Bodas de sangre.Que explica el miedo de la madre a las armas
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ACTO I
CUADRO PRIMERO(Habitación pintada de amarillo)Entra el novio para despedirse de la madre, se va a las viñas. La madre quiere que se lleve el almuerzo, pero tiene prisa, se comerá unas uvas. Le pide a la madre la “navaja” para cortarlas y la madre se descompone al escuchar la palabra. La busca mientras lanza maldiciones a las navajas y a todas las armas que pueden acabar con la vida de un hombre. El hijo trata de calmarla en vano porque el recuerdo del marido y el hijo muertos violentamente está ahí y la madre no puede comprender que al asesino solo tenga el presidio como castigo porque no es pena suficiente cuando los suyos están muertos. Siente miedo cada vez que ve salir a su hijo por la puerta, desearía que fuera mujer para que permaneciera en casa. El novio bromea con ella y trata de apartar su mente del miedo.Aprovecha la ocasión para sacar el tema de su propia boda. La madre no se muestra muy conforme porque siente que va a quedarse sola y, aunque el hijo le ofrece vivir con ellos, no puede abandonar a sus muertos, se siente en la obligación de vigilar que no entierren junto a ellos a algún Félix, familia de los asesinos de su marido y su hijo, sería imperdonable. Los novios llevan ya tres años de relaciones y la madre se muestra preocupada porque le ha llegado el rumor de que ella tuvo un novio de joven, pero él lo niega. De cualquier forma, le hubiera gustado conocer a la madre de la novia. Finalmente, acepta la boda del hijo y ajustan la petición de mano para el domingo siguiente. Para ello, encarga a su hijo que compre unas medias caladas para la novia y tres trajes nuevos para él. Quisiera tener nietos y nietas que llenen la casa. El novio le asegura que querrá a su mujer y la madre lo despide con un beso no sin antes encargarle que cave bien la parte del molinillo que la tiene descuidada.Llega una vecina vestida de oscuro, pañuelo en la cabeza. Le cuenta a la madre que hace dos días trajeron al hijo de la vecina con los brazos cortados por una máquina. Se consuela pensando que sus hijos, ya muertos, al menos no están expuestos a accidentes. La madre reacciona: “Todo eso son invenciones, pero no consuelos”. Después pregunta a la vecina sobre la novia: es una buena muchacha, vive sola con su padre en una casa de las afueras, a diez leguas. Se interesa por la madre de la muchacha: aunque guapa, no era del agrado de la vecina, no quería a su marido, era orgullosa, pero no fue motivo de habladurías. La madre comenta que le habían dicho que la chica tuvo un novio. La vecina se lo confirma: tendría ella unos quince años, pero él ya se casó con una prima de la novia. Se llamaba Leonardo, de la familia de los Félix. La madre reacciona ante el nombre, se pone de pie, y la vecina trata de calmarla porque Leonardo solo tendría unos ocho años cuando sucedíó la tragedia. No merece la pena intervenir: “Tú estás vieja. Yo también. A ti y a mí nos toca callar”. Más calmada, terminan la conversación hablando del calor que hace. La madre se dirige a la puerta, se detiene y se santigua. (TELÓN)