Contexto histórico y cultural de la Generación del 98

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Pío  Baroja:   El  árbol  de  la  ciencia

Sitúe  la  obra  en  el  contexto  social,  cultural  y  literario  al  que  pertenece



          El árbol de la ciencia, considerada una de las obras maestras de Pío Baroja, fue publicada en 1911 y su acción se desarrolla entre los años 1887 y 1898. En esta novela se nos presenta una visión hostil y pesimista de la España de finales del siglo XIX, lo cual encaja perfectamente con la personalidad de Baroja y con el ambiente dominante en la sociedad española de la época, marcada profundamente por lo que se ha denominado “crisis de fin de siglo”,  la cual afectó no sólo a España sino a toda la Europa industrializada de la época. 


          Entre los años 1890 y 1914, aproximadamente, se producen una serie de profundos cambios sociales y culturales en todo el mundo occidental, que constituyen la citada crisis (de fin de siglo), enmarcada en una época cuyos rasgos más carácterísticos serían los siguientes: Los grandes progresos técnicos y científicos, como la electrificación, el telégrafo, el cine, el automóvil(1900), la radio(1907); el crecimiento industrial y urbano; el auge de la burguésía como clase dirigente; la clase obrera se organiza para defender sus intereses, por lo que aparecen los primeros sindicatos y se extienden las ideas socialistas y anarquistas. Y en esta misma época se vive la crisis del positivismo y del Racionalismo (acabamos esta parte con los 5 párr. Finales de la pág. 107 del Manual) 


         En España se producen, además, algunos hechos destacados: el desastre del 98 ( pág. 107/6 del Manual, en el penúltimo párr.)

           El atraso general del país, causado por la economía que aún es muy rural y por un estado general de miseria intelectual (hay un alto porcentaje de analfabetos), dará lugar al movimiento regeneracionista, porque según la opinión de numerosos escritores e intelectuales, se necesita una serie de reformas (obras públicas, etc.) 

          La literatura reflejará esta época de cambio, pues los jóvenes escritores cuestionan con sus obras una sociedad en la que ya no creen, sienten que pierden sus creencias religiosas y les cuesta explicarse el mundo y la vida. Y ahí está la raíz del tono pesimista que recorre en general la literatura. Las nuevas corrientes literarias de fin de siglo tienden a resaltar la visión subjetiva del mundo y ante un mismo contexto de crisis aparecen dos movimientos: el Modernismo y la Generación del 98. Para algunos críticos la separación no es tan clara, pero hay rasgos diferenciadores: el Modernismo, en el que influyen el parnasianismo con su lema “el arte por el arte” y el simbolismo,  se asocia con el escapismo, el cosmopolitismo y el refinamiento estético que hace una literatura para los sentidos, siendo el nicaragüense Rubén Darío su autor más destacado; la Generación del 98, como Azorín la llamó, sin embargo, está formada por autores españoles como Unamuno, Baroja, Maeztu y el propio Azorín entre otros, que viven el desastre del 98 como el acontecimiento generacional que los aúna, cultivan un lenguaje natural y antirretórico con predilección por las palabras tradicionales y terruñeras, y reflejan en sus obras con pesimismo el problema religioso y existencial sobre el sentido de la vida y el destino del hombre , y la preocupación por España. 


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