Las consecuencias de la Ley General de Ferrocarriles de 1855

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B) El bienio progresista (1854-1856)

El descontento en un sector de los propios moderados, llevó a uno de sus miembros, el general
O'Donnell, a protagonizar un pronunciamiento militar, la Vicalvarada (1854). Poco después, los progresistas animaron una revuelta. La reina se vio en la obligación de llamar a gobernar a Espartero. De este modo, los progresistas regresaban al poder. Los aspectos más destacados de este bienio son los relacionados con la economía: la
nueva desamortización, la ley de ferrocarriles y las reformas financieras
: La desamortización fue obra del ministro Pascual Madoz (1855), y afectó, principalmente, a los bienes municipales y a los eclesiásticos que todavía no habían sido vendidos. Existían dos tipos de terrenos municipales: los «bienes de propios» (tierras cedidas en arriendo) y los «bienes comunales» (cuyo usufructo compartían gratuitamente los vecinos). 

c) La etapa final del reinado (1856-1868). Alternaron gobiernos moderados (Narváez) y de la Uníón Liberal (O'Donnell).

La Uníón Liberal fue un nuevo grupo político, liderado por el general O'Donnell, con vocación de centro, a medio camino entre los moderados y los progresistas. Destacó el llamado Gobierno largo de la Uníón Liberal (1858-1863), un lustro caracterizado por la estabilidad y la prosperidad. Se atendíó la red de carreteras y el ferrocarril conocíó su momento de mayor expansión. O'Donnell buscó vitalizar la política exterior para aumentar el prestigio de España.

En 1866 se produjo una crisis económica. La consecuencia fue el paro y la carestía de los alimentos, que provocaron un clima de descontento. Ante la imposibilidad de alcanzar el gobierno por medios legales, la oposición de progresistas y demócratas intentó la insurrección. Los dos últimos años del reinado fueron monopolizados por los moderados, quienes aplicaron el autoritarismo. Por el Pacto de Ostende (1866) varios dirigentes de la oposición pactaron acabar con la monarquía isabelina. El resultado fue la Revolución de 1868, que destrono a Isabel II.

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