Argumentos de la existencia de Dios según San Agustín

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INTRODUCCIÓN. La existencia de Dios ha sido una de las cuestiones fundamentales para la filosofía desde el origen de esta, y enlaza con otros problemas centrales como la existencia del alma o de una realidad más allá de lo que percibimos. La existencia o no de Dios no es tan solo un asunto importante para la teología o la religión, pues condiciona nuestra manera de entender la realidad, el ser humano, la sociedad, la moral, etc. Nuestra posición sobre la existencia de Dios determina nuestra manera general de entender la vida. La idea de divinidad ha estado presente en todas las culturas y civilizaciones humanas, aunque su definición varía mucho de unas a otras:  Panteísmo. Las primeras manifestaciones culturales de la humanidad expresan una identificación entre la divinidad y la naturaleza.
Esta equiparación también la encontramos en algunas religiones orientales o en filósofos como Tales de Mileto.  Politeísmo. Las principales civilizaciones antiguas creyeron en la personificación de la divinidad en varios seres o dioses, cada uno con atributos diferenciados y control sobre aspectos diferentes de la naturaleza. Fueron politeístas civilizaciones como los acadios, los sumerios, el Antiguo Egipto, los fenicios, la Antigua Grecia, la Antigua Roma, los celtas, las civilizaciones nórdicas, las civilizaciones precolombinas y algunas religiones orientales como el hinduismo.  Monoteísmo. Es la representación de la divinidad que prevalece en la actualidad y que está presente en religiones como el judaísmo, el cristianismo y el islam. Considera que existe un ser único creador de todo lo que existe, cuyos atributos son la eternidad, la infinitud y la perfección absoluta (omnipotencia, omnisciencia, bondad...), y que está implicado directamente en la historia y la vida de los seres humanos. A lo largo de la historia muchos filósofos se han planteado la existencia y naturaleza de Dios, y su concepción de la divinidad ha estado condicionada por el contexto cultural en que desarrollaron su pensamiento (por ejemplo, politeísta en la Antigua Grecia o monoteísta en la Edad Media). Acerca de la existencia de Dios se pueden sostener tres posturas:  Teísmo: es la creencia en la existencia de la divinidad. Para diferenciar la postura teórica del teísta de la del creyente consideramos que el teísmo supone además el convencimiento de que se puede obtener conocimiento racional sobre la existencia de Dios, su naturaleza y relación con el ser humano.  Ateísmo: es la postura que niega la existencia de cualquier tipo de divinidad. También suele estar asociada a la negación de la existencia del alma o del más allá.  Agnosticismo: El agnosticismo no niega ni defiende la existencia de Dios, sino que sostiene la imposibilidad de obtener ningún tipo de conocimiento racional sobre la divinidad. En este sentido, el agnosticismo puede ser compatible con la creencia en Dios desde la fe, o con la creencia en la inexistencia de la divinidad, o incluso con la indiferencia hacia cuestiones religiosas. 2 ARGUMENTOS FILOSÓFICOS A FAVOR DE LA EXISTENCIA DE Dios. ARGUMENTOS EMPÍRICOS. Llamamos argumentos empíricos a aquellos que parten de una concepción empirista sobre el conocimiento: todo conocimiento comienza a través de los sentidos. Al plantearnos sobre la existencia de Dios es obvio que no podemos recurrir directamente a aquello que percibimos, por lo que aplicamos el principio de causalidad: todo lo que existe y percibimos tiene necesariamente una causa que lo ha provocado. El argumento del motor inmóvil aristotélico. Los argumentos empíricos toman como punto de partida la teoría del motor inmóvil expuesta por Aristóteles en el siglo IV a.C. La metafísica aristotélica supone la existencia de un ser, el Theos (Dios), como causa final del movimiento en la naturaleza. Aristóteles enuncia por primera vez el principio de causalidad: todo lo que se mueve es movido por otro, es decir, todo lo que existe tiene una causa previa que lo ha provocado. Conocer los principios de la naturaleza supone conocer sus causas, que para Aristóteles son cuatro: causa formal, causa material, causa eficiente y causa final. La causa final del movimiento sería su propósito o finalidad última. ¿Cuál es la causa final que provoca el movimiento en la naturaleza? Aristóteles rechaza la existencia de una cadena infinita de causas (A es movido por B, que es movido por C, que es movido por D, y así sucesivamente). Debe existir un primer principio del movimiento que a su vez no tenga causa que lo mueva, algo que mueva sin ser a su vez movido por otro: un primer motor inmóvil. Este ser es la perfección absoluta, es acto puro y carece de materia o potencialidad, por lo que contiene todo lo que se puede llegar a ser y no puede moverse. Como causa final del movimiento, atrae a todos los seres hacia su perfección, siendo la causa de que todo lo que existe tienda a una finalidad, que es su pleno desarrollo. El Theos aristotélico no es la causa de la existencia del universo, no es un Dios creador, puesto que la materia es eterna y no ha sido engendrada. El Dios aristotélico tampoco guarda ninguna relación con los seres humanos, no influye en la historia y carece de atributos morales. En este sentido, el Theos no guarda relación con ningún Dios postulado por las religiones y se trata de un recurso teórico para explicar el movimiento en la naturaleza. Aun así, el argumento aristotélico del motor inmóvil sirve como punto de partida para muchos argumentos