Crisis de 1808: Independencia y Revolución Política en España y América

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La Crisis de 1808: Guerra de la Independencia y Revolución Política

La situación del país en vísperas de la crisis

A finales de 1807, la situación económica y social en España era muy grave, marcada por mortandad, crisis económica, guerras y epidemias. A todo ello se sumaba la bancarrota del Estado. La indignación de todos los grupos sociales se dirigía contra Godoy, a quien se acusaba de las derrotas militares. La oposición se fue concretando en torno al príncipe Fernando. En octubre de 1807, fue descubierta una conspiración contra el rey Carlos IV, en la que estaba implicado Fernando, que acabó siendo perdonado por sus padres en el conocido como "Proceso de El Escorial".

El Tratado de Fontainebleau y el Motín de Aranjuez

En el verano de 1807, Napoleón decidió invadir Portugal. Para ello, firmó con España el Tratado de Fontainebleau. En pocos días, las tropas francesas acabaron con la resistencia portuguesa y tomaron Lisboa. No se sabe con seguridad cuándo tomó Napoleón la decisión de invadir España. Lo cierto es que, entre noviembre de 1807 y febrero de 1808, entraron en España varios cuerpos del ejército francés. En la noche del 17 al 18 de marzo de 1808, se produjo el llamado "Motín de Aranjuez", cuando los partidarios de Fernando tomaron al asalto el palacio real.

Las Abdicaciones de Bayona y el estallido del conflicto

Fernando VII se encontró en manos de Murat, que invadía Madrid. Para hablar con él, Napoleón lo reunió en Bayona (territorio francés) junto a todos los miembros de la familia real. Allí tuvieron lugar negociaciones forzosas. El 7 de mayo, Fernando abdicó en favor de sus padres, y estos lo hicieron a favor de Napoleón. Como en Madrid la familia real se había ido hacia el norte, dejando sola la capital, se produjo un levantamiento el día 2 de mayo. Las tropas francesas convergieron sobre la ciudad. Murat dictó un bando en el que proclamó su autoridad absoluta. Otras autoridades hicieron lo mismo y, durante los días siguientes, la rebelión se extendió por todas las ciudades.

La Guerra de la Independencia (1808-1814)

Las fuerzas en presencia y el primer año de guerra

Frente a un ejército francés, los restos del ejército español estaban en clara inferioridad. La intervención de unidades inglesas y de los restos del ejército portugués reforzó considerablemente la resistencia española. El nivel de eficacia del ejército francés tampoco fue tan alto como en otros conflictos, ya que el mando francés jamás pensó que la invasión española fuera a encontrar una resistencia seria. Los generales no supieron reaccionar y acabaron actuando por su cuenta, desobedeciendo incluso las órdenes del rey José I. A mediados de junio, se inició el sitio de Zaragoza, cuya resistencia fue organizada por el general Palafox. Pero el curso de los acontecimientos dio un brusco vuelco cuando las tropas francesas sufrieron una humillante derrota en la batalla de Bailén. Los franceses se vieron obligados también a levantar el sitio de Zaragoza. Fue entonces cuando Napoleón decidió intervenir personalmente. Al frente de los 250.000 soldados de la Grande Armée, atravesó el Pirineo en noviembre y, en una campaña fulgurante, ocupó Burgos, que fue saqueada, y derrotó a las tropas españolas tras vencer la resistencia en el puerto de Somosierra. Madrid se rindió el día 4 de diciembre.

La guerra de desgaste: la guerrilla

En 1809, los franceses consiguieron vencer la resistencia y avanzar hacia el sur. En 1810, ultimaron la conquista de Andalucía. Solo Cádiz pudo resistir, abastecida por los ingleses. Pero, en realidad, las tropas napoleónicas estaban lejos de haber vencido. Aún quedaban unidades del ejército español y la Junta Central. Se inició entonces una guerra de desgaste.

Las guerrillas aparecieron en 1808 como unidades de paisanos armados con el objetivo de mantener en constante amenaza a los franceses. Fueron creciendo rápidamente al sumarse a ellas civiles, delincuentes y soldados licenciados o huidos del ejército regular.

El cambio de rumbo y el fin de la guerra

A partir de 1811, la guerra cambió de rumbo. En marzo, los franceses abandonaron Portugal y, meses después, Wellington avanzó por el sur y reconquistó Badajoz. En la primavera de 1812, además, Napoleón tomó la decisión de atacar Rusia. En junio, las tropas de Wellington entraban en Salamanca y, un mes después, tuvo lugar la batalla de los Arapiles. El 21 de junio de 1813, la batalla de Vitoria consumó la derrota francesa. Napoleón, entonces, firmó el Tratado de Valençay, por el que restituía la Corona de España a Fernando VII.

