La Constitución de 1845 y el Bienio Progresista

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La Constitución de 1845

De carácter moderado, se diferencia de la de 1837 en:

  • Soberanía compartida del Rey y las Cortes. Esto se concreta en un poder legislativo compartido por ambas instituciones.

  • Confesionalidad del Estado: “La religión de la nación española es la religión católica”.

  • Recorte de los derechos individuales, especialmente la libertad de expresión.

Se desencadena la segunda guerra carlina, por qué los carlistas proponen al hijo de Carlos para Isabel, los liberales dicen que no. 3 años de guerra.

El Bienio Progresista (1854-1856)

El poder cada vez más dictatorial de Narváez propició un creciente descontento que culminó en un pronunciamiento de complejo desarrollo. Iniciado por el general O'Donnell en Vicálvaro (Vicalvarada), el golpe militar se radicalizó tras la publicación por los rebeldes del denominado Manifiesto de Manzanares. Redactado por el joven Antonio Cañovas del Castillo y firmado por O'Donnell, este manifiesto exigía reformas políticas y unas cortes constituyentes para hacer posible una auténtica regeneración liberal, lo que hizo que consiguiera un amplio respaldo popular y animó a otros generales a unirse a la rebelión. Finalmente el golpe triunfó y propició la formación de un gobierno presidido por el progresista Espartero.

La otra gran figura del gobierno, el general Leopoldo O'Donnell creó un nuevo partido, la Unión Liberal, que trató de cubrir un espacio de centro entre moderados y progresistas, aunque gobernó junto a estos en el inicio del bienio.

Durante este corto período destacaron las siguientes medidas:

  • La desamortización general de Madoz en 1855 que culminó el proceso desamortizador, con los bienes de los municipios.

  • Unas nuevas Cortes Constituyentes iniciaron la elaboración de una nueva constitución más progresista que no llegó a aplicarse (Constitución non nata).

  • Se adoptaron medidas para propiciar la modernización económica del país como la Ley General de Ferrocarriles de 1855.

La vuelta de los moderados al poder (1856-1858)
La agitación social creciente provocó la ruptura entre Espartero y O'Donnell. Nombrado el líder de la Unión Liberal presidente del gobierno en julio de 1856 se inició un proceso de revisión de la labor del bienio que finalmente trajo la vuelta de Narváez y los moderados al poder en octubre de 1856. Se volvía así al régimen moderado de la Constitución de 1845.

La Unión Liberal de O’Donnell (1858-1863)
Tras un período de dos años con Narváez y los moderados (1856-1858), O’Donnell y la Unión Liberal volvieron al poder en 1858. Esta época estuvo marcada por la euforia económica ("boom" de los ferrocarriles) y por el intervencionismo exterior: guerra de Marruecos (1859-1860), intento fallido de recuperar Santo Domingo, expedición a México, guerra contra Perú y Chile... Esta amplia actividad bélica apenas dio ningún resultado práctico para el país.

La descomposición del sistema isabelino (1863-1868)
La vuelta de Narváez al poder en 1863 marca el inicio del período terminal del partido moderado. La inestabilidad política y la deriva autoritaria de los gobiernos caracterizaron una etapa en la que la bonanza económica llegó a su fin tras la crisis económica de 1864.

Los intentos de insurrección contra la reina y el gobierno moderado, como el motín de San Gil en Madrid en 1866 fueron duramente reprimidos (70 oficiales y suboficiales del ejército fueron fusilados). El creciente autoritarismo del anciano Narváez llevó a la formación del Pacto de Ostende (1866): demócratas, progresistas, unionistas y republicanos se aliaron para derribar a Isabel II y el régimen moderado.

Ante el descontento hacia el régimen monárquico de Isabel II, añadiendo el hecho que favorecía al Partido Moderado de Narváez, se creó un comité de acción con los Partidos Progresista y Demócrata, éste con Cristino Martos a la cabeza, bajo la presidencia de Prim, al que se unieron los Republicanos que firmaron en agosto de 1866 el Pacto de Ostende en contra de Isabel II. O'Donnell se negaba a que su Partido Unión Liberal se uniese a este grupo, pero a su muerte en 1867, su sustituto, el General Serrano también se unió, igual que los republicanos, de Pi i Margall, con lo que se arrastrarían un gran número de altos cargos militares, que estuvieron a la espera del primer aviso. El fin de este pacto era derrocar a la reina y a su régimen y el establecimiento de unos derechos fundamentales, entre los que destacan el sufragio universal, inspirado por los demócratas, partido al que finalmente se adheriría Prim. Una vez conquistado el poder se formarían unas Cortes constituyentes que establecerían la forma de gobierno desde entonces: monarquía o república.

Finalmente, la revolución de septiembre de 1868, conocida como “la gloriosa”, supondrá el destronamiento de Isabel II y el inicio del denominado sexenio democrático.

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