empíricos posteriores, destacando los propuestos por Tomás de Aquino en el Siglo XIII. 3 Las cinco vías tomistas. Para Tomás de Aquino la religión y la teología proporcionan conocimiento racional y no solo creencias de fe. Hay verdades de la fe que son tan importantes que podemos acceder a ellas mediante la revelación pero también a través de nuestra inteligencia. Este sería el caso de la existencia de Dios, un conocimiento necesario para la salvación del alma que puede ser demostrado racionalmente. Tomás de Aquino desarrolla cinco argumentos para demostrar la existencia de Dios tomando como punto de partida dos principios básicos del pensamiento aristotélico:  El conocimiento superior que realiza nuestro entendimiento se inicia con el conocimiento que nos proporcionan nuestros sentidos directamente sobre el mundo, por lo que toda demostración debe partir siempre de un hecho percibido.  Tomás de Aquino adopta el principio de causalidad aristotélico: todo lo que existe debe tener una causa previa que lo ha provocado. También defiende, como Aristóteles, que la cadena de causas no puede ser infinita y que debe existir una causa primera. La estructura de las cinco vías es muy similar, pues en todas ellas parte de un hecho que percibimos y aplica el principio de causalidad, siendo Dios la causa primera que explica la existencia del hecho observado. Primera vía: el movimiento. Observamos que todo en la naturaleza está en movimiento, y todo lo que se mueve es movido por otro. No es posible una serie infinita de causas por lo que Dios es el primer motor inmóvil. Segunda vía: la causa eficiente. Observamos que todo lo que existe tiene una causa previa que ha provocado su existencia, y puesto que no es posible una cadena infinita de causas, Dios es la causa primera eficiente de todo lo que existe. Tercera vía: la contingencia. Observamos en la naturaleza que todo lo que comienza a existir perece, por lo que ningún ser es necesario y todo podría no existir. La causa primera de la existencia de estos seres no debe ser contingente sino que su existencia debe ser necesaria, y esta causa es Dios. Cuarta vía: los grados de perfección. Observamos que existen distintos grados de perfección (sabiduría, belleza, bondad...), y somos capaces de comparar entre estos grados porque existe un modelo absoluto de perfección, que se identifica con Dios. Quinta vía: la finalidad. Observamos que todo en la naturaleza está organizado y tiende a una finalidad que debe estar planificada previamente. Debe haber un ser inteligente que ha estructurado la naturaleza y ese ser es Dios. 4 ARGUMENTOS ONTOLÓGICOS. Este tipo de argumentos se opone al principio empirista de que todo conocimiento comienza por los sentidos y defiende que podemos alcanzar conocimiento también exclusivamente a través de nuestra razón. Llamamos argumentos ontológicos, por tanto, a aquellos que pretenden demostrar la existencia de Dios tomando como único punto de partida la razón humana. Estos argumentos analizan la idea de Dios que tenemos en nuestra mente y deducen a partir de esta su existencia: si nuestra inteligencia es capaz de concebir la idea de Dios, este ser debe existir necesariamente fuera de nuestra razón. El argumento ontológico más conocido es el de San Anselmo. San Anselmo, arzobispo de Canterbury, es un teólogo del Siglo XI considerado el padre de la escolástica. El argumento ontológico que aporta este autor es tomado como referencia para todas las demostraciones posteriores de este tipo. Este argumento parte de que tenemos en la mente la idea de un ser absolutamente perfecto. Para ser así, debe tener ciertas cualidades, como la total bondad, belleza, sabiduría y toda perfección que mi mente pueda concebir. A estos atributos debo añadirle necesariamente la existencia, pues si le restase esta cualidad el ser resultante sería imperfecto. Puesto que la idea de mi mente es la de un ser sumamente perfecto, este ser debe poseer necesariamente la existencia. San Anselmo utiliza en su argumentación la idea de triángulo: tengo en la mente la idea de triángulo y por definición debo atribuirle tres lados, puesto que si le restase un lado ya no sería un triángulo. Tengo también en la mente la idea de Dios y debo atribuirle la existencia, puesto que si le restase la existencia ya no sería perfecto y yo no contendría su idea en mi mente. René Descartes también utiliza argumentos de tipo ontológico para demostrar la existencia de Dios. Descartes, autor racionalista del Siglo XVII, considera que es importante demostrar la existencia de Dios puesto que este es la garantía del correcto funcionamiento de nuestra razón. Si Dios existe y nos ha creado, habrá dotado a nuestra inteligencia de los principios innatos necesarios para conocer toda la realidad con certeza. Por lo tanto, la existencia de Dios es fundamental en la teoría del conocimiento cartesiana. Para Descartes, Dios es una idea clara y distinta que mi razón contiene de forma innata. A partir de esto, aporta tres argumentos para demostrar la existencia de Dios tomando como principio la necesidad de proporcionalidad entre la causa y el efecto:  Nosotros no podemos ser la causa de las ideas de perfección e infinitud que poseemos en nuestra mente puesto que somos finitos e imperfectos, y su causa debe ser Dios.  Nuestra razón contiene ideas de muchas perfecciones que no poseemos, por lo que su causa debe ser Dios.  Poseo la idea de un ser sumamente perfecto, por lo que debe existir efectivamente (al igual que defendía San Anselmo).

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