Características de un ensayo literario

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CARATERÍSTICAS DE GÉNERO DEL ENSAYO
En su Diccionario de términos literarios, Demetrio Estébanez Calderón
define el ensayo como: Un escrito en prosa, generalmente breve, de carácter didáctico e
interpretativo, en el que el ensayista aborda, desde un punto de vista personal
y subjetivo, temas diversos, con gran flexibilidad de métodos y clara voluntad
de estilo.
Esta definición recoge las principales carácterísticas de un género cuyo
nombre se debe al escritor francés Montaigne –quien en 1580 publicó una serie
de escritos heterogéneos a los que llamó Essais- y que, desde entonces, ha sido
objeto de controversia teórica por su difícil clasificación, al encontrarse a medio
camino entre el discurso científico y el artístico. Veamos cuáles son estas
carácterísticas. Podríamos empezar por la brevedad.
El ensayo no pretende abordar un
tema exhaustivamente ni tratarlo desde todos los puntos de vista posibles; se
trata de una reflexión libre y más o menos sintética sobre algún aspecto del
tema escogido. En realidad, dentro de lo que llamamos «géneros ensayísticos»
se incluyen escritos de diferente extensión y formato: desde un artículo
periodístico de fondo, hasta un libro (aunque, con mucha frecuencia, los libros
de ensayo recopilan –ya sea en forma de capítulos o de textos independientes-
una serie de escritos con cierta autonomía y breve extensión). En ocasiones, las
digresiones del narrador en una novela o las intervenciones de los personajes
en un diálogo podrían considerarse auténticos ensayos.
La variedad temática es, sin duda, otra de las carácterísticas definitorias
del género. Cualquier tema que resulte de interés para su autor (movido por el
gusto, el conocimiento o la ideología) es susceptible de ser tratado en un
ensayo. El asunto, por tanto, puede pertenecer a muchos ámbitos diferentes;
aunque lo cierto es que, al tratarse de un género cuya finalidad es generar
debate y provocar reflexión, las ciencias humanísticas (la Filosofía, el Arte, la
Lingüística, la Literatura y la Psicología) y las ciencias sociales (la Sociología, la
Economía, la Política, la Historia y la Geografía Humana) suelen ser las
preferidas en este tipo de escritos.
La subjetividad es también inherente al ensayo; lo cual lo aleja del
discurso científico, referencial y denotativo. El autor expondrá sus opiniones,
impresiones, valoraciones o juicios sobre el tema elegido con total libertad
reflexiva y sin pretensión de objetividad.
Esta libertad afectará también a la organización del texto.
El ensayo
no está sujeto a unas normas rígidas preconcebidas de estructuración de la
información y, aunque se observa un predominio de las estructuras deductiva o
circular –por adaptarse mejor a los propósitos didácticos del género-, no hay
prescripciones al respecto y dependerá, de nuevo, del gusto y del estilo del
autor o de la forma que mejor se adapte al asunto tratado y al efecto
persuasivo que se persiga. La voluntad de estilo es la carácterística que le ha valido al ensayo su
frecuente adscripción al género literario (género literario de carácter didáctico).
Los textos ensayísticos presentan un lenguaje culto y elaborado, fruto de una
evidente voluntad estética. El autor del ensayo busca un estilo personal y lo
hace gestionando los recursos a su alcance como mejor le convenga: el humor,
la ironía, la metáfora, las interrogaciones retóricas, la apelación al lector, las
citas o los refranes, etcétera. Generalmente, además, se busca un estilo que
resulte ameno y que mantenga el interés, pues la finalidad última de estos
textos es la de dialogar con el lector. Así, el objetivo del ensayista que expone y defiende sus teorías es hacer
partícipe de ellas al lector, para provocar su reflexión, cambiar sus ideas
sobre el asunto tratado o modificar su conducta. Por ello, las referencias al
receptor son frecuentes en este tipo de escritos de evidente función
apelativa (a lo largo de la historia, muchos de estos escritos con vocación
didáctica se presentaban incluso con forma de diálogo –por ejemplo, los Diálgos
de Platón-). Para llegar al lector es importante la claridad en la exposición y en
la argumentación de las ideas, aunque también ayudan otros recursos que
capten su atención, como la introducción de elementos sorprendentes o
inesperados. Finalmente habría que señalar la dificultad para realizar una tipología del
ensayo, no sólo por la gran variedad de escritos que se han incluido bajo este
rótulo (artículo, reséña, monografía, comentario...), sino también por la
variedad de criterios aplicables en la clasificación. Así, desde un punto de vista
temático, puede hablarse, por ejemplo, de ensayos científicos, artísticos,
filosóficos o políticos; si tenemos en cuenta al público al que va dirigido,
tendríamos, como mínimo, el «ensayo divulgativo» y el «ensayo especializado»,
y si el criterio que aplicamos es el estilo del autor, podríamos hablar de ensayos
humorísticos, irónicos, serios, etcétera.

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