El Centro Escolar: Núcleo de Innovación y Mejora Educativa
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La Constitución del Centro Escolar como Objeto de Estudio y Acción Educativa
El centro escolar, como objeto social y realidad natural, ha existido durante siglos. Sin embargo, ahora deja de ser un mero lugar para propuestas educativas y se convierte en la base nuclear de la acción educativa. Es en este momento cuando se le considera un objeto social con identidad propia. Este nuevo rol implica una nueva realidad política y científica.
Además de los factores educativos, el centro escolar ejerce un papel determinante en la organización. Los desarrollos teóricos y las prácticas administrativas del mundo empresarial, entre otros, influyen en la configuración de la organización que aprende.
Tras ciertos fracasos en los análisis macro (políticas o estructurales) y micro (tareas del aula), surge el paradigma meso, que transfiere al centro la solución de problemas. Si fallan las articulaciones verticales, se deben usar las horizontales.
La organización escolar se configura cuando aparece epistemológica y políticamente el centro como objeto propio, no asimilado por ninguna otra entidad.
Constitución Sociopolítica del Centro Educativo
Las reformas de los últimos años hablan de autonomía de centro, proyectos de centro, formación centrada en la escuela, autoevaluación de centros, etc. Esto favorece la autogestión y la descentralización, aunque a menudo se quede en el discurso.
El cambio iniciado en los años 70, con medidas empaquetadas externamente y de baja eficacia, ha provocado que el centro vuelva a ser el lugar estratégico de un cambio generado desde abajo, desde la regeneración horizontal, para la mejora educativa mediante un proceso de autodesarrollo.
Distintas Lógicas en la Configuración del Centro Escolar
El centro es visto como unidad básica para el cambio. Para ello, se mezcla una orientación política con otra pedagógica. En la práctica, la orientación pedagógica queda atrapada instrumentalmente por la política.
Hay cuatro líneas de acción, unas pedagógicas y otras de gestión:
- Lógica político-gestionaria: descentralización y nueva gestión.
- Lógica pedagógica: escuelas eficaces y centros como comunidades.
Ambas lógicas se contaminan en la práctica, quedando una lógica pedagógica de mejora en la acción educativa y una nueva política de gestión.
Política Educativa: Estrategias Descentralizadas en una Segunda Ola de Reformas
A partir de los años 50, se observa lo que Darling llama la "falacia de la inteligencia jerárquica", donde los niveles más altos del sistema se creen capaces de coordinar todos los ámbitos, pero son incapaces de producir los resultados propuestos. Otro enfoque trata de estimular y apoyar el cambio educativo con una política que posibilite y ayude a los actores locales y a los centros a tomar sus propias decisiones, ya que solo ellos están en condiciones de analizar y responder a los problemas y necesidades de sus contextos.
El lugar del centro en la política curricular ha cambiado en dos olas:
- Primera ola: estrategia de control de modelo burocrático mediante controles centralizados y estándares. El resultado ha sido una desprofesionalización de la enseñanza y del desarrollo de los centros. No se puede imponer una mejora verticalmente; el centro debe generar su propia cultura innovadora.
- Segunda ola: el centro como unidad básica. La reestructuración debe ser desde el centro (vertical), con redes de participación para convertirlo en una comunidad de aprendizaje con valores y metas compartidos.
Las razones de este cambio son variadas, desde argumentos políticos (un gobierno más cercano puede ser más responsable ante las demandas) hasta perspectivas económicas (las estructuras burocráticas son un monopolio que impide la competencia y, con ello, la mejora y la eficiencia).
Lógica de Gestión: Diferenciar Centros para Provocar Competencia y Elección
En un contexto de cambio donde se ve la necesidad de una escuela con más autonomía y flexibilidad para hacer frente a contextos complejos, los centros se hacen responsables de su propio desarrollo. Se introducen mecanismos de mercado que promueven la diferenciación del producto, abriendo la oportunidad de elección de centro en función de la identidad de cada uno, apoyado por un ranking de resultados.
Existen dos movimientos:
- Neoliberal: promover la mejora de la educación con una autonomía escolar que, al provocar diferencias entre centros, posibilite la competencia para atraer "clientes".
