Arcos lambrequines

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La Aljafería de Zaragoza sería construida por Abu Jafar Al-Muqtadir, monarca perteneciente a la dinastía de los Banu Hud, entre 1047 y 1081. El nombre de esta construcción deriva del nombre de su construcción, aunque el nombre que recibía en su tiempo era el de Alcázar del regocijo o Qars Al-Surur.
En el 1118 se reconquista Zaragoza, pasando a ser cristiano, y la Aljafería se convierte en un templo cristiano, en el que realizarán modificaciones, por lo que se conserva muy cambiada. En la actualidad es la sede de las Cortes de Aragón, por lo que también se realizarían numerosos cambios. La Aljafería es una residencia palatina realizada extramuros de la ciudad, tomando como influencia los palacios del desierto omeyas de Siria y Jordania. Eran residencias temporales utilizadas como lugar de recreo o apartamiento. Posee una planta cuadrada fortificada, en cuyas esquinas tiene torres circulares y en el resto del perímetro medias torres que refuerzan los muros. En la parte norte destaca la presencia de una estructura cuadrada que se identifica con una torre, conocida como Torre del Trovador, posiblemente anterior a la época taifa; al interior se organizaba en diferentes alturas, abovedadas cada una de ellas. No se sabe cuantas puertas tenía el edificio, aunque posiblemente fuera solo una, que es la que se ha reconstruido. Al interior lo que se conserva es una de las zonas protocolarias: consistía en una serie de estancias organizadas entorno a un patio central de forma rectangular denominada Patio de Santa Isabel, orientado sur-norte. En la zona sur se encuentra una arquería delante de la cual encontramos una acequia flanqueada por dos albercas. Está arquería refleja muy bien el estilo de estas taifas: son arcos de medio punto entrecruzados en diferentes planos, en cuyos interiores encontramos un ataurique muy profuso, soportados por arcos lobulados. Los arcos apoyan sobre pilares en las que se adosan pares de columnas mucho más estilizadas que las de época califal. En la zona norte existe otra acequia que queda dentro del pórtico. Tras la acequia hay una arquería diáfana que da paso a un espacio intermedio rectangular con dos espacios laterales, dando una de ella a un oratorio;
Este espacio no das a paso al Salón del trono, dorado o  de recepciones.
La primera arquería se constituye por una serie de arcos lobulados y cuyo extradós aparecen otros arcos lobulados ciegos que se entrecruzan entre sí. Se trata de arcos puramente decorativos; se sostiene sobre columnas que poseen cimacios. Los capiteles de estas columnas son más estilizados que los de la época anterior: están trabajados a trépano creando una decoración vegetal mucho más abstracta y abigarrada. Se diferencian también de los de época califal por la desaparición de las volutas superiores, y lo colocación de unos pequeños arcos lobulados en su lugar. La decoración culmina con los novedosos nudos que lo relación con las artes suntuarias. La segunda arquería está compuesta por arcos mixtilíneos, cuyos ramales se desarrollan hacia el nivel superior cerrándose nuevamente en nudo. Es habitual que las columnas aparezcan pareadas a partir de este momento. El salón del trono se reduce, perdiendo profundidad en comparación a los salones basilicales de época califal. La sala alargada central se comunica con otras dos de menor tamaño que se encuentran en sus laterales. Las estancias se cubrían con techumbre plana de madera. El oratorio, de pequeño tamaño, posee una planta octogonal; en el lado sudeste se encuentra el mihrab. Se accede al oratorio a través de un arcos lobulado que nos da paso a la fachada que enlazada con los modelos califales: un arco de herradura enmarcado por un alfil, y en la zona superior un friso de arquillos ciegos, que en realidad son arcos de medio punto entrecruzados, creando arcos de herradura apuntados o túmidos; y por último un alfiz que lo cierra todo. El arco de la herradura de la entrada parte de una pieza serpentiforme, elemento novedoso y propio del mundo taifa; el intradós del arco contiene una decoración de modillones, otorgándole el nombre de arco festoneado, antecedente del arco angrelado de época nazarí. Toda la fachada está decorada con yesería tallada de ataurique. Al interior lo único que se conserva de época taifa es el primer nivel, ya que la zona superior y la bóveda son reconstrucciones. En el segundo nivel habría una tribuna que posiblemente era para las mujeres, por lo que en origen debía de llevar una celosía. La bóveda está reconstruida como una bóveda de crucería califal, aunque se cree que pudiera ser una bóveda de plementería calada. La zona inferior posee siete paredes decoradas con un arco mixtilíneo ciego, cuyas claves se prolongas en forma de ramales que los unen. Posee una decoración abundante, que se amplia a los muros. La pared que queda es en la que se ubica la fachada del mihrab, que toma como modelo el de Córdoba: un arco de herradura apoyado en dobles columnas, con alternancia de dovelas lisas con aquellas que tiene un enchapado en yeso; en las enjutas o albanegas del arco encontramos un elemento que se repetirá mucho en este periodo, una tondo con una venera. Este nivel culmina con un friso de escritura cúfica florida. La interior el mihrab recuerda claramente a Córdoba al utilizar un zócalo inferior, y cubierta con una bóveda de venera o gallonada. Este oratorio se ha querido poner en relación las artes suntuarias, y sobre todo con las píxides de marfil.

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