El Auge del Republicanismo y la Inestabilidad Política en España (1868-1874)
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Las Fuerzas Políticas: El Auge del Republicanismo
El nuevo panorama político. En 1868 el panorama político estaba dominado por 4 tendencias. En la derecha se encontraban los carlistas, que defendían el catolicismo y la monarquía tradicional. También en la derecha estaban los moderados, que se mantuvieron mayoritariamente fieles a Isabel II y reclamaron su vuelta al trono. En el centro se hallaba la conjunción monárquico-democrática, que agrupaba 69 diputados unionistas, 159 progresistas y unos 20 monárquicos demócratas. Defendían una forma de gobierno monárquica, pero subordinada a la soberanía nacional y a un amplio respeto por las libertades públicas. A la izquierda se situaba el Partido Republicano Federal, surgido de una escisión del partido demócrata. Contaba con 69 diputados y propugnaba un sistema de pactos libremente establecidos entre los pueblos o regiones. Defendía la forma republicana de gobierno, la separación de la iglesia y el estado y el laicismo de éste. Los republicanos federales se dividían en dos tendencias: los benévolos (que controlaban la dirección del partido y eran partidarios del respeto a la legalidad) y los intransigentes (que apoyaban la insurrección popular y que los distintos territorios podían declararse independientes para pactar libremente su unión a una república federal). Por último, un sector de los republicanos encabezados por Castelar eran conocidos como unitarios y defendían una república unitaria, manteniendo posiciones mucho más conservadoras.
El republicanismo federal
Contaba con el apoyo de la pequeña burguesía, de las clases populares urbanas y de parte del movimiento obrero y campesino. El republicanismo parecía preocuparse más por la mejora de las condiciones de las clases trabajadoras. En la revolución de 1868 se plantearon reivindicaciones de carácter social mucho más avanzadas que en el resto de revueltas liberales anteriores. Los primeros levantamientos al grito de "República federal o muerte" se produjeron en Cádiz. Como decididos adversarios de las quintas, impulsaron también diversas movilizaciones populares para imponer un cambio en el injusto sistema de sorteo y redención, aunque no consiguieron su abolición. En 1869 los republicanos federales de casi toda España establecieron una serie de pactos para provocar levantamientos, constituyendo en Madrid un Consejo Federal provisional.
El Reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873)
Un monarca para un régimen democrático
Prim fue el encargado de elegir el candidato más idóneo para la vacante al trono español. Consiguió la candidatura de Amadeo de Saboya, un hombre con una concepción democrática de la monarquía y miembro de una dinastía que gozaba de gran popularidad. En 1870 fue proclamado rey, produciéndose así una nueva etapa de monarquía democrática.
Las dificultades de la nueva dinastía
La nueva dinastía contaba con escasos apoyos. Tenía la oposición de la aristocracia, el clero y las camarillas cortesanas de la época de Isabel II, además de una parte del ejército, lo que originó varios problemas graves. Una vez establecido el sufragio universal y las libertades políticas, el nuevo monarca pretendió consolidar un régimen plenamente democrático. Se produjo una lucha continua entre los grupos políticos.
Una permanente inestabilidad
Amadeo I contó desde el principio con la oposición de los moderados fieles a los borbones, los cuales empezaron a organizar la restauración mediante Alfonso, hijo de la reina. Contó con el apoyo de la iglesia y de los moderados y la élite del dinero. Los carlistas, beneficiados por el clima de libertad que introdujo "la gloriosa", se habían reorganizado como fuerza política. En 1872 se sublevaron animados por las posibles expectativas de sentar en el trono a su candidato, Carlos VII. Amadeo I tampoco contaba con el respaldo de los sectores republicanos ni de los grupos populares que les daban apoyo. En 1872 se produjeron nuevas insurrecciones de carácter federalista. En 1868 se inició con el llamado "grito de Yara" un conflicto en la isla de Cuba, uno de los últimos territorios coloniales españoles. La crisis del reinado de Amadeo fue resultado de la desintegración de la coalición gubernamental. En dos años se formaron 6 grupos políticos y hubo que convocar 3 veces elecciones. En 1873 Amadeo presentó su renuncia al trono y abandonó España.
