El compromiso social y político en la poesía de Miguel Hernández
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El compromiso político
El segundo intento de Miguel Hernández por integrarse en la vida cultural de la capital contó con el chileno Pablo Neruda. Neruda le abre acceso a los círculos intelectuales madrileños y le muestra la poesía impura, retorna a lo fieramente humano. El ambiente social y político en el que viven la capital y el país es el fruto de las aspiraciones del gobierno republicano que postuló amplias reformas en la educación y la cultura de España. Apoyada por una gran cantidad de intelectuales como Unamuno y Antonio Machado, pero tuvo que sufrir también el acoso de monárquicos y de partidos de corte totalitario como la Falange por un extremo y el anarquismo violento por el otro. El triunfo electoral del Frente Popular en febrero de 1936 acentuó el frentismo y desembocó en julio de ese mismo año en el levantamiento de parte del ejército y el comienzo de la Guerra Civil. Miguel Hernández ingresa como miliciano voluntario en el Ejército Popular de la República y se integra en el batallón de El Campesino, participando en la defensa de Madrid, durante la cual es nombrado comisario de Cultura. En los primeros meses de 1937 se traslada a Jaén, donde colabora en la revista Frente Sur, órgano divulgativo del Altavoz del Frente, escribiendo numerosos artículos y poemas. Participa en el II Congreso Internacional de Intelectuales en Defensa de la Cultura, celebrado en Valencia, y allí conoce a Antonio Machado y a Nicolás Guillén. Becado por el Ministerio de Instrucción Pública, viaja a la URSS para asistir al V Festival de Teatro Soviético, experiencia que le anima a la escritura de un teatro de emergencia, pero también a reflexionar críticamente sobre el sistema soviético. La atrocidad de la guerra está sumiendo al país en un estado de desolación, pobreza y miseria, y se suma en su experiencia personal a la muerte de su primogénito, que le inspira la escritura de un poemario alrededor de la ausencia. La victoria fascista del 1 de abril de 1939 provoca el exilio de muchos de los intelectuales afectos a la República. Miguel Hernández intenta pasar entonces a Portugal, pero es detenido al intentar vender lo único de valor que posee: el reloj que Vicente Aleixandre le había regalado con ocasión de su boda. Pasa por diversas prisiones y es trasladado a la prisión de Torrijos, en Madrid. En septiembre de 1939 es puesto en libertad y regresa a Orihuela, donde es denunciado y vuelto a detener. Es condenado a pena de muerte, conmutada por 30 años de prisión. Pasa por el penal de Ocaña y es trasladado a la cárcel de Alicante, donde enferma. Muere en Alicante el 28 de marzo de 1942 en prisión.
Poemarios del ciclo Bélico
- Viento del pueblo: Recoge los poemas escritos en el primer año de guerra. Poesía que ha venido a denominarse 'Poesía de posguerra', concebida para arengar a los combatientes republicanos en los campos de batalla. Lleno de imágenes bélicas. Lo componen 25 poemas que recogen diferentes formas métricas, entre las que predomina el romance. Se denuncian la injusticia y las condiciones en las que vive el pueblo y se ensalzan las figuras de García Lorca, asesinado en la guerra, y la Pasionaria, mujer emblema de la lucha antifascista. Junto a proclamas de alto contenido político, el poeta aborda algunos episodios personales en poemas como la 'Canción del esposo soldado'. El viento, símbolo que da lugar al título, se presenta como un agente beligerante, encarnación de la rebelión y agente destructor de la injusticia.
- El hombre acecha: 19 poemas escritos entre 1937 y 1938, ofrecen una visión trágica y aciaga del hombre. No llegó a ver la luz, el régimen franquista prohibió su difusión y ordenó que todos los libros fueran destruidos. Se salvaron 2 ejemplares. En esta obra la arenga da paso a la denuncia del odio y de la muerte. El hombre es descrito como un lobo para sí mismo. La guerra despierta en los contendientes los instintos más primitivos y se ceba con los más débiles.
- Cancionero y romancero de ausencias: Libro cuyo manuscrito fue custodiado por su viuda hasta su edición póstuma, se recoge la producción última de Miguel Hernández escrita entre 1938 y 1941. Aborda como tema central 3 ausencias: la causada por la muerte de su primer hijo, la separación de la amada y la imposibilidad de estar junto a su segundo hijo. En Cancionero, Miguel Hernández logra por fin una síntesis equilibrada entre lo estético y lo ético. Lo aproxima a un orden lírico en donde resume su acontecer personal, confesional e íntimo expresado simbólicamente a través de las 3 heridas provocadas por el amor (Josefina), la vida (su segundo hijo) y la muerte (su primer hijo).
Miguel Hernández y la poesía posterior
La penuria en que quedó España tras la Guerra Civil, su aislamiento internacional, el clima de violencia institucional que se mantuvo y la falta de libertades públicas provocada por la censura, junto al exilio de buena parte de los intelectuales que buscaron refugio, supusieron en primer lugar un verdadero frenazo poético que afectó a la publicación de revistas y libros; y más tarde cierto frentismo que dividió a los poetas en banderías, como ya había sucedido durante la contienda. Los vencedores apoyaron la denominada 'poesía arraigada' y los partidarios del bando perdedor que aún quedaban en el país apoyaron su opuesta 'poesía desarraigada', dos de cuyos guías serán Miguel Hernández y Antonio Machado junto a escritores exiliados como León Felipe. A los escritores de posguerra los juegos vanguardistas y estéticos de los poetas anteriores a la contienda no les provocaban sino desprecio, y tomaron como modelo la poesía última de Miguel Hernández.