Comparacion y opinion personal de hume
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El cartesianismo de Hume : A pesar de que tendamos a simplificar el pensamiento de los autores que estudiamos, reducié ndolos a unos cuantos principios y acentuando las diferencias entre ellos, lo cierto es que Hume se sitú a en continuidad con el proyecto cartesiano en algunos elementos cruciales de su filosofí a, aunque en otros se distancia considerablemente.
En primer lugar, al colocar el estudio de la naturaleza humana como elemento clave del saber, Hume asume el giro subjetivo que habí a introducido Descartes, y que estará presente de un modo u otro en toda la filosofí a moderna. El filó sofo francé s dictaminó que toda la reflexió n filosó fica debí a comenzar por un movimiento de introspecció n en el que se pusiera en claro aquello que el hombre encuentra en sí mismo y que, por lo tanto, le resulta absolutamente inmediato y evidente. De ahí que a la filosofí a moderna se la haya caracterizado como una filosofí a de la conciencia.
En el marco de este giro subjetivo, Hume admite el principio cartesiano de que" el conocimiento lo es en primer lugar de ideas". Aquí está contenido el germen idealista de Hume. Oponié ndose al realismo, sostiene que lo má s inmediato e incuestionable que aparece en el aná lisis del conocimiento son los contenidos de la propia conciencia, es decir, las ideas. La tarea que se plantea entonces, tanto a Descartes como a Hume, es explicar la conexió n entre las ideas y los objetos del mundo real. En esta explicació n Hume se separa de Descartes.
En segundo lugar, Hume tambié n "hereda" de Descartes un principio que le conduce hasta el atomismo de las impresiones. Descartes entiende que "lo que se puede concebir como independiente de otra cosa, puede existir independientemente". En el caso de Hume, no ya Descartes, "todas nuestras percepciones distintas son existencias distintas".
Este principio, junto con la tesis de Hume de que "la mente no percibe jamá s conexió n real alguna entre existencias distintas", tiene como resultado el atomismo de las impresiones: só lo hay impresiones (vivencias), que generan ideas, y cuyas conexiones internas no se pueden conocer. En el sujeto só lo existen tendencias naturales a asociarlas de determinada manera (leyes de asociació n de ideas).
El empirismo de Hume : Hume interpreta a Descartes en té rminos empiristas cuando, siguiendo a Locke, establece que la ú nica fuente para el conocimiento del mundo real es la experiencia. La razó n es un mero ó rgano receptor y organizador de datos.
Así queda patente tambié n a propó sito de la naturaleza humana, cuando entiende que "la ú nica fundamentació n só lida que podemos dar a esa misma ciencia [del hombre] deberá estar en la experiencia y la observació n..., no podemos ir má s allá de la experiencia, ni establecer principio alguno que no esté basado en esa autoridad".
Pero el tipo de empirismo que desarrolla Hume es psicoló gico. Esto significa que lo que constituye el centro de sus reflexiones sobre el conocimiento no es la relació n de las ideas entre sí (aspecto ló gico), ni las conexiones de é stas con los objetos reales (aspecto epistemoló gico). Sus intereses van dirigidos má s bien a determinar có mo es el proceso de gé nesis y tratamiento de una idea: qué facultades intervienen en la formació n de ideas, qué camino sigue una idea hasta aparecer en la conciencia, qué interferencias se producen en el manejo de las ideas por la conciencia, de qué mecanismos dispone la mente para formar nuevas ideas, etc. Este es el aspecto psicoló gico del conocimiento.
Locke, siguiendo a Descartes, habí a entendido por idea todo contenido de la conciencia. Hume introduce una correcció n que tiene resultados espectaculares. Distingue entre impresiones e ideas.
Establecida esta distinció n, Hume da un paso decisivo al establecer como criterio de verdad la correspondencia entre ideas e impresiones. Una idea es vá lida (= verdadera), es decir, representa un objeto real, si y só lo si tiene una impresió n correspondiente que el objeto ha proporcionado a la mente del sujeto. La impresió n se constituye en criterio de realidad. Para Hume realidad es impresió n. La mente tiene capacidad (e incluso a veces necesidad) de fantasear, es decir, de crear ideas nuevas no basadas en impresiones. Para ello dispone de diversos mecanismos.
Pero es preciso adoptar rigurosamente el criterio mencionado para poder distinguir entre ideas con pretensió n de verdad, validez y realidad (ideas que corresponden a impresiones), e ideas sin dicha pretensió n. Esta es la esencia de su empirismo.
