Azorín, Baroja y Valle-Inclán: Trayectorias y Estilos de la Generación del 98
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Azorín: Un Detallista de la Generación del 98
De ideas revolucionarias y anticlericales en su juventud, evolucionó hacia posturas conservadoras y católicas.
Cultivó el ensayo, la novela y el teatro, géneros en los que trata los recuerdos de su infancia y juventud, las tierras, las gentes y el paisaje de España; la fugacidad de la vida, el paso del tiempo o la nostalgia de lo pasado.
Entre sus ensayos, destacan Los pueblos, Castilla, La ruta de Don Quijote, etc.
Sus novelas apenas tienen argumento, ya que este es un mero pretexto para retratar las tierras y los personajes con gran sensibilidad. Destacan: La voluntad, Antonio Azorín y Confesiones de un pequeño filósofo.
En tema teatral conviene destacar Lo invisible, que trata el tema de la muerte.
El estilo de Azorín es profundamente detallista, preciso y claro, de ahí que sobre todo utilice la frase corta. Su prosa es un gran lirismo sugeridora, pulcra y cuidada.
Pío Baroja: Rebeldía e Inconformismo
Como el resto de autores de la Generación del 98, manifestó, en su juventud, actitudes rebeldes e inconformistas.
Escribió además de sus ensayos, algunos cuentos y sus memorias. Baroja escribió más de 60 novelas. Escribió además un conjunto de 22 novelas, bajo el título de Memorias de un hombre de acción. En sus memorias Desde la última vuelta del camino, Baroja expone sus ideas sobre diferentes temas: política, literatura, ética...
Aunque se le acusó de desaliñado por su sobriedad y por su antirretoricismo a la hora de escribir, Baroja es uno de los grandes novelistas del siglo XX.
Ramón María del Valle-Inclán: Renovación y Crítica
Comienza con una ideología tradicionalista y evolucionó hacia posturas revolucionarias, próximas al comunismo.
Valle-Inclán cultivó todos los géneros literarios, en los que aprecia una actitud de renovación y una profunda evolución. Sus primeras producciones literarias se guían por el canon modernista, pero fue derivando hacia posturas profundamente críticas.
En la etapa modernista, el autor nos presenta un ambiente de refinamiento y decadencia, pleno de nostalgia, con una bella y elegante prosa modernista.
Escribió una trilogía sobre las guerras carlistas. De esta primera época también son sus Comedias bárbaras. En estas obras, ya se anuncian elementos de la segunda época del autor.
En la poesía también se aprecia la misma evolución: desde su obra modernista Aromas de Leyenda a La pipa de Kif, obra de tono más duro y con elementos esperpénticos.
Luces de Bohemia: El Esperpento Teatral
Pero su obra clave es en el teatro, con Luces de Bohemia, obra que recoge las últimas horas del poeta decadente Max Estrella, desde el atardecer hasta la madrugada del día siguiente. En ese corto tiempo Max, acompañado por Don Latino de Hispalis, su lazarillo, recorren ambientes donde aparecen diversos personajes. Esta obra es un esperpento ya que el autor nos presenta en Luces de Bohemia, una sociedad deformada y degradada. Para Valle-Inclán hay que demostrar la realidad española deformada.
Durante mucho tiempo se afirmó que las obras dramáticas de Valle, no eran verdaderas obras teatrales, sino novelas dialogadas, irrepresentables. Sin embargo, el tiempo ha ido demostrando que Valle-Inclán fue un adelantado para su época y sus obras se siguen llevando a la escena. De hecho, se le considera uno de los dramaturgos más importantes de los últimos siglos.