El Cinquecento en Italia: Renacimiento Clásico, Manierismo y Arquitectura Renacentista
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El Cinquecento y la Crisis del Manierismo
La muerte de Lorenzo "el Magnífico" en 1492 marcó el fin de Florencia como capital italiana del arte renacentista. Roma le sucede durante el primer tercio del siglo XVI, dando origen al Renacimiento clásico. La ciudad eterna vive las pontificaciones de Julio II y León X, una edad de oro de las artes. Al elegir su nombre papal, Julio II se declaraba heredero de los césares y recordaba con ello la supremacía de Roma. Fue un papa militar, amante de la guerra y la expansión de los Estados Pontificios. León X patrocina otro tipo de hallazgos; se han encontrado en la Domus Aurea numerosas galerías enterradas, cuyos pasillos reciben el nombre de grutas y grutescos sus pinturas. La temática es caprichosa y monstruosa, pero Rafael la elige para decorar las loggias vaticanas, que estaban terminadas en 1519. El saqueo de Roma, el creciente dominio español en Italia y los alarmantes avances de la reforma protestante siembran de dudas a los artistas. La copia de la maniera personal de los grandes maestros, pero vaciándola de contenido y deformándola, es lo que se conoce como Manierismo. Surgen imágenes sinuosas, alargadas o cuadradas; composiciones confusas por el frenesí, el uso de la luz nocturna y colores tornasolados. La impresión general de estas obras es de tensión y ruptura de las reglas del arte clásico.
La Arquitectura Renacentista: Bramante, Miguel Ángel y Palladio
Bramante
En Urbino adquiere conocimientos de la perspectiva arquitectónica y en Milán el ideario de los edificios de planta central. Estas experiencias las reelabora a partir de 1500, en Roma, con el estudio de las ruinas, inaugurando un estilo solemne, presidido por la potencia del orden dórico, sin ninguna concesión ornamental. Un ejemplo es el Templete (1502) de San Pietro in Montorio, en Roma: un templo circular en granito con proporciones, orden y variedad tales, que no es posible imaginarse edificio más gracioso ni mejor entendido, y el cual sería mucho más bello si toda la sección del claustro que no se terminó hubiera sido acabada conforme se ve en uno de sus dibujos.
Miguel Ángel
Julio II confía su sepulcro a un joven llamado Miguel Ángel, pero Bramante dice que es de mal agüero construir su sepultura estando aún vivo. El papa se lo replantea, Miguel Ángel se enfada y se va a Florencia, y echa la culpa a Bramante. Mientras, este diseña un edificio de planta central, con forma de cruz griega inscrita en un cuadrado de ábsides salientes. Las cubiertas serían cúpulas, y el empuje de la situada sobre el crucero se contrarrestaba con otras cuatro más pequeñas elevadas sobre las capillas de los ángulos. El encargado de culminar la cúpula de San Pedro va a ser Miguel Ángel, quien se desquita de la rencorosa enemistad de Bramante vinculando su nombre para siempre al de la Basílica Vaticana y al perfil monumental de Roma. El estilo arquitectónico de Miguel Ángel en la Ciudad Eterna queda reflejado en la Porta Pía y en la reforma urbanística de la Plaza del Capitolio. El papa León X le encarga la construcción de la Sacristía Nueva en la Basílica de San Lorenzo.
Palladio
En alusión a la sabiduría y armonía grecorromana que hace revivir en sus obras, Pietro della Góndola recibe este nombre. Su preocupación máxima fue adaptar las formas de la antigüedad a las necesidades modernas, alumbrando un repertorio de obras civiles que brillan con el mismo resplandor que las religiosas. Entre las primeras sobresalen la basílica, la villa y el teatro; entre las segundas, la iglesia.