La Comunicación Literaria: Elementos y Características

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La Comunicación Literaria

Toda obra literaria se inserta en un proceso comunicativo, del que forman parte, entre otros, los siguientes elementos:

  • Un emisor: el autor de la obra: dramaturgo, novelista, ensayista, poeta… Hasta las obras colectivas, populares y anónimas, son originalmente, fruto de un creador.
  • Un receptor: el conjunto de lectores. Desconocidos por el autor.
  • Un canal: el libro ha sido el más habitual pero no es la única vía de transmisión. En tiempos más remotos el canal era oral, mediante la transmisión de padres a hijos o entre gentes de una misma colectividad. La canción, representación teatral, soportes electrónicos constituyen, hoy día, modos diferentes de recibir las distintas creaciones.
  • Un código: la materia prima está constituida por las palabras, el estándar común, pero manipulado especialmente por el autor para causar extrañeza, artificiosidad resultado de la voluntad de estilo de su autor.
  • Un mensaje: la obra literaria en sí.
  • Un contexto: la relación espacial y temporal entre emisor y receptor.

Todos estos rasgos configuran la comunicación literaria como una realidad desinteresada por parte del autor y receptor, de eficacia no práctica y de orden fundamentalmente estético.

El Emisor

El emisor de la obra literaria es un creador, un artista especialmente dotado de sensibilidad, cultura, facultades de observación e introspección y capacidad lingüística, lo que le convierte en un comunicador excepcional. Dirige su mensaje a un destinatario múltiple al que puede pensar como minoritario o bien dirigirse “a la inmensa mayoría”, dependiendo de su concepción estética. Se caracteriza por ser distante, ya que no tiene contacto directo con el receptor.

El Receptor

El receptor de la obra literaria está formado por todos los lectores potenciales de cualquier tiempo o lugar. Es quien establece –voluntariamente o no- la comunicación. En ella buscará placer, entretenimiento o fuente de conocimiento cultural o ideológico. Se trata, pues, de un receptor universal, aunque quepa establecer diversos grados de capacidad lectora en él que le harán especialmente propicio para recibir dicha comunicación.

Además, a diferencia de lo que ocurre en la comunicación ordinaria, el receptor no tiene la oportunidad de replicar al emisor: solo puede asentir ante su mensaje y disfrutarlo o disentir de él y rechazarlo.

En ocasiones, el autor se dirige a un destinatario interno, que está dentro de la obra. Por ejemplo, el caso de un poema dirigido a una persona real o ficticia, que se menciona en el propio poema.

El Mensaje y el Contexto Literarios

El mensaje literario es la obra que compone el autor, es decir, el conjunto de palabras que forman el texto que leemos. Es unidireccional. En la comunicación ordinaria, el emisor puede convertirse en receptor; en cambio, la literatura transmite mensajes con la intención de perdurar, no pueden ser modificados una vez emitidos. De ahí proviene su inmutabilidad.

Este mensaje literario se caracteriza por los siguientes rasgos:

  • No posee una intención práctica inmediata. Tampoco el receptor busca en él una información concreta, sino satisfacer algún otro tipo de interés (entretenimiento, placer estético…)
  • Es inalterable, ya lo hemos dicho, no admite modificaciones, aunque sí múltiples interpretaciones.
  • Emplea un lenguaje especial, que se aparta en un grado u otro del lenguaje corriente con el fin de llamar la atención sobre sí mismo. Por ello, una de sus características es su plurisignificación: puede adoptar multitud de significados, según las épocas o lectores, todos ellos igualmente válidos.

La literatura crea su propia realidad, una realidad que nada tiene que ver con la nuestra. La literatura se mueve casi siempre dentro de la ficción. Tan real es, literariamente, una novela realista (con personajes que existieron en una época concreta, como una novela de ciencia-ficción o un cuento de hadas. La realidad de la literatura no remite al mundo real, sino a un mundo propio, autónomo.

El contexto literario está constituido por las circunstancias espaciales, temporales, sociales y culturales en que se compone y recibe la obra.

La falta de contacto directo entre autor y lector hace que en muchas ocasiones no compartan el contexto: a veces pasan siglos entre el momento en que el autor escribe y aquel en que el lector lee; también puede ocurrir que el lector pertenezca a un país o una cultura diferentes a los del autor.

Cuando autor y lector no comparten un mismo contexto, lo habitual es que exista un mediador, un estudioso de la literatura que facilita al lector la información necesaria para entender la obra.

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