El Cogito Cartesiano: Base del Conocimiento Humano
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El Cogito y el Criterio de Verdad
El Giro Cartesiano en la Historia de la Filosofía
Descartes descubrió que el patrimonio del conocimiento humano se asienta sobre arena y barro. Busca un nuevo centro de gravedad donde el conocimiento humano se apoye. Este punto de apoyo es para Descartes la conciencia, el yo sujeto. Esto produce un giro en la historia de la filosofía. El proyecto cartesiano supone la reconstrucción del saber desde sus raíces, incluyendo la unificación de todas las ciencias en una sola, porque según Descartes existe un método universal válido para todas ellas.
El Discurso del Método y la Metafísica Cartesiana
En esta IV parte del “Discurso del método” aborda los fundamentos de su metafísica siguiendo las reglas del método propuestas en la II parte. Establece el cogito como primera verdad y como criterio de verdad a partir del cual se deduce la existencia del alma, de Dios y del mundo. La mente es infalible si sabe emplear correctamente sus capacidades (intuición y deducción).
La intuición es un acto de nuestra razón por el que captamos de manera clara y distinta una idea. La deducción es extraer conclusiones a partir de principios intuidos.
El Método Cartesiano
Descartes propone un nuevo método que consiste en una serie de reglas dirigidas a emplear de manera correcta esas dos operaciones mentales. El autor reduce las 21 reglas descritas en la obra “Reglas para la dirección del espíritu” a 4 en la segunda parte del “Discurso del método”: las dos primeras referidas a la intuición (evidencia y análisis) y las dos siguientes a la deducción (síntesis y enumeración).
- La regla de la evidencia es aceptar solo las ideas que se intuyen de manera totalmente clara y distinta, evitando la precipitación y la prevención.
- La regla del análisis es dividir el problema en sus elementos simples e integrantes para poder intuirlo sin dificultad.
- Con la regla de la síntesis intenta componer y conocer lo complejo a partir de lo simple y mediante deducciones con el fin de alcanzar la solución final al problema propuesto.
- La regla de la enumeración consiste en hacer revisiones generales que nos aseguren la verdad de la conclusión.
La Duda Metódica
Cuando estableció el método, empezó la fase crítica de la filosofía cartesiana en la que, a través de la duda metódica, considera falso todo aquello en lo que había creído hasta ahora con el objetivo de encontrar una verdad de la que no pueda dudar y a partir de la cual pueda deducir y construir su nueva filosofía.
- Descartes primero duda de los sentidos (falacia de los sentidos): estos son la causa de muchos engaños y percepciones erróneas.
- Pone en duda la distinción entre los estados de vigilia y sueño, duda de la existencia de los objetos (hipótesis onírica).
- Descartes duda de la verdad de las proposiciones matemáticas porque la razón puede confundirse e inducir a error (hipótesis del genio maligno, según la cual es posible imaginar un dios engañador que permita a este genio provocar errores en la mente).
El Cogito Ergo Sum
Descartes se da cuenta de que puede dudar de todo menos de que estaba dudando, es por esto que si duda es porque piensa y si piensa es porque existe. Así alcanza la primera verdad, la cual será el primer principio, base y fundamento de su filosofía.
Alcanzada la primera verdad (pienso, luego existo) Descartes obtiene dos evidencias:
- Es que una sustancia cuya actividad consiste en pensar establece una relación de identidad entre el pensamiento y el yo. Para pensar y dudar se necesita existir. Mi conciencia implica existencia. Existo como “cosa que piensa”.
- Es que todo lo que percibo de forma clara y distinta es verdadero, lo que constituye el criterio de certeza. Los pensamientos son indudables porque son inmediatos. “Pienso, luego existo” no es la conclusión de un razonamiento sino la intuición de una evidencia que hace surgir, en un instante, el ser y la certidumbre. Pensar y ser se producen de manera simultánea.
Importancia del Cogito
- Metodológico: El cogito es la primera verdad encontrada a nivel metodológico. Se constituye como punto de partida de un sistema deductivo. Siguiendo el modelo matemático hay que partir de un primer axioma cuya verdad es evidente. El genio maligno no podría engañarlo en este punto porque para que pueda engañarlo tiene que existir.
- Ontológico: Se presenta como cosa que piensa. Se introduce una concepción del ser diferente de la del realismo tradicional para el que el ser es anterior e independiente de todo pensamiento, pero inteligible, puede ingresar en mi pensamiento, puede ser conocido por mí. Para el racionalismo, la realidad no es algo dado sino algo que hay que conquistar con el pensamiento. Aparece un nuevo tipo de ser: el ser del pensamiento puro que no es contenido de la conciencia sino continente. Descartes introduce en la nueva realidad descubierta el concepto de “cosa”, soy una sustancia pensante. Todo ser tiene que ser sustancia.
