Cicerón: El Maestro de la Oratoria en Roma

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Esta tendencia consideraba la lengua como un sistema abierto, a la manera de que crece e incorpora nuevos elementos, un organismo vivo que...

Escuela Rodia

manteniendo la amplitud, abundancia y brillantez del discurso, busca el equilibrio y el gusto. El principal representante en Grecia es Molón de Rodas, y en Roma, su discípulo, Cicerón.

Primeros Oradores

El primer orador del que tenemos noticias fue Apio Claudio el Ciego, personaje político del siglo III a.C. Escribió discursos en griego con fines de propaganda política, por lo que, además de ser pronunciados en el senado y en el foro, estaban destinados a su publicación. Cicerón pudo todavía leer algunos de ellos. Catón el Censor (239-149), del que nos quedan fragmentos de 80 discursos, escribió más de 150. Catón era un homo novus, un hombre que tuvo que triunfar por sí mismo. El instrumento imprescindible para ello fue su capacidad de persuasión, demostrada con una oratoria combativa y virulenta, a la vez que brusca y cortada. Según Catón, el orador es 'un hombre de bien, experto en el arte de la palabra', porque no debe buscar la eficacia del discurso al margen del debate de los problemas morales. Catón concebía el discurso como un todo en el que la expresión formal surge necesariamente del contenido: rem tene, verba sequentur (capta el asunto, que las palabras vendrán solas).

Desarrollo de la Oratoria en Roma

Durante el siglo II a.C. entra en juego un factor definitivo en el desarrollo de los géneros literarios en Roma, y en particular en el de la oratoria: el influjo de la literatura griega. Los griegos no solo tenían magníficos oradores, sino que habían elaborado toda una teoría sobre la oratoria para hacerla más eficaz. Esta teoría es la retórica. A partir de ahora empiezan a florecer, no sin una fuerte oposición al principio, escuelas de retórica en Roma. El círculo de los Escipiones desempeñó, en esta época, un papel muy importante en la asimilación de la literatura griega, la filosofía, el arte, etc., por parte de la sociedad romana. En los años anteriores a la época de Cicerón, marcados por las luchas sociales, hay que citar a los Graco, líderes de la reforma agraria; sobre todo, a Cayo, de oratoria vehemente; y a los que Cicerón consideraba sus maestros: Marco Antonio (no el triunviro) y Lucio Licinio Craso. Algo mayor que Cicerón y antagonista en las causas importantes fue Hortensio, abogado brillante, de oratoria ampulosa, al estilo asianista. Pronto fue olvidada la oratoria de éste y la de los oradores precedentes ante la entrada en escena de uno de los oradores más importantes de todos los tiempos: Cicerón.

Cicerón (106-43 a.C.)

Cicerón nació en Arpino en el seno de una familia de caballeros. Recibió la educación más completa, en Roma y en Grecia. Alumno de los más célebres oradores y juristas de la época, pronunció sus primeros discursos judiciales después del triunfo político de Sila y se dio a conocer al tomar valientemente el cargo de cuestor en 76 a.C. y ejerció este cargo en Sicilia, donde tuvo ocasión de defender a los sicilianos contra las exacciones y robos cometidos por Verres en la isla. Sigue el cursus honorum: edil en 69 a.C., pretor en 67 a.C. y cónsul en 63 a.C. Su consulado está marcado por su acción y éxito contra la conjuración de Catilina. Pero el clima político en Roma se ensombrece y pronto la ambición de los candidatos al poder personal va a hacer nacer las luchas fratricidas que anuncian el fin de la República. En el año 58 a.C., un tribuno de la plebe, Clodio, hace votar una ley contra Cicerón, el cual considera prudente exiliarse. Sus bienes son confiscados. En 52 a.C. vuelve a Roma ayudado por Milón, al que defiende por la muerte de Clodio con menos brillantez de lo que se podría suponer por el discurso que escribió (Pro Milone) después del proceso. En 51 a.C. fue nombrado procónsul en Cilicia. Se agudiza la rivalidad entre César y Pompeyo. Cicerón toma el partido de Pompeyo, que es el del Senado y la aristocracia. Derrotado Pompeyo en Farsalia (48 a.C.), Cicerón se retira de la vida política, después de haber sido perdonado por César. En su retiro de Túsculo, se dedica a las letras y a la filosofía. Pero después del asesinato de César en 44 a.C., vuelve a la acción. Se enfrenta al poderoso triunviro Marco Antonio, contra el que pronuncia 14 discursos de extrema violencia, a los que denomina Filipicas (en recuerdo de los discursos de Demóstenes contra Filipo). Cicerón paga, con su vida, este error político y cae asesinado en Formio en octubre de 43 a.C.

Retórica y Oratoria

Cicerón es el principal representante de la oratoria en Roma, ya que lleva la prosa clásica latina de todos los tiempos a la máxima perfección. Por encima de su vocación política y profesional y de su apasionamiento por la filosofía, hay en su extensa obra una total entrega a la literatura y, más concretamente, al arte del bien decir, de llevar la lengua a los más expresivos y bellos aciertos. El entusiasmo que sentía por su arte y su profesión de orador le llevan a escribir obras preceptivas sobre retórica, como De inventione, compuesto en su juventud, y los tratados escritos en su época madura: De oratore, Brutus y Orator, obras basadas no solo en las enseñanzas de los rétores griegos y latinos sino en su propia experiencia.

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