Comentario de texto de la ley de 1839

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"Siendo la nacionalidad una unidad de cultura, un alma colectiva con un sentir, un pensar
y un querer propios, cada nacionalidad ha de tener la facultad de acomodar su conducta
colectiva, es decir, su política, a su sentimiento de las cosas, a su sentido, a su libre
voluntad. Cada nacionalidad ha de tener su estado. [...]
Así, el nacionalismo catalán, que nunca ha sido separatista, que siempre ha sentido la
unión fraternal de las nacionalidades ibéricas dentro de la organización federativa, es
aspiración levantada de un pueblo, que, con conciencia de su derecho y de su fuerza,
marcha con paso seguro por el camino de los grandes ideales progresivos de la
humanidad.”

E. Prat de la Riba: La nacionalidad catalana, 1906.
“Libre e independiente de poder extraño, vivía Vizcaya, gobernándose y legislándose así misma, como nación aparte, como Estado constituido, y vosotros, cansados de ser libres, habéis acatado la dominación extranjera 
 vosotros, degenerados y corrompidos por la influencia española, o lo habéis adulterado por completo, o lo habéis afeminado o embrutecido. [...] Vosotros, sin pizca de dignidad habéis mezclado vuestra sangre con la española o maketa, os habéis hermanado con la raza más vil y despreciable de Europa. Lo que de bueno tiene el vasco no se lo debe a Castilla y hermanas. De lo malo, casi todo lo tiene de ellas recibido. ”
  • 1. ¿A qué movimientos hacen referencia los textos y en qué contexto surgen?
El primer texto es un fragmento del libro La nacionalidad catalana (1906) de Enric Prat de la Riba, que representa la vertiente moderada y conservadora del nacionalismo catalán de la Restauración. El segundo, es un texto publicado en el primer periódico nacionalista
vasco, Biskaitarra (1894), editado por Sabino Arana, fundador del Partido Nacionalista Vasco y cuyo ideario se caracterizaba por ser radical, xenófobo y antiespañol. Ambos textos hacen referencia a los movimientos regionalistas y nacionalistas que
experimentaron un gran auge durante el Siglo XIX. Es esta la época de desarrollo industrial en las regiones donde estos movimientos tienen un importante influjo, con el consiguiente aumento de influencia y poder de la burguesía que estaba protagonizando la
Revolución Industrial. También recibirán la influencia de movimientos culturales como
el Romanticismo, en cuyo ideario, se plasmaba la defensa de la libertad y del particularismo de los pueblos. Por el contrario, una de las características predominantes de la actividad legislativa de la Restauración fue el centralismo político–administrativo
cuya primera constatación fue la abolición de los fueros de las provincias vascas, con el fin de la Tercera Guerra Carlista, por una ley de Julio de 1876.
Junto al liberalismo, el nacionalismo supuso el otro gran impulso de cambio en el siglo XIX no solamente en España sino como ideología dominante en Europa, lo que se reflejó
en la aparición de nuevos Estados (Alemania o Italia) o en la progresiva disgregación de grandes imperios como el Austrohúngaro o el Otomano.
  • 2. ¿Qué similitudes y diferencias existen entre ellos? 
A fines del Siglo XIX, nacen en Cataluña y el País Vasco movimientos que cuestionan la existencia de una única nación española. Si analizamos ambos textos, vemos con claridad que el punto de partida de sus respectivos argumentos nacionalistas consiste en afirmar
que Cataluña y el País Vasco son naciones, y que, por consiguiente, tienen derecho al autogobierno. Esta afirmación la basan en la existencia de unas realidades diferenciales:lengua, derechos históricos (fueros), cultura y costumbres propias. En cuanto a las similitudes podemos señalar que ambos surgen en el contexto del Romanticismo tardío y que, aunque derivan de los movimientos regionalistas, tal y como
exponen en cada texto, no se puede hablar de su vertiente política hasta la Restauración.
El hecho de que la industrialización se concentra especialmente en Cataluña y País Vasco atrajo a numerosa población de otras regiones españolas, provocando una reacción defensiva de autoafirmación en ciertos sectores conservadores y tradicionalistas de estas
sociedades. Aunque Cataluña, había logrado el establecimiento de la Mancomunidad Catalana en 1914, su ámbito de actuación se restringía a cuestiones de carácter
administrativo, y no será hasta después de la Restauración, durante la II República, cuando se aprueben los Estatutos de Autonomía de Cataluña y del País Vasco, junto con el gallego. También en ambos casos surgen una serie de personalidades que fundarán,
entre otros, los siguientes partidos: en 1901 Enric Prat de la Riba fundará la Lliga Regionalista Catalana, partido conservador que deriva de la Unió Catalanista; en 1894 Sabino Arana fundó el PNV cuyo lema era “Dios y ley vieja” que aspiraba a la independencia de Euskadi.

S. Arana: Bizkaitarra, 1894

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