Arquitectura y Pintura Barroca Española: Del Siglo XVII al XVIII
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Arquitectura Barroca Española (Siglos XVII-XVIII)
Siglo XVII
La arquitectura del siglo XVII se caracteriza por una construcción lenta y con interrupciones. La Iglesia, principal cliente, demandaba un arte para convencer, dirigido a la sensación. Se utilizaron materiales pobres como ladrillo, yeso y mampostería. Se empleó la cúpula escamonada, con entramados de madera y recubierta por yesería en interiores y plomo o pizarra en exteriores.
En la arquitectura civil, se desarrolló un urbanismo basado en la plaza mayor, donde se concentraban edificios civiles y religiosos de tres plantas con alzado uniforme y balcones de hierro, que servían como palcos para espectáculos. También surgió un modelo de palacio tipo austriaco, de planta cuadrada con patio central y torres en las esquinas con chapiteles.
En cuanto a las plantas, se utilizaron esquemas renacentistas concebidos para la predicación, con dos modelos: salón (Castilla, templo cruciforme con una nave y capillas entre contrafuertes) y cajón (Andalucía, rectángulo con gran capilla mayor visible desde todo el templo).
La proliferación de conventos llevó a que muchos arquitectos fueran frailes, como Fray Alberto de la Madre de Dios, diseñador de la fachada de la iglesia del Convento de la Encarnación en Madrid, obra sencilla y severa, enmarcada por dos pilastras de orden colosal.
En la primera mitad del siglo XVII, los edificios siguieron el esquema del Escorial. Destacó Juan Gómez de Mora, introduciendo elementos decorativos y volúmenes característicos, como en la Clerecía de Salamanca. En Madrid, construyó la Plaza Mayor, el Ayuntamiento y la cárcel, además de reconstruir el Alcázar viejo.
En la segunda mitad del siglo XVII, se impuso un lenguaje más decorativo, rompiendo la superficie de las fachadas y creando juegos de luces y sombras. Las plantas eran sencillas, pero los alzados mostraban mayor dinamismo. Destacó Alonso Cano, autor de la fachada de la Catedral de Granada (dos cuerpos a modo de arco de triunfo con tres calles cubiertas por arcos de medio punto) y la torre del reloj de la Catedral de Santiago (obra de Andrade con cuerpos superpuestos, elementos curvos y pequeñas cúpulas). La Basílica del Pilar de Zaragoza, con trazas primitivas de Herrera el Mozo, presenta tres naves, cúpula central y diez capillas laterales.
Siglo XVIII
En el siglo XVIII, encontramos dos tendencias: la corriente nacional, con tendencia decorativa y recargada (uso de columnas salomónicas, molduras, fachadas-retablo) y la corriente borbónica o cortesana, sobria y al gusto de la monarquía.
En la corriente nacional, destaca la familia Churriguera en Salamanca, con su Plaza Mayor con elementos decorativos curvos. Se realizaron fachadas-retablo, concebidas como retablos de piedra, que ocultaban la postración política y económica del país. Un ejemplo es la fachada del Palacio del Marqués de Dos Aguas (Turia y Júcar representados como atlantes hechos por Rovira). En Madrid, Pedro de Ribera construyó el Hospicio con formas irregulares y cargadas. En Murcia, destaca la fachada de la Catedral de Murcia y, en Sevilla, la fachada de San Telmo y la iglesia de San Luis de Figueroa.
En Galicia, Casas Novoa realizó la fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago, con una decoración teatral que oculta las estructuras románicas. Consta de dos cuerpos y un templete con la estatua de Santiago.
La llegada de la monarquía borbónica trajo un estilo cercano al clasicismo francés, iniciando el estilo cortesano o borbónico. En Madrid, se construyó el Palacio Real sobre el antiguo Alcázar austriaco, con planta cuadrada, patio central y salones de estilo rococó. Otros palacios son el de Aranjuez y el de La Granja en Segovia. En Sevilla, se construyó la Real Fábrica de Tabacos, de planta rectangular con múltiples patios e influencia herreriana.
Pintura Barroca Italiana: La Vocación de San Mateo de Caravaggio
La Vocación de San Mateo, de Caravaggio, es una pintura barroca italiana del siglo XVII. El término barroco designa el arte de los siglos XVII y parte del XVIII, vinculado a la monarquía absolutista y la Contrarreforma católica. Apareció a finales del siglo XVI en el lenguaje de los joyeros portugueses, que aplicaban el término "barroco" a una perla irregular. En Francia, en la segunda mitad del siglo XVIII, adquirió un sentido estético negativo (complicado, ampuloso, recargado), que continuó durante el siglo XIX. La reivindicación del barroco como estilo se debe al historiador Wölfflin. La síntesis entre arte y sociedad ha permitido hablar de un barroco de iglesia y corte en países católicos y un barroco de la burguesía en el mundo protestante.
La Vocación de San Mateo es un cuadro de gran tamaño del segundo periodo de Caravaggio, donde fusiona el naturalismo con su visión de la luz, creando el tenebrismo. Representa figuras populares con gran detalle y exageración, como en la suciedad, mostrando su visión naturalista. La composición es asimétrica y desequilibrada, con un claro desorden de las figuras. El tenebrismo se aprecia en los espacios oscuros atravesados por rayos de luz con efecto de claraboya, concentrándose en las caras y manos de los personajes. Además de la luz, destaca el movimiento de los personajes a través de pronunciados escorzos. El color predomina sobre el dibujo, contrastado con el juego de luces, creando un ambiente de misterio. El punto de vista bajo permite apreciar la totalidad de la escena, como si el espectador estuviera tumbado en el suelo.
Otras obras de Caravaggio son La Conversión de San Pablo, La Muerte de la Virgen y La Crucifixión de San Pedro.