Las consecuencias de la guerra

La guerra supuso un enorme colapso demográfico. Pero los daños materiales no fueron menores. Grandes ciudades quedaron totalmente arrasadas. Los daños económicos en la industria fueron cuantiosos, perdiéndose muchas fábricas que fueron destruidas durante la guerra. En cuanto a la repercusión internacional, la guerra española fue decisiva para la derrota napoleónica. Por otro lado, la guerra activó el proceso de independencia de la América española.

José Bonaparte

Su posición en política fue débil, puesto que Napoleón lo desautorizaba interviniendo él mismo. Comenzó por imponer el Estatuto Real de Bayona. Se trataba de dar una imagen de legalidad y modernidad. Siguieron una serie de medidas de modernización (supresión de Secretarías, fin de la Inquisición...). La injerencia de Napoleón culminó en 1812. Con José Bonaparte colaboraron los llamados "afrancesados", la mayoría de ellos con esperanza en el nuevo monarca, que sucumbió en fracaso.

Revolución Política: Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Las Juntas y la Junta Suprema Central

Algunas instituciones y autoridades no aceptaron las abdicaciones de Bayona y formaron sus propios órganos de gobierno. Primero, las Juntas Locales; luego, las Provinciales; y, finalmente, se formó la Junta Suprema Central, que, además de dirigir la guerra, asumió la tarea de reformar las instituciones del Antiguo Régimen.

Composición de las Cortes. El liberalismo español

La mayoría de los diputados procedía de las capas medias urbanas. También había un centenar de eclesiásticos y miembros de la aristocracia. Predominaban las opiniones liberales. Abundaban los partidarios de las reformas. El liberalismo había penetrado en España procedente de Francia, aunque era minoritario. Los liberales exigían un régimen político libre, con el derecho preferente de los más ricos.

La Constitución de 1812

Los diputados proclamaron la soberanía nacional. En 1812, se creó por primera vez la primera Carta Magna de la historia de España. En ella, especial cuidado pusieron en la formulación de los derechos del individuo. Se empieza por afirmar que la soberanía reside esencialmente en la nación, se establece la división de poderes y se declara el Estado como una monarquía moderna hereditaria. El poder ejecutivo lo ejerce el rey. El poder legislativo reside en las Cortes con el rey, y el poder judicial corresponde a los tribunales. La Constitución reconoce la confesionalidad del Estado y la exclusividad de la religión católica. Respecto a la administración del Estado, se establece la elección popular de los alcaldes.

Otras medidas de las Cortes de Cádiz

Además de la Constitución, los diputados llevaron adelante una importante legislación ordinaria. En agosto de 1811, se decretó la abolición del régimen jurisdiccional. Se decretó también la eliminación del mayorazgo y se declaró la propiedad libre. Fueron también suprimidos los gremios. Se estableció la libertad de imprenta y las Cortes aprobaron una abundante legislación religiosa. Por último, se puso en marcha la desamortización de bienes de propios y baldíos.

Fernando VII: Absolutismo y Liberalismo (1814-1833)

El golpe de Estado y la represión

En su retorno a España, Fernando VII dio un golpe de Estado mediante un Real Decreto que suprimió las Cortes y abolió la Constitución. El golpe fue apoyado por las clases superiores y quedó expresado en el "Manifiesto de los Persas", en el que se defendía la vuelta al Antiguo Régimen. Además de la Constitución, fueron suprimidas las leyes desamortizadoras y la libertad de imprenta, y se restituyeron los privilegios a la nobleza. El retorno al absolutismo se inscribe en un proceso general de restauración del Antiguo Régimen. Consecuencia inmediata del golpe de Estado fue la represión.

El Sexenio Absolutista (1814-1820)

Fernando VII gobernó en permanente inestabilidad política. El auténtico gobierno lo constituía la "camarilla", formada por hombres de confianza del rey. La situación económica era desastrosa. Tras el largo período de guerra, en Europa se produjo una caída de los precios, perjudicando a los campesinos. Pero el mayor problema era la quiebra financiera del Estado. La situación de los campesinos se agravó por las medidas tomadas en 1814, hasta desencadenar movimientos de protesta. El descontento se extendió por las ciudades. El ejército se vio también perjudicado. Poco a poco, se reorganizó un movimiento clandestino liberal que empezó a organizar conspiraciones.

El Trienio Constitucional (1820-1823): características políticas

El 1 de enero de 1820, el comandante Riego se pronunció con éxito en favor de la Constitución. El período del Trienio Constitucional se caracteriza por la agitación política permanente, debida a diferentes causas. En primer lugar, la propia división entre liberales: por un lado, estaban los moderados y, por otro, los radicales. Una segunda fuente de inestabilidad la constituyó la actitud involucionista del rey, que al poco tiempo comenzó a pedir intervención extranjera para que le restauraran en su poder absoluto.

