Conceptos Clave de la Filosofía de Kant: Una Exploración Detallada

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Ilusión Trascendental

No cesa, aunque se haya comprendido claramente su nulidad a través de la crítica trascendental. Se trata de una ilusión inevitable, tan inevitable como que la luna le parezca al mismo astrónomo más grande a la salida, por más que no se deje engañar por tal ilusión. La dialéctica trascendental se conformará con detectar la ilusión de los juicios trascendentales, pero nunca podrá lograr que desaparezca. Hay una dialéctica natural e inevitable de la razón pura para que, ni siquiera después de descubierto el espejismo, deje sus pretensiones de engaño.

Contrato Social

Permite a los individuos salir del estado de naturaleza para entrar en el estado civil. No es un hecho histórico, sino una hipótesis que nos dice cómo debe ser administrado el Estado. El contrato social implica la sumisión absoluta de los individuos a una autoridad, lo cual acerca el pensamiento kantiano a Hobbes; pero, al mismo tiempo, supone que el individuo es colegislador. Esto significa que ninguna ley puede ser aprobada sin su consentimiento. El gobernante tiene que dictar las leyes como si emanasen de la voluntad general, lo cual se aproxima al pensamiento de Rousseau.

Derecho Cosmopolita

El derecho público se divide en: derecho político, de gentes y cosmopolita. El derecho cosmopolita tiene por objeto las relaciones entre los hombres y los Estados. Kant entiende que cualquier individuo, por el mero hecho de ser ciudadano del mundo, tiene derecho de visita a cualquier territorio y a no ser tratado con hostilidad. El derecho cosmopolita prohíbe la colonización e intenta favorecer el comercio, cuyo desarrollo termina siendo un motivo fundamental para la construcción de la paz.

Libertad Jurídica

Los seres humanos poseemos libertad jurídica externa e interna. En el estado de naturaleza poseíamos libertad jurídica externa, puesto que no teníamos que acatar ninguna ley. No podía darse la libertad interna, que supone obedecer las leyes que nosotros mismos nos hemos dado. En el estado social, bajo una constitución republicana, se legisla como si la voluntad de todos los ciudadanos lo hiciese y, por lo tanto, los súbditos podrán dar su consentimiento a tales leyes. La publicidad garantiza que esto sea así. La libertad jurídica solo es interna, nunca externa; no implica ni desobediencia ni autolegislación. Para Kant, el pueblo no debe rebelarse ni siquiera cuando las leyes no sean justas, porque eso implicaría volver al estado de naturaleza. El cambio a una constitución republicana debe hacerse mediante sucesivas reformas.

Imperativos

Principios prácticos objetivos que describen cómo nos debemos conducir. Tienen carácter constrictivo. Cuando la razón se dirige al conocimiento de la realidad, da lugar a principios o leyes descriptivas. Cuando la razón se dirige a la dirección de nuestra conducta, obtenemos mandatos del tipo: «debes parar ante un semáforo en rojo». Kant denomina principios prácticos a los mandatos porque son leyes, pero leyes no teóricas, sino prácticas. Dice también que son «objetivas» puesto que aspiran a servir para todo sujeto racional, y de este modo diferenciarlos de los principios prácticos subjetivos.

Giro Copernicano

Kant explica el cambio que supone su filosofía en la concepción del conocimiento basándose en una analogía con la revolución copernicana. En astronomía, Copérnico comprendió que no se podía entender el movimiento de los objetos celestes con la tesis según la cual la Tierra está en el centro del Universo y el Sol y los demás objetos celestes giran a su alrededor; comprendió que para entender el movimiento de los objetos celestes era necesario cambiar la relación poniendo al Sol en el centro y suponiendo que es la Tierra la que gira a su alrededor.

Kant considerará que en filosofía es preciso una revolución semejante a la copernicana: en filosofía el problema consiste en explicar el conocimiento sintético a priori. La filosofía anterior a Kant suponía que en la experiencia de conocimiento el Sujeto cognoscente es pasivo, que el objeto conocido influye en el Sujeto y provoca en él una representación fidedigna. Con esta explicación podemos entender, en todo caso, el conocimiento empírico, pero no el conocimiento a priori, pues lo extraordinario de este último es que con él podemos saber algo de las cosas antes de experimentarlas, es decir, antes de que puedan influir en nuestra mente.

Kant propone darle la vuelta a la relación y aceptar que en la experiencia cognoscitiva el Sujeto cognoscente es activo, que en el acto de conocimiento el Sujeto cognoscente modifica la realidad conocida. Según Kant, podemos entender el conocimiento sintético a priori si negamos que nosotros nos sometemos a las cosas, si aceptamos que son más bien las cosas las que se deben someter a nosotros: dado que para conocer un objeto antes ha de someterse a las condiciones de posibilidad de toda experiencia posible, es decir, a las condiciones formales —a priori— impuestas por la estructura de nuestras facultades cognoscitivas, es posible saber a priori alguno de los rasgos que ha de tener cuando esté presente ante nosotros, precisamente los rasgos que dependen de dichas condiciones.

Por ejemplo, a priori no podemos saber nunca si la figura que vamos a ver en la pizarra es un triángulo, ni las características contingentes de dicha figura (como su tamaño, su forma concreta, ...), pero sí podemos saber a priori que si es un triángulo ha de poseer todas las propiedades descritas por la geometría, ya que —según Kant— estas son una consecuencia de la peculiar estructura de nuestra mente, y a ellas se debe someter todo objeto del cual podamos tener experiencia. Estas ideas las resume Kant con la siguiente frase: «Solo podemos conocer a priori de las cosas aquello que antes hemos puesto en ellas».

En resumen, el giro copernicano hace mención al hecho de que solo podemos comprender el conocimiento a priori si admitimos que solo conocemos los fenómenos y no las cosas en sí mismas o noúmenos, si admitimos el Idealismo Trascendental como la filosofía verdadera.

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