La crisis de 1917 y el desastre de Annual: España en el siglo XX
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La quiebra del sistema: conflictividad social y crisis de 1909, 1917 y 1921.
Con la muerte de Canalejas y la caída en desgracia de Maura, los partidos tradicionales fueron incapaces de intentar nuevas reformas que pudiesen mantener el sistema. Los siguientes gobernantes Romanones (liberal) y Dato (conservador), sin la talla de sus predecesores, trataron de administrar la situación siendo sobrepasados por las circunstancias.
La situación social y política se agravó con el estallido de la I Guerra Mundial (1914-1918). En ella se enfrentaron dos grandes alianzas: la Triple Alianza (Alemania, Austro-Hungría, Bulgaria y Turquía) y la Triple Entente (Gran Bretaña, Francia y el Imperio Ruso con el apoyo de EE.UU.)
En este choque de grandes imperios era evidente que España no pintaba nada. Porque no tenía imperio y no era una potencia industrial. España fue neutral y la neutralidad fue un negocio para España. Se consolidó un gran salto hacia la industrialización, contando con los capitales repatriados de las colonias tras el desastre de 1898 y con los conseguidos con la venta de alimentos y material a los beligerantes.
Como ya se ha dicho España continuaba siendo un país agrario con cerca de un 70% de la población activa trabajando en el sector primario mientras que la población empleada en la industria era sólo del 16%, concentrada sobre todo en la construcción y el textil. El 6% de la propiedad de la tierra estaba en manos de la nobleza, y las fincas grandes presentaban un 28% del total. No obstante, desde principios de siglo, la agricultura había experimentado ciertas mejoras como nuevas roturaciones, la producción de olivo para la exportación, la implantación de nuevos cultivos como la naranja y la remolacha azucarera, y al uso de nuevas técnicas (se generalizó el arado de vertedera, comenzó a emplearse maquinaria y abonos, se desarrollaron los regadíos), lo que produjo un aumento de la producción. Por otra parte, España continuó con una agricultura eminentemente cerealista y tradicional (uso del barbecho) con los bajos rendimientos. Otro problema de la agricultura fue las desigualdades en el reparto de la tierra (latifundismo en el sur y minifundismo en la cornisa cantábrica), lo que provocó conflictividad social.
En el plano industrial, España dejará de ser un mero exportador de minerales para convertirse en un productor de acero y constructor de barcos. La zona industrial por excelencia era Cataluña. Allí, la industria más importante, como la textil, sufría una serie de debilidades (materias primas –algodón- y patentes eran importadas del exterior), a lo que habría que sumar la pérdida de las colonias como mercado y proveedor de materias primas. Esa situación obligó al textil catalán a apoyarse en un alto arancel. Desde ahora, el empuje extraordinario de la siderurgia vasca (en 1902 se funda Altos Hornos de Vizcaya) utilizará el carbón de Asturias. Es también el momento en que nacen las primeras industrias eléctricas (la "Canadiense" de Barcelona) o que producen electricidad (en 1901 se funda Hidroeléctrica Ibérica, luego llamada Iberduero; en 1907 se funda Hidroeléctrica Española, que con la anterior constituye hoy Iberdrola), así como químicas (explosivos, fosfatos) y cementeras. Los principales problemas de la industria española consistieron en su desigual distribución espacial (mapa p.292) y que las empresas españolas eran en su mayoría de tipo familiar.
La guerra cambió el saldo negativo de la balanza comercial española, gracias a las exportaciones (hierro, carbón, naranjas...) y a los fletes (contratos de transporte para barcos españoles). También aumentó la participación del capital español en la economía nacional y fortaleció a la banca, sobre todo a la vasca. Por poner alguna cifra, tomando como índice 100 lo que se producía en 1900, en 1918 la producción siderúrgica había llegado a 1072 y la de electricidad a 560.
Pero no todo fueron aspectos positivos: aunque se producía más, los precios subieron más de un 15% porque se conseguían beneficios más altos exportando los productos españoles. Los salarios no subieron tanto, con lo que los conflictos sociales se agravaron. Además, gran parte de los beneficios obtenidos por los empresarios no se reinvirtió en la mejora de equipos industriales, con lo que, al acentuarse la competencia con otros países una vez acabada la guerra, la crisis fue peor de lo esperado.
Durante la I Guerra Mundial, la conflictividad social producida por la carestía de alimentos no fue solucionada ni por conservadores ni por liberales. El conservador Dato evitó los problemas políticos teniendo cerradas las Cortes. Lo único destacable fue que aprobó por decreto la Ley de Mancomunidades, la primera que permitía cierta autonomía regional.
El liberal Romanones gobernó durante 1916 y contó como ministro de Hacienda con Santiago Alba, un liberal de izquierdas que planteó un ambicioso programa de reformas (desarrollo de la industria, instrucción pública, carreteras y regadíos). Todo a costa de un impuesto extraordinario sobre los beneficios obtenidos durante la guerra. Los empresarios y la derecha del país se encargaron de echarlo abajo.