La República Española (1873-1874)
La proclamación de la república
Fue la salida más fácil ante la renuncia de Amadeo. Las cortes decidieron someter a votación la proclamación de una república, que fue aprobada el 11 de febrero de 1873 por amplia mayoría. Para presidir el gobierno, fue elegido el republicano federal Estanislao Figueras. Gran parte de la cámara era monárquica y su voto republicano fue una estrategia para ganar tiempo y organizar el retorno de los borbones. La república fue recibida con entusiasmo por las clases populares. Los federales ocuparon las corporaciones de muchos municipios y constituyeron juntas revolucionarias para desplazar de la administración a los antiguos cargos monárquicos. En las ciudades se produjeron también amplias movilizaciones populares.
El intento de instaurar una república federal
Las cortes se abrieron el 1 de junio de 1873 y el día 7 se proclamó la república democrática federal. La presidencia recayó en manos de Estanislao Figueras, pero dimitió al cabo de unos días y el gobierno pasó a manos de Francisco Pi y Margall. Su propósito era emprender grandes reformas, pero los pocos meses que duró la experiencia republicana no permitieron el desarrollo de esa legislación reformista.
El proyecto de constitución federal
En julio se presentó en las cortes el proyecto de la nueva constitución, pero prácticamente no llegó a ser debatido y, por consiguiente, tampoco fue aprobado. La propuesta de la constitución Republicana Federal de 1873 seguía la línea de la constitución de 1869. La república tendría un presidente y en cuanto a las cortes se mantendrían las dos cámaras: congreso y senado. Se declaraba la libertad de culto y la separación de la iglesia del Estado. El aspecto más novedoso era la estructura del estado. La nación española estaba compuesta por 17 Estados, y declaraba que el poder emanaba de tres niveles: municipios, estados regionales y estado federal. El proyecto de constitución planteaba un Estado no centralista y recogía tradiciones racionalistas.
Los conflictos armados
La primera república tuvo que enfrentarse a graves problemas. Uno de ellos fue una insurrección carlista, un enfrentamiento con un auténtico ejército. En las zonas sublevadas se fue articulando un embrión de Estado, y los ayuntamientos y diputaciones se organizaron bajo principios forales e impulsaron la lengua propia y las instituciones regionales. Se prolongó hasta 1876. También continuó la guerra en Cuba iniciada en 1868.
La sublevación cantonal
Fue el conflicto más grave producido en el periodo republicano y que provocó la mayor situación de crisis para el gobierno. El cantonalismo era un fenómeno en el que se mezclaban las aspiraciones de revolución social inspiradas en las nuevas ideas internacionalistas. La proclamación de cantones independientes, con sus gobiernos autónomos y su propia legislación, fue la consecuencia de aplicar de forma radical y directa la estructura federal desde abajo, impulsada, al mismo tiempo, por el deseo de avanzar en las reformas sociales. Los protagonistas de los levantamientos cantonalistas eran un conglomerado social, dirigidos en general por los federales intransigentes. El presidente Pi y Margall se opuso a sofocar la revuelta por las armas y dimitió, siendo sustituido por Nicolás Salmerón, que inició una acción militar contra el movimiento cantonalista. La intervención militar acabó rápidamente con la insurrección. Salmerón dimitió a principios de septiembre. La presidencia recayó entonces en Emilio Castelar, dirigente del republicanismo unitario. La República inició a partir de ese momento un progresivo desplazamiento a la derecha.
El fin de la experiencia republicana
Desde septiembre de 1873 la república dio un vuelco conservador con el nuevo gobierno de Castelar, que gobernó autoritariamente. Ante esta situación, un sector importante de los diputados llegaron a plantear una moción de censura al gobierno de Castelar para forzar su dimisión, consiguiéndolo el 3 de enero de 1874 tras abrirse las cortes. El poder pasó a manos de unionistas y progresistas encabezados por el general Serrano, que intentó estabilizar un régimen republicano de carácter conservador. El 29 de diciembre de 1874 se proclamó rey de España a Alfonso XII.