Comentario literario la casa de Bernarda Alba

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La casa de Bernarda Alba es un texto literario , concretamente un fragmento de una obra que pertenece género teatral, un drama.
Fue el propio Federico García Lorca quien subtituló la obra Drama de mujeres que escenifica un violento y descarnado enfrentamiento entre mujeres en un ambiente rural. Aunque para muchos críticos no es un drama rural en sentido estricto, sino una obra que más que reflejar las desgracias de la vida de un pueblo, ahonda en las obsesiones y en la personalidad conflictiva se un grupo de mujeres, obligadas a vivir un encierro sofocante. Se trataría, pues, de un drama que versa sobre la realidad humana, pero vista desde la poética lorquiana. Para algunos autores, también la obra puede ser interpretada como una metáfora de lo que pasaría en la España de los años venideros: una traslación de la dictadura española, puesto que de la misma forma que Bernarda planifica el destino de sus hijas, asimismo, el dictador determinará no sólo cuarenta años de la vida de los españoles, sino bastantes más, como lo demuestran las secuelas que han perdurado hasta nuestros días.

Los diálogos, en general, son rápidos, incisivos, breves y muy personales. En este sentido debemos tener en cuenta la enorme importancia del lenguaje verbal en el teatro de este autor. Lorca llega al teatro procedente de la poesía, por ello valora los aspectos literarios de las obras dramáticas. Los diálogos están poblados de imágenes y, en general, de recursos literarios: “¡Esa es la cama de las mal nacidas!”, “se acabaron las voces de presidio”, “hubiera volcado un río de sangre sobre su cabeza”.

Por lo que se refiere a las acotaciones, destinadas a clarificar la comprensión y el modo de presentación de la obra, éstas nos proporcionan una información esencial acerca de la puesta en escena y de la intención comunicativa del personaje. Por éstas sabemos que “Adela arrebata el bastón a su madre y lo parte en dos”, que “suena un disparo” o intuimos que Adela se ha ahorcado porque Poncia “se lleva las manos al cuello”. En otros momentos nos aportan información sobre el tono de voz, los gestos,… “la criada se santigua”, “al entrar da un grito”…o bien tienen una función apelativa para la actuación de los personajes: Señalando a Adela, Haciéndole frente, Sale Magdalena, ...

Como hemos comentado, la función poética está presente en todo el texto lorquiano intensificada por la propia procedencia del dramaturgo de la poesía. Acotaciones, diálogos están llenos de imágenes expresivas impactantes, de manera que son constantes los recursos literarios. Metáforas como “un rayo entre los dedos”, “un río de sangre” y “un mar de luto”, todas hiperbólicas y de gran fuerza expresiva debido al gran dramatismo de la escena. También pueden destacarse símiles: “Ahí fuera está, respirando como si fuera un león” y “En voz baja como un rugido”, referidas a Pepe el Romano y a Bernarda, que igualmente aumentan la expresividad.

Algunos símbolos: “el bastón” que significa la autoridad de Bernarda, “las campanas”, que se escuchan al principio y al final de la obra, por la muerte del padre y luego de la hija; “los muros”, que separan el interior del exterior y significan cierre, presidio. “La escopeta” y “el martillo”, objetos de metal que simbolizan violencia, muerte. Se puede señalar una aliteración de “s” al final de la escena cuando Bernarda impone “silencio” que impregna el momento de una enorme tensión.

 En el nivel léxico semántico existen términos relacionados con el campo semántico de la violencia: “sangre”, “escopeta”, “muerte”, “golpe”, “disparo”, “martillo”, “matado”, todos relacionados con la muerte que cierra la obra. Por lo que respecta al nivel morfosintáctico, se observan algunos adjetivos: “furiosa”, “maldita”, “¡Endemoniada! De carácter especificativo que seleccionan y restringen el significado del sustantivo al que se refieren.

Las formas verbales aparecen mayoritariamente en presente actual “se dirige”, “arrebata”, “no manda”, “soy”, “mira”, “sale”. El uso del imperativo “Déjala”, “Atrévete”, ¡Abre!, “Llevadla” e incluso el uso vulgar de infinitivo por imperativo “Descolgarla”, cuyo uso sirve principalmente a Bernarda para dar órdenes, función apelativa del lenguaje.. La acción de futuro aparece representada por las formas verbales “dominará”, “podrá” en boca de Adela. Existen referencias anafóricas con las que se alude a lo expuesto anteriormente: “Por ella”, que se refiere a Adela, que sirve para conseguir la cohesión textual. Abundan las oraciones simples exclamativas: “¡Esa es la cama de las mal nacidas!”, “¡En mí no manda nadie más que Pepe!”, “¡Hubiera volcado un río de sangre sobre su cabeza!”…, lo que potencia la carga retórica del diálogo para expresar la intensidad dramática, función expresiva del lenguaje. También se usan oraciones interrogativas: retóricas “¿Por qué lo has dicho entonces?”, “¿Me habéis oído…?” que acentúan la idea y se produce una carga emocional por ascender el tono.

Predominan las oraciones simples: : “Estaba con él”. “Mira esas enaguad llenas de trigo”. Y las frases nominales “¡Adela!, “¡Dios mío”… pues predominan las réplicas cortas debido a la enorme tensión dramática. Un ejemplo de oración compuesta es la subordinada sustantiva de complemento directo: “No creas que los muros defienden de la vergüenza”. Al ser un diálogo entre personajes y mostrar visiones diferentes, se observan pronombres personales de primera y segunda persona: “Yo soy su mujer”, ¡Yo no! De segunda persona elípticos en las formas verbales: “Déjala, “¡Abre!”, “Abre”, “No entres” y los posesivos: “tu origen”, “mi hija”, “la mía“…Todo ello enfatiza el enfrentamiento entre los personajes.

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