Criminología: Del Clasicismo al Positivismo
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La Criminología Clásica
La teoría clásica de criminología se basa en los siguientes principios:
- Todos los hombres pueden cometer delitos.
- Existe un consenso social para proteger la propiedad privada y el bienestar personal.
- Los hombres establecen un contrato social con el Estado para preservar la paz.
- La pena se utiliza como elemento disuasorio.
- Las penas deben ser proporcionales a los intereses violados.
- Cada persona es responsable de sus acciones y todos son iguales ante la ley.
La teoría clásica es, fundamentalmente, una teoría del control social. Obtuvo el apoyo de la burguesía, ya que priorizaba los logros personales sobre los heredados. Si bien se consideraba a todos iguales en capacidad de raciocinio, no se les veía iguales en otros aspectos. Esta racionalidad permitiría a los individuos comprender el beneficio del consenso. La imposición de penas era el factor disuasorio del delito. La gran ventaja del positivismo fue que estableció un marco procesal fácil de aplicar. La ley fijaba una pena para cada delito y su grado. Pero en la práctica, era muy diferente. La motivación criminal no era para todos igual. Así, el delito se entendía como una elección irracional o el resultado de factores que impedían una elección racional.
El Revisionismo Neoclásico
Las contradicciones del clasicismo surgieron al intentar implementar medidas penales universales. En la práctica, era imposible ignorar las circunstancias y las diferencias individuales. Los neoclásicos consideraron circunstancias atenuantes, reconociendo que los antecedentes y la situación de cada individuo influyen en su posibilidad de reforma. Esto abrió la puerta a la participación de otros expertos, además de los juristas, para explicar el comportamiento, ampliando la gama de medidas penales. La condena tendría diferentes efectos según las características individuales del delincuente, por lo que la pena se empezó a imponer de acuerdo con su valor rehabilitador.
La Revolución Positivista
El positivismo busca fines prácticos, como la eliminación de la conducta antisocial, pero libre de creencias filosóficas, punitivas y ético-religiosas. Intentaba desarrollar unidades precisas y calculables de delitos y conductas desviadas como paso previo a la generalización. El desafío era distinguir el delito y la conducta desviada del comportamiento normal y que se pudiera medir. Se intentó usar las estadísticas de criminalidad, pero resultó inútil. Esto dio lugar al positivismo liberal y al positivismo radical.
El Positivismo Liberal
El positivismo liberal reconoce las fallas de las estadísticas sobre criminalidad, pero considera que, con modificaciones, podrían ser útiles. Cree que las faltas graves y la mayoría de los crímenes quedan registrados en las estadísticas. Sus respuestas se basan en la existencia de un consenso moral cuantificable.
El Positivismo Radical
El positivismo radical tiene dos vertientes:
- Una versión atenuada: considera que las normas legales representan un consenso y que se pueden recopilar estadísticas propias, independientes de la policía y el sistema judicial.
- Una versión más fuerte: sus estadísticas se basan en un consenso supuesto que difiere del consagrado por las leyes. La ley proporciona un patrón moral aproximado y las estadísticas representan: a) la disposición de los individuos a admitir haber cometido un acto, o b) la capacidad y voluntad de la policía para detener a los delincuentes que descubre.
Esta concepción presenta la dificultad de que el delito parece estar presente en todas partes. Sin embargo, algunos positivistas creen que no toda conducta antisocial está prohibida por la ley y que no toda conducta que viola los códigos penales es verdaderamente antisocial.
Para los positivistas, el desviado no es una persona con una moral o racionalidad distinta, sino un individuo insuficientemente socializado que no ha internalizado la moral del sistema.
El positivista radical busca desvincularse de los caprichos del procedimiento judicial y policial reflejados en las estadísticas para crear una ciencia del delito y de la actividad correccional «reales». Su tarea es descubrir el verdadero consenso, buscando los intereses del pueblo en su conjunto, en contra de la minoría delincuente y la minoría judicial. Considera que los intereses del poder y la riqueza no representan a la colectividad.
El positivista (liberal o radical) se interesa por las causas de la conducta desviada y el delito, incluyendo los motivos ambientales y psicológicos que impiden la internalización de las normas del sistema mayoritario. Por lo tanto, la criminología debe centrarse en el delincuente (su psicología, su entorno, etc.) y no en el derecho penal. La explicación del delito se encuentra en las motivaciones y el comportamiento de los delincuentes. La «búsqueda de la objetividad» en el positivismo se reduce a la mediación de las patologías particulares y sus circunstancias. Se busca investigar qué impulsaba al delincuente a delinquir, realizar un diagnóstico y determinar el tratamiento adecuado.