Las reformas del Trienio

A lo largo de estos tres años, las Cortes aprobaron una nueva legislación reformista. En primer lugar, se adoptaron medidas de reforma agraria. La política religiosa de las Cortes estuvo marcada por el anticlericalismo y la defensa de la autoridad del Estado. Las Cortes también abordaron la reforma militar para mejorar la instrucción, los salarios y el sistema de ascensos. La reforma educativa se concretó en la secularización de la enseñanza. Por último, los gobiernos del Trienio intentaron abordar el problema de la Hacienda: se devaluó la moneda, se recortaron gastos y se pidieron créditos al extranjero.

La Década Ominosa (1823-1833): represión y reacción

Tras la caída de Cádiz, Fernando VII publicó un decreto con el que se anuló toda la legislación del Trienio. También se reanudó la represión: todos los oficiales fueron juzgados. Con el desmantelamiento de estos, Fernando VII pidió al ejército francés que permaneciera en España. Además, se creó el Voluntariado Realista, que sustituyó a la Milicia Nacional y actuó aplicando la represión por su cuenta. La vuelta al absolutismo no fue como la de 1814. Esa tímida moderación provocó la aparición de los llamados "realistas", que pedían que reinara el hermano de Fernando, Carlos. Aunque estos fueron vencidos, no se evitó que surgiera el movimiento llamado "carlismo".

La agonía del absolutismo y la crisis sucesoria

El país continuó sumido en el caos económico. A partir de 1830, volvieron a producirse conspiraciones liberales. En este contexto, se desencadenó la crisis sucesoria. Fernando VII quiso garantizar la descendencia en su futuro hijo o hija. En marzo de 1830, publicó una Pragmática Sanción que eliminaba la Ley Sálica y restablecía la línea sucesoria de las Partidas, a favor de la sucesión femenina. Los carlistas protestaron y don Carlos consideró que eso era una medida ilegal que atentaba contra sus derechos al trono.

El conflicto quedó abierto cuando, en octubre, nació la princesa Isabel. Frente a los carlistas, se formó un sector absolutista moderado. En septiembre de 1832, se desencadenaron los llamados "Sucesos de La Granja". Pero el rey sustituyó a los principales ministros carlistas y puso a Cea Bermúdez, absolutista moderado, al frente del gobierno, al tiempo que la reina María Cristina era autorizada a presidir el Consejo.

El 29 de septiembre de 1833, moría Fernando VII y se iniciaba la regencia de María Cristina.

La Emancipación de la América Española

Las causas del independentismo

Los orígenes del independentismo americano tienen que ver con la política llevada a cabo por los Borbones en América y la estructura social del continente. Los criollos, indios, mestizos y negros, mezclados en multitud de cruces raciales, constituían una masa campesina y minera explotada tanto por los criollos como por los peninsulares. La política de los gobiernos ilustrados no hizo sino reforzar esa situación. Los movimientos de protesta y levantamientos campesinos del siglo XVIII habían creado un clima de reivindicación emancipadora. En los años previos a 1808, se fue difundiendo entre la minoría criolla más culta el ideario liberal. Las influencias que provenían de Europa se mezclaban con el ejemplo de la independencia de los Estados Unidos para dar un tinte americanista a las reivindicaciones políticas.

El inicio del proceso de independencia

Hay continuas acciones políticas, revueltas urbanas y campesinas. Fue liderado por las principales ciudades de la América colonial y, dentro de ellas, por las élites criollas.

Una primera fase coincide con la guerra de 1808 a 1814. En las ciudades más importantes, la burguesía criolla promovió Juntas similares a las españolas, en nombre de Fernando VII, y depuso a los virreyes y capitanes generales. Más tarde, se rechazó la autoridad de la Junta Central y, en 1810, convencidos los criollos de que Cádiz no podía resistir, se formaron Juntas revolucionarias en varias de las ciudades más importantes. Los líderes independentistas acabaron en prisiones españolas o en el exilio. No obstante, el proceso había permitido extender el ideario independentista por toda América, preparando el clima para la segunda oleada revolucionaria.

El triunfo del independentismo

Una segunda fase se produce tras la restauración del absolutismo en España, que reavivó las ansias de independencia. En el sur, los delegados enviados al Congreso de Tucumán proclamaron la independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica. San Martín permitió la proclamación de la independencia de Chile en febrero de 1818. Simón Bolívar proclamó la República de la Gran Colombia. La última fase se desarrolla tras la revolución de 1820 en España. En julio, las tropas americanas entraron en Lima y proclamaron la independencia del Perú. Luego, Bolivia se independizó y, finalmente, México.

El balance del movimiento independentista. El marco internacional

El resto de la década de 1820 sirvió para decantar y consolidar los nuevos países. La derrota española se debió tanto a la fuerza del independentismo como a los problemas internos de la monarquía absoluta. Otro factor decisivo fue el contexto internacional. Las guerras coloniales habían abierto los puertos americanos al comercio internacional. Desde 1814, el apoyo diplomático británico al independentismo fue progresivamente en aumento. Otro país que apoyó diplomáticamente y vendió armas a los insurrectos fue Estados Unidos.

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