LA CRISIS DE 1917
Otro gobierno liberal, el de García Prieto, es el que tuvo que hacer frente a la triple crisis que se originó durante el verano de 1917:
1. Crisis militar. El ejército español, un monstruo heredado de las guerras coloniales con seis veces más oficiales que el francés siendo seis veces más pequeño, estaba dividido entre oficiales peninsulares y africanistas, que ascendían por méritos de guerra. La carestía de la vida la sufrió el ejército como otros funcionarios o como la sufrían los obreros. Eso, junto al descontento por los ascensos, llevó a varios coroneles a organizar Juntas de Defensa que, tras las dudas iniciales, el gobierno intentó disolver sin éxito, lo que provocó su caída en junio. El rey volvió a llamar a Dato a la presidencia del gobierno.
2. Crisis parlamentaria. Dato se negaba de nuevo a abrir las Cortes, lo que llevó al político nacionalista catalán F. Cambó, de Solidaritat Catalana, a organizar en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios (unos 70) para exigir unas Cortes Constituyentes. En esta asamblea participaron pocos liberales y conservadores y el gobierno, que al principio la ignoró, al final acabó disolviéndola sin problemas en julio.
3. Crisis social. Ya en el mes de marzo, la CNT y la UGT había emplazado conjuntamente al gobierno a solucionar la carestía de alimentos. Las huelgas se sucedieron hasta el verano y en agosto los ferroviarios de la UGT llamaron a una huelga general que paralizó el país del 10 al 13 de agosto, con más de 70 muertos en toda España. El gobierno echó mano del ejército y, asustados, Juntas de Defensa y Parlamentarios se pusieron del lado que les correspondía.
Las consecuencias de la crisis fueron muy graves. El partido Conservador y el Liberal se fragmentaron en múltiples facciones a las que será imposible poner de acuerdo por el personalismo de sus líderes, lo que producirá "gobiernos de concentración" muy inestables: el Gobierno Nacional de marzo de 1918, en el que estaban todos (Maura, Dato, Romanones, Cambó, García Prieto...) duró 9 meses.
El movimiento obrero se reforzó mucho, coincidiendo con los tres años que siguieron al triunfo de la Revolución Soviética en Rusia, el llamado "Trienio Bolchevique" (1918, 1919 y 1920).
La CNT juntaba en 1919 a 700000 afiliados, sobre todo catalanes, destacando entre sus dirigentes Ángel Pestaña y Salvador Seguí. En 1919, mantuvo durante 44 días una huelga en la empresa eléctrica y de tranvías "La Canadiense" de Barcelona y, en Andalucía, hubo una auténtica rebelión campesina pidiendo tierras. El gobierno recurrió al ejército y, los empresarios, a pistoleros.
Por su parte, la UGT contaba en 1921 con 240000 afiliados y el PSOE con 45000. Tras el triunfo de la Revolución en Rusia, se va a producir en 1921 una ruptura entre los marxistas españoles: los reformistas (socialdemócratas), mayoritarios y partidarios de llegar a acuerdos con la izquierda burguesa (republicanos y demócratas), no van a integrarse en la III Internacional, organizada por el Partido Comunista de la Unión Soviética; una parte del PSOE, los revolucionarios (comunistas), se va a separar fundando el Partido Comunista de España. A la muerte de Pablo Iglesias, dirigirá el socialismo español Julián Besteiro.
Hasta 1921, la cuestión social siguió empeorando y no ayudó nada a solucionarla que el gobierno de Dato la combatiera a tiro limpio en las calles de Barcelona, a través del gobernador "civil", el general Martínez Anido. De hecho, Dato fue asesinado en marzo de 1921 por un anarquista.
LA PRESENCIA DE ESPAÑA EN MARRUECOS. 1921 EL DESASTRE DE ANNUAL.
Pero ese año fue el de un nuevo desastre colonial en el protectorado marroquí otorgado a España en la Conferencia de Algeciras de 1906: 45000 km2 montañosos y sin agua, de escaso valor económico (sólo minero), habitados por beréberes organizados en clanes y cuyo jefe era Abd-el-Krim. El general Silvestre, jefe militar de Melilla y de la zona oriental del protectorado, llevó a cabo una campaña de conquistas imprudente en un frente muy amplio que acabó en una emboscada en Annual en julio. La retirada caótica hacia Melilla dejó 12000 muertos sobre el campo de batalla.
Las consecuencias políticas fueron demoledoras. De nuevo, militares y gobierno se echaban la culpa del desastre. El propio rey se vio salpicado por el asunto, al apoyar la expansión colonial. En las Cortes se formó una comisión para investigar las responsabilidades del desastre (Informe Picasso). En el informe se criticaba a las altas autoridades del ejército y salpicaba al mismo rey y a grandes políticos de la restauración (Romanones). En esta situación se produjo el pronunciamiento del Capitán General de Cataluña, el general Miguel Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923.