer comunicador del cristianismo y para ello utilizó el medio de comunicación de ese tiempo: la carta; por tal motivo, es considerado como una de las fuentes más significativas de la doctrina de la iglesia primitiva. Nació entre el año 5 y el año 10 en Tarso, en la región de Cilicia, en la costa sur del Asia Menor. La ciudad de Tarso tenía concedida la ciudadanía romana. Hijo de hebreos y descendiente de la tribu de Benjamín, en su adolescencia es enviado a Jerusalén, donde estudia con el famoso rabino Gamaliel. Aquí se une al grupo de los fariseos. Tras la muerte de Jesús, hacia el año 30, comienzan a formarse grupos de seguidores de Jesús. Pablo de tarso fue un activo perseguidor de estas comunidades. En el año 36 se convirtió al cristianismo, gracias a la aparición del Señor. Comenzó su actividad de evangelización cristiana en Damasco y Arabia. Es perseguido por los judíos y huye a Jerusalén, donde se reúne con Pedro en el año 40. Conoce entonces a Bernabé. Huye de Jerusalén, escapando de los judíos helenistas. Se refugia en Tarso. Bernabé acude a Tardo y se lleva a Pablo a Antioquía, donde pasaron un año evangelizando. Antioquía se convierte en el centro de los cristianos convertidos desde el paganismo. Aquí surge por primera vez la denominación de cristianos para los discípulos de Jesús. A partir del año 46 comienzan los tres grandes viajes misioneros.
En el primer viaje, junto a Bernabé y su primo Juan Marcos, parte de Seleucia, puerto de Antioquía hacia la isla de Chipre. En Pafos, se convierte al cristianismo el procónsul romano Sergio Pablo. Es aquí donde Saulo comienza a ser llamado Pablo. Navegan hacia Perge, en la región de Panfilia. Juan Marcos regresa a Jerusalén. Pablo y Bernabé continúan por el sur de Galacia. Encuentran mala acogida por parte de los judíos, y deciden dirigirse a los paganos. Crean varias comunidades cristianas. Los cristianos procedentes del judaísmo plantean la idea de que estos nuevos cristianos deberían aceptar también las leyes judías, como la circuncisión. Pablo decide plantear la cuestión en Jerusalén a su regreso en el año 49, ante los apóstoles. Esto dio lugar al primer concilio ecuménico, el Concilio de Jerusalén, del año 50. Triunfó la postura de Pablo, sobre la justificación por la Fe y la caducidad de la Ley.
En el segundo viaje misionero, Pablo se hace acompañar por Silas. Parten de Antioquía, por tierra, hacia Siria y Cilicia, llegando al sur de Galacia. En Listra se les une Timoteo. Atraviesan las regiones de Frigia y Misia. Al parecer, se les une Lucas el Evangelista en Tróade. Decide ir a Europa, y en Macedonia funda la primera comunidad cristiana europea: la comunidad de Filipos. También en Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto. Se queda durante año y medio en Corinto, acogido por Aquila y Priscila, matrimonio judeo-cristiano que había sido expulsado de Roma debido al edicto del emperador Claudio. En invierno del año 51 escribe la primera carta a los tesalonicenses, el documento más antiguo del Nuevo Testamento. Al año siguiente vuelve a Antioquía.
En primavera del año 54 inicia su tercer viaje misionero, estableciendo su centro de operaciones en Éfeso, capital de Asia Menor. Permanece allí unos tres años. Le Llegan noticias de los conflictos surgidos en la comunidad de Corinto. Escribe la primera carta a los Corintios en el año 54 y la segunda carta a los Corintios a finales del 57. Atendiendo a los conflictos con los judeo-cristianos, escribe las cartas a los Filipenses (año 57) y a los Gálatas. Va a Corinto a finales del 57, donde pasa el invierno. Escribe la carta a los Romanos, en la primavera del 58. Vuelve entonces a Jerusalén para entregar la colecta de las comunidades cristianas procedentes del paganismo, destinada a los pobres de las comunidades de Jerusalén.
Judíos procedentes de Antioquía le acusan de violar la Ley e intentan matarle en una reyerta. El tribuno romano impiden que le maten y lo encarcela. Es enviado a la provincia de Judea, donde el procurador Antonino Félix le retiene durante dos años (del 58 al 60) a la espera de conseguir un rescate por su libertad. Porcio Festo sucede a Antonino Félix como procurador de Judea. Pablo apela a su derecho, como ciudadano romano, a ser juzgado en Roma. Tras un accidentado viaje, llega a Roma en primavera del año 61. Es liberado en el 63. Su carta a Filemón se supone escrita en este periodo de cautividad, entre el 58 y el 63.
Había expresado sus deseos de llegar hasta España, lo cual posiblemente se cumplió en el año 63. Al parecer, después visitó las comunidades de Oriente. Volvió a ser apresado en Roma, donde murió durante las persecuciones de Nerón hacia el año 67. Fue enterrado en la vía Ostiense de Roma.
LA FUNDACIÓN DE LA IGLESIA Y LA EXPANSIÓN DEL CRISTIANISMO
A.- La Fundación de la Iglesia
* Algunos historiadores se preguntan si Cristo tuvo realmente la intención de formar una comunidad de creyentes en torno a su persona, o bien, si es sólo una fundación de un grupo de fanáticos religiosos que quisieron perpetuar la memoria de un líder religioso llamado Jesús.
* Esta pregunta es interesante, ya que su respuesta señala, bien, el origen divino de la Iglesia, o bien que es una mera institución humana. Esto tiene una ulterior consecuencia en la autoridad moral y espiritual de la Iglesia y en su concepción de comunidad santa constituida por hombres pecadores.
* La Iglesia nace del costado de Cristo en la cruz, costado abierto por la lanza del soldado. Desde allí brotó agua y sangre = bautismo y eucaristía, dos sacramentos que “hacen la Iglesia”. Así como Eva salió del costado de Adán que dormía en el paraíso, la Iglesia nace del costado de Cristo, el nuevo Adán, que duerme en la cruz (cf. Padres de la Iglesia)
* Jesús expresamente quiso fundar una comunidad de creyentes que siguiera construyendo el reino de Dios en la tierra. Así lo vemos en Mateo 16,18: “Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”
* Son muchas las respuestas que pueden darse a la pregunta ¿Cuándo empezó la Iglesia? En los Padres, desde los tiempos de Agustín, encontramos la idea de la Iglesia desde Abel. Hermas habla de la creación de la Iglesia antes de todas las cosas, ve a la Iglesia como una mujer vieja, creada antes de todas las cosas y para ella fue creado el mundo. La liturgia nos invita a ver el nacimiento de la Iglesia en la misma Anunciación. El Concilio Vaticano II ve la inauguración de la Iglesia en la predicación de la buena noticia por Jesús (cf. Lumen Pentium 5)
* Pero en cierto sentido puede decirse también que Pentecostés es, si no el nacimiento de la Iglesia; sí el comienzo de su poder. La teología de Lucas en los Hechos de los Apóstoles muestra el desarrollo de la Iglesia por obra del Espíritu Santo (cf. A. A. 2)
B.- La expansión del cristianismo Muchas razones se señalan como causas del rápido crecimiento del cristianismo dentro del imperio romano. Entre ellas:
- La novedad misma del Evangelio, como noticia del mandamiento del amor
- La infraestructura del imperio que favoreció el rápido desarrollo de la fe cristiana
- La obra evangelizadora de los apóstoles, especialmente de Pedro y Pablo
- La sangre de los mártires fue semilla de cristianos