- Antropológico: El cogito concibe al ser humano como alma cuyo atributo esencial es el pensamiento. El primer principio de la filosofía cartesiana se refiere al ser humano. Descartes formula el antropocentrismo que caracteriza a la modernidad frente al teocentrismo medieval. La subjetividad aparece como base del conocimiento y la moral.
- Gnoseológico: En la relación de sujeto y objeto queda clara la primacía del sujeto a la hora de conocer: lo primero que conoce el sujeto no es el objeto ni las cosas sino a sí mismo.
- Epistemológico: El cogito aparece como primera verdad filosófica y científica a partir de la cual formará el sistema del saber. Es criterio de certeza y fuente de donde emanan los principios de todas las demás ciencias. Lo único cierto de lo que yo pienso es que lo pienso y lo percibo clara y distintamente. La mente es el ámbito de toda verdad.
El principal problema al que se enfrenta la filosofía de Descartes es el de si lo pensado por el pensamiento y en el pensamiento existe de verdad o no. El criterio de certeza proporciona a Descartes una herramienta metodológica de primer orden para continuar en la búsqueda de nuevas verdades, la segunda de las cuales va a ser la de la existencia de Dios, verdad que le va a permitir desprenderse de la hipótesis del genio maligno, garantizar la validez del criterio de verdad y de todo conocimiento racional (filosófico o científico). Los fundamentos de su metafísica le permitirán establecer los de la física.
Demostraciones de la Existencia de Dios
Basándose en las reglas de la evidencia y el análisis, a través de la duda metódica, cuestiona todo lo que creía hasta que se da cuenta de que no puede dudar de que está dudando. Así consigue la primera verdad (pienso, luego existo). Después se percata de que lo único que puede tomar como cierto y distinto es la idea del yo como pensamiento, pero no el funcionamiento de la razón ni la existencia de la realidad exterior. El único camino que le queda es analizar las ideas. Se plantea de dónde provienen y si él puede ser la causa de ellas.
Tipos de Ideas
Según su origen, distingue tres clases de ideas:
- Ideas adventicias, que parecen venir de nuestra experiencia.
- Ideas facticias, que las construye la mente a partir de otras ideas.
- Ideas innatas, que no han sido adquiridas de nuestra experiencia externa ni las hemos construido nosotros mismos (idea de Dios).
Análisis de las Ideas
Distingue dos aspectos en las ideas: lo que son, por lo cual todas las ideas son actos del pensamiento, y lo que representan: unas son sustancias y otras accidentes. Son todas igual de válidas y verdaderas, pero por lo que representan no todas son iguales y quizá no todas sean verdaderas. Las ideas que representan sustancias tienen más realidad objetiva (perfección) que las que solo representan cualidades o accidentes, y la idea que representa a Dios como sustancia eterna, inmutable e infinita encierra más realidad objetiva que otras que representan sustancias finitas.
Demostraciones de la Existencia de Dios
Cuando se pregunta de dónde proceden estas ideas, Descartes responde que él ha podido ser la causa de todas las ideas que hay en él, porque no hay ninguna que contenga mayor realidad objetiva que él mismo, excepto la idea de perfección, que puede resultar problemática. Si Dios es una sustancia infinita, eterna e inmutable, y yo soy un ser finito e imperfecto, no podría tener la idea de sustancia infinita y perfecta a no ser que esta haya sido puesta en mí por una sustancia que sea infinita. Dios existe como causa de la idea de perfección en mí. Esta es la primera demostración.
A partir de considerar la finitud propia, Descartes establece la segunda demostración. Dios es causa de mi existencia porque si yo mismo fuera la causa tendría las perfecciones que considero en la idea de Dios y de las que carezco. Un ser menos perfecto que Dios puede ser la causa de mi existencia porque debería tener la idea de Dios para ponerla en mí, y él debería ser igual que Dios. Por eso concluye diciendo que Dios existe y es la causa de mi existencia.
A partir de la idea de Dios considerada como innata, aporta la tercera demostración. Se trata del argumento ontológico de San Anselmo, que Descartes lo recoge en Meditaciones metafísicas. En la idea de Dios va implícita su existencia real. En la esencia de Dios está implícita su existencia porque represento el ser que posee todas las perfecciones, y la existencia es una perfección.
Consecuencias de la Existencia de Dios
La existencia de Dios anula la hipótesis del genio maligno y legitima el criterio de certeza porque si Dios es perfecto no puede engañar. Permite al cogito salir de su encierro (solipsismo cartesiano) y puede afirmar así la existencia de realidades externas a él. Permite recuperar la confianza en el buen funcionamiento de la razón cuando sigue el método planteado. Dios es perfecto, bueno y veraz, es el fundamento y origen de toda verdad. Dios no nos puede engañar, suprime la duda y garantiza la verdad de nuestras ideas.
La demostración de la existencia de Dios permite a Descartes superar la duda y le proporciona una nueva fundamentación de la metafísica con la que se propone demostrar la existencia del alma, de Dios y del mundo. La certeza física sobre la existencia del mundo exterior se fundamenta en la certeza metafísica de la existencia de Dios.