P or ú ltimo, el contraste que realizaré será en base a los conceptos de entendimiento, imaginació n e ideas. Descartes en sus “Meditaciones Metafí sicas”, asegura entre tantos otros planteamientos, que las ideas pueden ser clasificadas en tres tipos. Por una parte aquellas nacidas conmigo (ideas innatas), luego las extrañ as o forá neas a mí (ideas adventicias) y por ú ltimo las creadas por mí (ideas ficticias), cuyas concepciones lo llevan a proponer ideas innatas en el sujeto. Una realidad objetiva de las ideas, como Dios por ejemplo, no está en nosotros mismos y no es producto de aquellas imá genes o ideas ajenas a nuestro espí ritu, concluyendo que no estamos solos en el mundo. Es así como prueba la existencia de Dios como un ser inmutable, eterno y omnipresente. No existimos sin Dios segú n Descartes, pues si nosotros mismos nos hubié semos creado, carencia humana alguna seria inexistente transformá ndonos automá ticamente en Dios. La concepció n de la idea de Dios no es capaz de ser producida por nosotros mismos por dos razones: En primer lugar por ser una idea objetiva má s allá de las limitaciones humanas y en segundo lugar por la nula capacidad de aumentar o disminuir dicha posibilidad, es decir, la idea de Dios. La mirada metafí sica y dubitativa respecto a los paradigmas filosó ficos contemporá neos a Descartes concluyen que el entendimiento de una idea no es igual a la imaginació n de ella, pues el primero es la inspecció n del espí ritu mismo y los cuerpos, siendo la imaginació n producto del engañ o de los sentidos (Genio Maligno), es decir, el mundo de las ideas tiene estricta relació n con el alma y que má s tarde Hume derribará con la inexitestencia de ella desde su rincó n histó rico.
//En mi opinió n la gran aportació n de Hume es la afirmació n de que no podemos asegurar que algo es verdaderamente real o por el contrario que no lo es limitando así la capacidad de conocimiento del ser humano, deducció n bastante aceptable si tenemos en cuenta que en la actualidad el avance tecnoló gico nos presenta una realidad inimaginable hace siglos, es decir, la realidad varia a medida que inventamos objetos que nos hacen percibir lo que hay fuera de una manera diferente a la que percibimos sin ellos, aunque para lograr dicha percepció n necesitemos los sentidos, que, a su vez sabemos que nos engañ an (veo el sol infinitamente má s pequeñ o de lo que realmente es).
Así mismo, creo que el gran acierto de Hume es su escepticismo ante las cuestiones extramentales, ya que al igual que el opino que si no puedo estar segura de aquello que mis sentidos perciben cuanto menos voy a estarlo de algo de lo que no poseo impresió n alguna, como por ejemplo la existencia de Dios o inclusive la existencia del yo. Otro acierto de Hume, segú n mi criterio, es el razonamiento utilizado para cuestionar la teorí a causa efecto ,defendida por Aristó teles, ya que tal y como é l argumenta no podemos estar seguros de que mañ ana ocurra lo mismo que ha ocurrido siempre cuando realizo una acció n concreta (un movimiento de mi mano hacia el lá piz hace que este se mueva) simplemente es bastante probable que ocurra ademá s de que no tenemos impresiones de la causa, simplemente de dos hechos que ocurren consecutivos.
En primer lugar, al colocar el estudio de la naturaleza humana como elemento clave del saber, Hume asume el giro subjetivo que habí a introducido Descartes, y que estará presente de un modo u otro en toda la filosofí a moderna. El filó sofo francé s dictaminó que toda la reflexió n filosó fica debí a comenzar por un movimiento de introspecció n en el que se pusiera en claro aquello que el hombre encuentra en sí mismo y que, por lo tanto, le resulta absolutamente inmediato y evidente. De ahí que a la filosofí a moderna se la haya caracterizado como una filosofí a de la conciencia.
En el marco de este giro subjetivo, Hume admite el principio cartesiano de que" el conocimiento lo es en primer lugar de ideas". Aquí está contenido el germen idealista de Hume. Oponié ndose al realismo, sostiene que lo má s inmediato e incuestionable que aparece en el aná lisis del conocimiento son los contenidos de la propia conciencia, es decir, las ideas. La tarea que se plantea entonces, tanto a Descartes como a Hume, es explicar la conexió n entre las ideas y los objetos del mundo real. En esta explicació n Hume se separa de Descartes.
En segundo lugar, Hume tambié n "hereda" de Descartes un principio que le conduce hasta el atomismo de las impresiones. Descartes entiende que "lo que se puede concebir como independiente de otra cosa, puede existir independientemente". En el caso de Hume, no ya Descartes, "todas nuestras percepciones distintas son existencias distintas".
Este principio, junto con la tesis de Hume de que "la mente no percibe jamá s conexió n real alguna entre existencias distintas", tiene como resultado el atomismo de las impresiones: só lo hay impresiones (vivencias), que generan ideas, y cuyas conexiones internas no se pueden conocer. En el sujeto só lo existen tendencias naturales a asociarlas de determinada manera (leyes de asociació n de ideas).
El empirismo de Hume : Hume interpreta a Descartes en té rminos empiristas cuando, siguiendo a Locke, establece que la ú nica fuente para el conocimiento del mundo real es la experiencia. La razó n es un mero ó rgano receptor y organizador de datos.
Así queda patente tambié n a propó sito de la naturaleza humana, cuando entiende que "la ú nica fundamentació n só lida que podemos dar a esa misma ciencia [del hombre] deberá estar en la experiencia y la observació n..., no podemos ir má s allá de la experiencia, ni establecer principio alguno que no esté basado en esa autoridad".
