El cambio de mentalidad en la España de los 60: Desarrollismo, emigración y educación

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Contexto Histórico

Este análisis, basado en un fragmento de W.L. Bernecker en España en Cambio (Siglo XXI, Madrid, 2009), examina la transformación de la mentalidad española durante la segunda etapa del franquismo (1959-1975). Se centra en el impacto del desarrollismo, la emigración y la educación en la sociedad española.

El auge del desarrollismo y el 'baby boom'

El desarrollismo económico de los años 60 en España coincidió con el baby boom, impulsando un notable crecimiento demográfico. Este crecimiento se vio favorecido por medidas como el plus-salarial, la sanidad y la educación gratuitas, establecidas por la Ley de Bases de la Seguridad Social y financiadas con las cotizaciones de los españoles. Estas políticas se sumaron a las ayudas de natalidad implementadas por Franco en la posguerra (1945-1950) para compensar las pérdidas humanas de la Guerra Civil. La mejora de las condiciones económicas, junto con el descenso de la mortalidad infantil, contribuyeron al aumento de la natalidad.

La emigración como respuesta al desempleo

A pesar del crecimiento económico, el Plan de Estabilización, con sus medidas de restricción del gasto público (reducción de créditos, supresión de subvenciones y congelación salarial), provocó un aumento del paro. La mecanización de la agricultura impulsó la emigración del campo a las ciudades (principalmente al País Vasco y Cataluña). Ante la saturación del mercado laboral interno, muchos españoles emigraron a países como Suiza, Alemania y Bélgica, aceptando trabajos que la población local rechazaba. Este fenómeno, si bien maquilló las cifras del paro, representó un drama humano que se prolongó hasta la crisis mundial de los años 70, causada por la subida del precio del petróleo, forzando el regreso de muchos emigrantes.

La educación como motor de cambio social

La educación se convirtió en otro factor clave en la transformación de la sociedad española. La Ley General de Educación (LOGE) estableció la enseñanza obligatoria hasta los 14 años, orientando el sistema educativo hacia el Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y la Formación Profesional (FP). El aumento de la escolarización tuvo un impacto significativo: el analfabetismo descendió del 19% al 9%, y el número de alumnos de enseñanza media se multiplicó por siete. La universidad experimentó una masificación, pasando de 65.000 a 400.000 estudiantes, que se radicalizaron adoptando posturas trotskistas y maoístas, y participando en manifestaciones por mejoras socio-laborales y políticas. El Estado asumió la responsabilidad de la educación pública, tradicionalmente a cargo de la Iglesia para las clases altas y medias.

Cambios sociales y consecuencias políticas

El desarrollo económico impulsó el crecimiento de los sectores primario y secundario, la burocracia, el funcionariado y las clases medias, caracterizadas por un creciente conformismo. El aumento del nivel de vida permitió a los españoles acceder a nuevos bienes de consumo (electrodomésticos, coches) y disfrutar del ocio, como las vacaciones de verano. La europeización, la emigración, la educación, el turismo y los medios de comunicación contribuyeron a un cambio de mentalidad hacia valores más europeos, tolerantes, democráticos y liberales. Se inició un proceso de secularización, alejándose de la tradición.

Este periodo estuvo marcado por tensiones políticas: la división entre aperturistas e inmovilistas (el búnker), casos de corrupción (Matesa, Palomares), la creación de sindicatos obreros (CCOO, PCE) y la radicalización universitaria, con huelgas y manifestaciones. La oposición política se organizó en la Plataforma de Múnich (1962), excluyendo a los comunistas, para exigir la democratización de España y su no integración en la Unión Económica Europea sin un sistema democrático. El nacionalismo vasco dio lugar a la aparición de ETA (Euskadi Libre) en 1959, un grupo terrorista que buscaba la independencia del País Vasco. La Iglesia, con el Concilio Vaticano II impulsado por el Papa Juan XXIII, inició un proceso de democratización y acercamiento al pueblo, apoyado en España por obispos vascos, curas obreros, cristianos de base y figuras como el obispo de Madrid, Tarancón.

La respuesta del régimen a la creciente movilización social fue la suspensión del fuero español, la creación del Tribunal de Orden Público (TOP), el cierre de universidades, la suspensión de empleos, y el encarcelamiento y fusilamiento de Julián Grimau, líder del Partido Comunista. Este clima de represión generó un profundo estado de decepción.

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