- Desarrollo organizativo de los centros: la autonomía puede ser un medio y un incentivo para los actores, que deben crear dispositivos, competencias, apoyos y medios que permitan a los centros, junto con su entorno local, construir su propio espacio de desarrollo en función de unos objetivos.
Muchos argumentan que ceder al sector privado parte de estos servicios generará competencia entre centros privados y públicos.
Lógica Pedagógica: El Centro Escolar Sí Importa
Algunos sociólogos afirman que la escuela muestra diferencias entre las clases sociales y no es capaz de mejorar estas diferencias. Otros acusan a los métodos empleados, que impiden ver los efectos diferenciales de cada centro escolar. Lo que se observa es que el centro, como organización, tiene efectos propios.
En los últimos años se ha descubierto que el efecto centro escolar tiene más influencia que la labor individualizadora del profesor. Estos centros añaden un valor añadido.
El proyecto internacional "Mejora de la Escuela" considera clave el desarrollo profesional y el trabajo conjunto, además de la fortaleza organizativa de la escuela, para resolver los problemas.
La investigación sobre escuelas eficaces ha permitido reconocer que cada centro es responsable del aprendizaje de los alumnos, no una víctima. El cambio educativo se basa en el sentido de comunidad y una visión compartida del centro. Las investigaciones sobre eficacia se han traducido en evaluaciones y clasificaciones de centros.
Los Centros como Comunidades de Aprendizaje Cohesionadas
Tras el modelo burocrático de gobernar los centros, se ha puesto énfasis en que la mejora puede residir en una cultura cohesionada, donde los centros se constituyan en comunidades mediante una cultura de colaboración. Esta se ve como un medio para aprender y resolver problemas, construir cooperación y sentido de comunidad, y una vía para el desarrollo profesional de sus miembros. Se busca una comunidad con valores compartidos, un líder moral, una agenda común de actividades y relaciones colegiadas.
Este sentido de escuelas como comunidades es más propio de los centros católicos que de los públicos. Strike sugiere que para que los centros públicos sean comunidades, deben privatizarse.
Cuando los problemas son impredecibles, las soluciones no están claras y las demandas y expectativas se intensifican, el trabajo conjunto es la única salida para la supervivencia profesional. Hay que apostar por comunidades profesionales fuertes para la mejora de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Estas comunidades posibilitan la cultura profesional, la preocupación y el apoyo mutuo.
Replanteando el Lugar del Centro en la Mejora
Existen corrientes que apuestan por el centro como núcleo del cambio, en vez de las políticas centralistas de arriba-abajo. Debemos considerar si es correcto dejar que el centro decida sobre las prioridades de desarrollo, ya que quizás no basta con crear un entorno de implicación para que esto funcione.
Una postura neutra podría ser la mejor opción, combinando la reforma desde arriba con el cambio espontáneo desde las bases. Se debe lograr una presión externa a gran escala junto con la motivación a nivel local.
Hay que poner interés en la dimensión del aula y en la dimensión global del centro, además de la coherencia horizontal. El aprendizaje de los alumnos es el objetivo principal, dada la presión actual por los resultados.
El incremento de la capacidad de toma de decisiones a nivel de centro parece una condición estructural necesaria, pero no suficiente, para implicar a los agentes. Pocos centros han logrado que esto cambie el currículo o los sistemas de enseñanza-aprendizaje.
¿Es el Centro la Unidad de Cambio?
Transferir al centro las iniciativas de cambio no es una panacea. La mejora se puede entender como la creación de dispositivos, competencias, apoyos y medios que permitan a los centros, junto con su entorno local, construir su propio espacio de desarrollo en función de unos objetivos asumidos colegiadamente.
El centro como lugar de cambio está siendo reconceptualizado:
- La colaboración debe tener como función el aprendizaje de los alumnos y la mejora de los procesos de enseñanza de los profesores.
- La construcción de la capacidad de cambio requiere un contexto propicio y cierta presión por mejorar.
- Los cambios deben justificarse en la mejora de los procesos de enseñanza-aprendizaje.
- No basta con trabajar con cada centro individualmente; es preciso crear redes entre centros.