Pero el tipo de empirismo que desarrolla Hume es psicoló gico. Esto significa que lo que constituye el centro de sus reflexiones sobre el conocimiento no es la relació n de las ideas entre sí (aspecto ló gico), ni las conexiones de é stas con los objetos reales (aspecto epistemoló gico). Sus intereses van dirigidos má s bien a determinar có mo es el proceso de gé nesis y tratamiento de una idea: qué facultades intervienen en la formació n de ideas, qué camino sigue una idea hasta aparecer en la conciencia, qué interferencias se producen en el manejo de las ideas por la conciencia, de qué mecanismos dispone la mente para formar nuevas ideas, etc. Este es el aspecto psicoló gico del conocimiento.
Locke, siguiendo a Descartes, habí a entendido por idea todo contenido de la conciencia. Hume introduce una correcció n que tiene resultados espectaculares. Distingue entre impresiones e ideas.
Establecida esta distinció n, Hume da un paso decisivo al establecer como criterio de verdad la correspondencia entre ideas e impresiones. Una idea es vá lida (= verdadera), es decir, representa un objeto real, si y só lo si tiene una impresió n correspondiente que el objeto ha proporcionado a la mente del sujeto. La impresió n se constituye en criterio de realidad. Para Hume realidad es impresió n. La mente tiene capacidad (e incluso a veces necesidad) de fantasear, es decir, de crear ideas nuevas no basadas en impresiones. Para ello dispone de diversos mecanismos.
Pero es preciso adoptar rigurosamente el criterio mencionado para poder distinguir entre ideas con pretensió n de verdad, validez y realidad (ideas que corresponden a impresiones), e ideas sin dicha pretensió n. Esta es la esencia de su empirismo.
P or ú ltimo, el contraste que realizaré será en base a los conceptos de entendimiento, imaginació n e ideas. Descartes en sus “Meditaciones Metafí sicas”, asegura entre tantos otros planteamientos, que las ideas pueden ser clasificadas en tres tipos. Por una parte aquellas nacidas conmigo (ideas innatas), luego las extrañ as o forá neas a mí (ideas adventicias) y por ú ltimo las creadas por mí (ideas ficticias), cuyas concepciones lo llevan a proponer ideas innatas en el sujeto. Una realidad objetiva de las ideas, como Dios por ejemplo, no está en nosotros mismos y no es producto de aquellas imá genes o ideas ajenas a nuestro espí ritu, concluyendo que no estamos solos en el mundo. Es así como prueba la existencia de Dios como un ser inmutable, eterno y omnipresente. No existimos sin Dios segú n Descartes, pues si nosotros mismos nos hubié semos creado, carencia humana alguna seria inexistente transformá ndonos automá ticamente en Dios. La concepció n de la idea de Dios no es capaz de ser producida por nosotros mismos por dos razones: En primer lugar por ser una idea objetiva má s allá de las limitaciones humanas y en segundo lugar por la nula capacidad de aumentar o disminuir dicha posibilidad, es decir, la idea de Dios. La mirada metafí sica y dubitativa respecto a los paradigmas filosó ficos contemporá neos a Descartes concluyen que el entendimiento de una idea no es igual a la imaginació n de ella, pues el primero es la inspecció n del espí ritu mismo y los cuerpos, siendo la imaginació n producto del engañ o de los sentidos (Genio Maligno), es decir, el mundo de las ideas tiene estricta relació n con el alma y que má s tarde Hume derribará con la inexitestencia de ella desde su rincó n histó rico.
//En mi opinió n la gran aportació n de Hume es la afirmació n de que no podemos asegurar que algo es verdaderamente real o por el contrario que no lo es limitando así la capacidad de conocimiento del ser humano, deducció n bastante aceptable si tenemos en cuenta que en la actualidad el avance tecnoló gico nos presenta una realidad inimaginable hace siglos, es decir, la realidad varia a medida que inventamos objetos que nos hacen percibir lo que hay fuera de una manera diferente a la que percibimos sin ellos, aunque para lograr dicha percepció n necesitemos los sentidos, que, a su vez sabemos que nos engañ an (veo el sol infinitamente má s pequeñ o de lo que realmente es).
Así mismo, creo que el gran acierto de Hume es su escepticismo ante las cuestiones extramentales, ya que al igual que el opino que si no puedo estar segura de aquello que mis sentidos perciben cuanto menos voy a estarlo de algo de lo que no poseo impresió n alguna, como por ejemplo la existencia de Dios o inclusive la existencia del yo. Otro acierto de Hume, segú n mi criterio, es el razonamiento utilizado para cuestionar la teorí a causa efecto ,defendida por Aristó teles, ya que tal y como é l argumenta no podemos estar seguros de que mañ ana ocurra lo mismo que ha ocurrido siempre cuando realizo una acció n concreta (un movimiento de mi mano hacia el lá piz hace que este se mueva) simplemente es bastante probable que ocurra ademá s de que no tenemos impresiones de la causa, simplemente de dos hechos que ocurren consecutivos.