Civilizaciones Antiguas: Mesopotamia y Egipto - Orígenes, Sociedad y Legado
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Mesopotamia y Egipto: Dos Pilares de la Civilización
Mesopotamia: La Tierra Entre Ríos
Mesopotamia, ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates, fue una civilización urbana que floreció en el IV milenio a.C. En el sur de Mesopotamia, la región de Sumer, surgieron las primeras ciudades-estado. Estas ciudades estaban rodeadas de murallas y campos de cultivo, atravesados por canales de riego. La mayoría de sus habitantes eran agricultores y pastores. La propiedad agrícola permitió que una parte de la población se dedicara a otras tareas, como la artesanía, y vendiera sus productos en los mercados. Los comerciantes comenzaron a utilizar monedas, que eran piezas de plata en forma de disco o anillo. En el centro de la ciudad se ubicaba el templo, conocido como zigurat, dedicado al dios protector de la ciudad. Allí vivían los sacerdotes, quienes controlaban las cosechas, el comercio e imponían tributos. El jefe de los sacerdotes tenía el poder religioso y político de la ciudad. Para las tareas administrativas, se ayudaban de funcionarios.
Los conflictos entre ciudades dieron lugar a la aparición de jefes militares, que eventualmente dominaron las ciudades y se convirtieron en monarcas. Las guerras incrementaron el número de esclavos, quienes carecían de derechos. Entre el III y I milenio a.C., las tierras de Mesopotamia fueron dominadas por diversos pueblos. A mediados del III milenio a.C., el rey Sargón ocupó las ciudades de la baja Mesopotamia y creó el reino de Akkad. Hacia el 1800 a.C., la ciudad de Babilonia se impuso al resto de las ciudades de Mesopotamia, formando el imperio babilónico. Durante el reinado de Hammurabi (1750 a.C.), se redactó el primer código de leyes conocido. En el 1300 a.C., los asirios crearon un imperio que se extendía desde el Golfo Pérsico hasta el Mediterráneo. En el siglo VI a.C., los persas establecieron un imperio que se expandió hasta el río Indo.
El Nacimiento de la Escritura
La escritura surgió en las ciudades mesopotámicas hacia el 3500 a.C. Los funcionarios y sacerdotes, ante la necesidad de controlar las propiedades, comenzaron a llevar la contabilidad. Los reyes utilizaron la escritura para redactar órdenes, fijar leyes y crear códigos. También se empleó para escribir textos literarios y religiosos. Inicialmente, la escritura era pictográfica, con símbolos (pictogramas) que representaban objetos o conceptos. Estos símbolos evolucionaron a ideogramas, que representaban acciones o conceptos generales. Posteriormente, se simplificaron y dieron lugar a la escritura cuneiforme. Esta se realizaba mediante incisiones con punzones en tablillas de arcilla húmeda, que luego se dejaban secar al sol. Los escribas, especialistas en el conocimiento de todos los signos, eran muy valorados.
Arquitectura y Arte
El zigurat y el palacio eran las grandes construcciones de Mesopotamia. Se construían con ladrillos de barro cocido o secado al sol (adobes), recubiertos de betún para hacerlos impermeables a la lluvia. El adobe, al ser poco resistente, se ocultaba con revestimientos de cerámica vidriada de brillantes colores, con motivos florales, geométricos o escenas de guerra o caza. La gran aportación mesopotámica a la arquitectura fueron el arco y la bóveda. En el arte, destacan las pequeñas estatuillas de orantes en actitud de plegaria y las estatuas de Gudea. Para decorar templos y palacios, se utilizaban relieves que representaban figuras de reyes y reinas o animales. También se realizaban estelas en las que se esculpían escenas de victorias militares o cacerías.
Egipto: El Don del Nilo
La ubicación geográfica de Egipto presentaba dos ventajas: el desierto lo aislaba de sus enemigos y el Nilo, con su régimen de crecidas, permitía la irrigación y fertilización de las tierras de cultivo. En Egipto se distinguían dos grandes regiones: el Bajo Egipto, un extenso valle formado por el delta del Nilo, y el Alto Egipto, una tierra árida donde la vida solo era posible en una estrecha zona regada por las aguas del río. Entre el V y IV milenio a.C., las tribus que vivían dispersas en el territorio egipcio se fueron asentando a orillas del Nilo. En primavera, las lluvias torrenciales en las tierras donde nace el Nilo aumentaban su caudal. Desde principios de junio hasta septiembre, el río crecía e inundaba las tierras circundantes. En octubre, el agua se retiraba, dejando un limo negro que fertilizaba los campos de cultivo.
Los egipcios aprendieron a controlar estas crecidas. Construyeron diques y canales para contener el agua, almacenarla y distribuirla por las tierras circundantes. Esto aumentó la superficie agrícola y la producción. El Nilo se convirtió en la gran vía de comunicación de Egipto. Barcas de caña de papiro o madera lo recorrían con mercancías, y en sus orillas surgieron grandes ciudades como Menfis o Tebas. Los egipcios desarrollaron el cálculo y la geometría, establecieron un calendario para prever las crecidas y crearon sistemas de contabilidad y técnicas constructivas e hidráulicas. En los templos se observaba la astronomía y se realizaban cálculos matemáticos. El año se dividió en 365 días y el día en 24 periodos.
Unificación y Sociedad
Hacia el 3000 a.C., el faraón Narmer unificó el Bajo y Alto Egipto y se coronó con los atributos de ambos reinos. Así se iniciaron una serie de dinastías que duraron más de 2500 años. La organización del estado egipcio se estructuraba de la siguiente manera: el faraón poseía el poder absoluto. Le seguían los privilegiados, que incluían a la nobleza (altos funcionarios como gobernadores y jefes del ejército) y a los sacerdotes, quienes controlaban las cosechas, el comercio e imponían tributos, además de estar exentos de impuestos. Los escribas, que podían provenir de cualquier estrato social, conocían los secretos del cálculo y la escritura egipcia, transcribían las órdenes del faraón y tampoco pagaban impuestos.
Por otro lado, estaban los no privilegiados, que conformaban el pueblo. Los campesinos eran el grupo más numeroso y trabajaban las tierras del faraón, los nobles o los templos. Los mercaderes y artesanos se dedicaban a la elaboración de tejidos, la orfebrería, el trabajo del cuero, la madera y la cerámica, entre otros oficios. Todos ellos pagaban impuestos. Finalmente, los esclavos no tenían derechos ni opinión.